Huelga de hambre por Navidad
Lo que plantean S¨¤nchez y Turull es una acci¨®n propagand¨ªstica s¨ª, pero tambi¨¦n un gesto de desesperaci¨®n
No es casual que Jordi S¨¤nchez comience su huelga de hambre, acompa?ado de Jordi Turull, con el mes. Si no hay contratiempos y el ¨¢nimo resiste en medio de los festines navide?os ambos entrar¨¢n en la fase m¨¢s delicada de la protesta y con la suficiente p¨¦rdida de peso para que, una vez m¨¢s, una instant¨¢nea (que podremos comparar con la oportunamente divulgada el d¨ªa del anuncio) torpedee la imagen de Espa?a en el exterior.
Esta es una partida perdida de antemano por el ejecutivo espa?ol y la alta magistratura del poder judicial. Si nadie es insensato, y con el debido control m¨¦dico, en su momento el clamor popular movilizado por los estrategas del independentismo pedir¨¢ el fin de la huelga y lo lograr¨¢. El gobierno y las instituciones del Estado no se habr¨¢n movido un ¨¢pice.
En el magma independentista hace ya alg¨²n tiempo que se contempla la opci¨®n extrema tomada ahora. En julio de 2017 el eurodiputado de ERC, Josep M. Terricabras, propuso una huelga de hambre frente al Parlamento Europeo si se imped¨ªa el refer¨¦ndum del 1-O. En marzo de 2016 la Asamblea Nacional Catalana homenaje¨® en Barcelona al alcalde de Cork muerto en 1920 despu¨¦s de 74 d¨ªas en ayunas. Terence MacSwiney y el conjunto de la lucha irlandesa contra el Imperio brit¨¢nico ejerci¨® un enorme influjo en las primeras andaduras del separatismo catal¨¢n. Tambi¨¦n los Troubles de Irlanda del Norte y la muerte de Bobbie Sands, tras 66 d¨ªas sin comer, y de otros nueve compa?eros en 1981 impactaron en el movimiento de corte no violento, la Crida a la Solidaritat, fundado ese a?o y de la que S¨¤nchez fue portavoz.
En Irlanda ayunar para denunciar una injusticia o dejar en evidencia a un enemigo era pr¨¢ctica corriente desde tiempos remotos. El combate independentista irland¨¦s y sus m¨¦todos influyeron, como en Catalu?a, tambi¨¦n en el nacionalismo indio. Entre 1913 y 1948 Gandhi fue el campe¨®n de las huelgas de hambre, 17, tres de ellas de 21 d¨ªas. El nacionalismo catal¨¢n, des de Maci¨¤ hasta el sacerdote Llu¨ªs Maria Xirinacs ¡ªun habitual de este tipo de protesta en los setenta¡ª bebieron de la no-violencia de Gandhi y el c¨ªrculo se cerr¨®.
En El naufragio Lola Garc¨ªa nos ha contado que Carles Puigdemont anticip¨® su exilio meses antes de llevarlo a cabo. Ahora por el testimonio del maestro balear Jaume Sastre ¡ªen ayunas 41 d¨ªas en 2014 contra la pol¨ªtica educativa del gobierno Bauz¨¢, sin ¨¦xito¡ª sabemos que S¨¤nchez se interes¨® por su experiencia porqu¨¦ la contemplaba para si. No hay nada m¨¢s temerario que un hombre a la caza del que cree que es su destino. A una parte del independentismo catal¨¢n le pesa a¨²n en demas¨ªa la mimetizaci¨®n con sus l¨ªderes del pasado y su impronta cat¨®lica, palpable en la b¨²squeda del sacrificio (y del martirio).
Lo que plantean S¨¤nchez y Turull es una acci¨®n propagand¨ªstica s¨ª, pero tambi¨¦n un gesto de desesperaci¨®n. La prisi¨®n provisional ni la merecen los pol¨ªticos encarcelados ni sus familias, ni merecemos las sociedades catalana y espa?ola la verg¨¹enza y tensi¨®n en que vivimos instalados. Muchos, con Pedro S¨¢nchez a la cabeza, cerrar¨¢n el a?o confiando que un mal fario no convierta la campa?a en un drama que llevar¨ªa a Catalu?a del estadio de lo casi irresoluble al de lo imposible.
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