Consensos en la Barcelona enfrentada
Gobernar sin di¨¢logo puede generar satisfacciones moment¨¢neas pero la ciudad siempre lo acaba pagando
Se acaba el a?o y aunque el fr¨ªo del invierno impone un clima favorable al entendimiento, Barcelona sigue embarrancada en sus pol¨¦micas. Haciendo un repaso a los ¨²ltimos cuatro a?os es evidente que se ha impuesto una pol¨ªtica de enfrentamiento que augura una ciudad lejos del consenso.
Una ciudad es una suma de m¨²ltiples intereses, a veces confrontados, que requiere del liderazgo p¨²blico para hacerlos confluir. Administrar esa realidad con el di¨¢logo necesario es la principal responsabilidad de un alcalde, m¨¢s a¨²n cuando se gobierna en minor¨ªa absoluta. En Barcelona hay demasiados proyectos que se han encallado por falta de consenso o que han avanzado sin el di¨¢logo m¨ªnimo necesario para asegurar su futura estabilidad.
El debate del tranv¨ªa se plante¨® como un todo o nada y acab¨® enfrentando asociaciones y barrios de la ciudad. El ¨®rdago lanzado con arrogancia por el gobierno de Colau sin contar antes con la mayor¨ªa suficiente, acab¨® por embarrancar un proyecto necesario para la movilidad de la Barcelona metropolitana. Lo mismo sucedi¨® con el anuncio de un pacto hist¨®rico entre el gobierno de Ada Colau y la Iglesia para el futuro de la Sagrada Familia, que dej¨® de lado a los vecinos de la zona. Las medidas de vivienda p¨²blica se han realizado sin di¨¢logo con los promotores que deben construirlas, y el debate sobre el modelo tur¨ªstico ha generado diferencias abismales entre hoteleros y entidades vecinales.
Gobernar sin di¨¢logo puede generar satisfacciones moment¨¢neas cuando se tiene el ojo pegado a las redes sociales, pero a medio plazo la ciudad siempre lo acaba pagando.
La ¨²ltima de estas pol¨¦micas es la disputa sobre la ampliaci¨®n del MACBA en el solar de la Capilla de la Misericordia que el Ayuntamiento le cedi¨® con esa finalidad hace a?os. Ahora el mismo Ayuntamiento quiere utilizar este espacio para trasladar el CAP del Raval Nord sin asegurar una alternativa al museo. De nuevo se enfrenta a la ciudad entre quienes defienden la ampliaci¨®n de uno u otro equipamiento, como si los ciudadanos debi¨¦ramos de escoger entre el derecho a la salud o a la cultura. Barcelona necesita que su museo de arte contempor¨¢neo crezca. Lo necesita para dar m¨¢s espacio a la creaci¨®n, atraer m¨¢s p¨²blico local y tambi¨¦n para contribuir al ansiado cambio de modelo tur¨ªstico apostando por la calidad y la cultura. Adem¨¢s tiene sentido que lo haga alrededor de la plaza que lo acoge, para darle masa cr¨ªtica.
El Raval, a su vez, necesita un nuevo centro de salud donde sus profesionales puedan atender en condiciones a los pacientes del barrio y asegurar que el distrito centro de Barcelona tiene los servicios suficientes para retener a sus vecinos y vecinas. ?Es este debate irresoluble? ?Debemos escoger un proyecto y renunciar a otro? Esta es la falacia de un gobierno incapaz, que se esconde detr¨¢s de estas pol¨¦micas para no afrontar proyectos transformadores. El solar de tan salom¨®nica contienda ocupa 640m2 cuadrados. Comparado con los 107.000 m2 de transformaci¨®n urban¨ªstica movilizados en las reformas promovidas por los gobiernos socialistas para dignificar el centro hist¨®rico de Barcelona, esta disputa parece absurda.
Encontrar una soluci¨®n para ambos equipamientos y hacerlo con el acuerdo de las partes no es solo deseable, sino que es la obligaci¨®n de quienes gobiernan. No ser¨¢ f¨¢cil pero es posible, como no fue f¨¢cil abrir la Rambla del Raval en medio del antiguo barrio chino, construir 3.200 pisos sociales, o encontrar 16.000 m2 de suelo para que se instalaran en Ciutat Vella 74 equipamientos de proximidad, dos centros culturales de referencia y dos universidades. Dividir constantemente la ciudad no es una buena soluci¨®n, porque los mejores a?os de Barcelona se han construido desde el pacto. Pacto entre formaciones pol¨ªticas para dar estabilidad a las grandes transformaciones, pacto entre instituciones, entidades y sociedad civil. Pacto, en definitiva, porque la ciudad es un proyecto colectivo.
Deshacer este embrollo es urgente, porque la Barcelona del consenso es mejor que la ciudad enfrentada y garantiza m¨¢s futuro.
Jaume Collboni es presidente del grupo socialista en el Ayuntamiento de Barcelona
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