Catalu?a es Estado
El Estado debe recuperar su normal presencia en Catalu?a. No se trata de nacionalizar ni de suspender la autonom¨ªa, sino de hacer valer la naturaleza de Estado que tambi¨¦n poseen las instituciones de la Generalitat
Alabama intent¨® evitar que dos estudiantes negros accedieran a la Universidad de este estado, donde se segu¨ªan rechazando las admisiones de afroamericanos, aunque el Tribunal Supremo Federal hab¨ªa declarado la inconstitucionalidad de la segregaci¨®n racial. En Estados Unidos, como en todo r¨¦gimen descentralizado, los estados cuentan con poderes propios, pero existen unos elementos comunes a todos ellos, cuya garant¨ªa ¨²ltima queda en manos de la Federaci¨®n. En el caso de la segregaci¨®n, el Supremo americano hab¨ªa sido claro: no tiene cabida en ninguna parte del territorio. Pese a ello, el Gobernador Wallace bloque¨® la entrada de los estudiantes y espet¨® ante los medios: ¡°Segregaci¨®n ahora y segregaci¨®n siempre¡±. Ante este rechazo, el Fiscal llam¨® al presidente Kennedy, quien dio orden de federalizar ¡ªl¨¦ase, poner bajo su mando¡ª a la Guardia Nacional para que hiciera cumplir su orden y la del Tribunal Supremo. Si los elementos comunes no son respetados, el presidente cuenta con poderes para hacerlos cumplir.
Los ¨²ltimos a?os los gobernantes independentistas se han quejado amargamente de que no lograban hablar, dialogar, entablar conversaciones con el Gobierno central. Sin duda, el cambio de interlocuci¨®n en Madrid ha supuesto un giro de muchos grados en la pol¨ªtica del Gobierno respecto del Govern de la Generalitat: los encuentros para la comunicaci¨®n son m¨²ltiples. Sin embargo, el president Torra, en pleno ¨¦xtasis procesista, promueve el desencuentro y favorece el desgobierno eN su sentido m¨¢s amplio: el desconcierto social y la falta de pol¨ªticas p¨²blicas son marca de la casa.
Conviene recordar que el presidente S¨¢nchez se re¨²ne con Torra porque es el presidente de una Comunidad Aut¨®noma, de una entidad estatal, y como tal, el representante ordinario del Estado, como establecen la Constituci¨®n y el Estatuto. Torra es presidente de un ejecutivo auton¨®mico (no de una Rep¨²blica independiente non nata), es Estado, lo representa. Adem¨¢s, fue elegido de acuerdo con un ordenamiento jur¨ªdico concreto y, precisamente, porque dicho ordenamiento prev¨¦ un sistema descentralizado pol¨ªticamente en el que los entes subestatales cuentan con un sistema parlamentario, en el cual la asamblea legislativa escoge al titular de su ejecutivo. Realidad que debe quedar clara tanto a los miembros del Govern catal¨¢n, quienes deben colaborar lealmente, como a la oposici¨®n m¨¢s beligerante que olvida el deber de lealtad para con el Gobierno y las Comunidades Aut¨®nomas.
El Gobierno de Rajoy escogi¨® jugarse el proc¨¦s a la carta de la juridificaci¨®n y de la judicializaci¨®n. Esto provoc¨® una cada vez menor presencia de la pol¨ªtica estatal en Catalu?a, y tambi¨¦n, por cierto, en la comunidad internacional. La diplomacia p¨²blica del anterior ejecutivo se centr¨® en las esferas institucionales, asegurando que los responsables pol¨ªticos entendieran que en Catalu?a se hab¨ªa producido una ruptura del sistema constitucional, y no una especie de revoluci¨®n popular, masiva ante la represi¨®n de los derechos y libertades ciudadanas. Algo parecido a un contexto como el de Kosovo. S¨ª, esa es la imagen que los independentistas en el exterior han logrado inocular en parte de la opini¨®n p¨²blica internacional. La frivolidad del independentismo no tiene l¨ªmites.
El estado debe recuperar su normal presencia en Catalunya. No se trata de nacionalizar ni de suspender la autonom¨ªa, sino de hacer valer la naturaleza de estado que tambi¨¦n poseen las instituciones de la Generalitat. Estamos ante un Comunidad Aut¨®noma, con poderes, instituciones y fondos que derivan de un pacto constitucional determinado. Si se desea un nuevo pacto, una nueva base fundacional, Catalunya puede tomar la iniciativa para modificarlo e incluso sustituirlo, siempre a trav¨¦s de las v¨ªas existentes, que garantizan la participaci¨®n de los representantes de toda la ciudadan¨ªa, y no la imposici¨®n de menos del 50% de una determinada comunidad aut¨®noma sobre el resto.
En esta misma l¨ªnea, los Mossos d¡¯Esquadra son la polic¨ªa catalana pero tambi¨¦n son polic¨ªa estatal. Por ello, deben ejercer todas las funciones que como fuerzas de seguridad del estado les est¨¢n encomendadas, b¨¢sicamente, hacer cumplir las leyes constitucionalmente v¨¢lidas. Han demostrado que son una verdadera estructura de estado, del estado constitucional del que traen causa. Su credibilidad reside en que desarrollen sus funciones con normalidad y aseguren el orden y la seguridad en una jornada que deber¨ªa ser celebrada como un acto de restablecimiento democr¨¢tico entre instituciones de dos niveles de gobierno estatal. Confiemos en que el Govern no obligue a que, m¨¢s pronto que tarde, los Mossos sean utilizados como guardia nacional estatalizada. Porque, en todo caso, recuerden que en Alabama, el Gobernador, finalmente, se apart¨® y la se?ora Vivian y el se?or Hood pudieron acceder al centro universitario.
Argelia Queralt ¨¦s doctora en Derecho y profesora agregada de la UB.
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