Aeropuerto Tarradellas
Las ideas del expresidente de la Generalitat sobre el catalanismo, influenciadas por su exilio en Francia, pueden servir de modelo para la actualidad
El Consejo de Ministros celebrado el pasado 21 de diciembre en Barcelona aprob¨® que el aeropuerto de El Prat pasara a denominarse Aeropuerto Tarradellas. No soy muy partidario de cambiar nombres de calles y plazas, estaciones y aeropuertos. A la actual Avenida Tarradellas, de Barcelona, la sigo llamando, por inercia, Infanta Carlota y, al aeropuerto de Madrid, Barajas en lugar de Adolfo Su¨¢rez.
Pero son cuestiones sin importancia. Los nacidos en los ¨²ltimos a?os, ya acostumbrados a las nuevas denominaciones, probablemente las utilizar¨¢n toda su vida: Adolfo Su¨¢rez y Tarradellas en lugar de Barajas y El Prat. Los nuevos nombres, adem¨¢s, son un homenaje a dos personalidades de la Transici¨®n y, en definitiva, a la Transici¨®n misma. Bien me parece.
Detect¨® la futura idea de Pujol de utilizar la Generalitat como instrumento de la ¡°construcci¨®n nacional¡±
Sin embargo, si la intenci¨®n del Gobierno hubiese sido contentar a los nacionalistas catalanes el nuevo nombre no es el m¨¢s adecuado. Desde hace a?os, el viejo presidente catal¨¢n s¨®lo es defendido por los no nacionalistas, incluso la frase m¨¢s c¨¦lebre tras su llegada ha dado nombre a un partido de esta naturaleza.
En efecto, tras un pasado nacionalista identitario propio de la tradici¨®n catalana, Tarradellas vivi¨® la mayor parte de su vida adulta en Francia. All¨ª aprendi¨® las reglas del patriotismo republicano franc¨¦s y el significado del t¨¦rmino ciudadano desde la Revoluci¨®n Francesa. Aux armes, citoyens, dice la Marsellesa, todav¨ªa el himno nacional franc¨¦s. Por tanto, como no hay duda que el Gobierno, o por lo menos algunos de sus miembros, conoc¨ªan sus posiciones en la Transici¨®n, la nueva denominaci¨®n del aeropuerto ha sido un gran acierto: sus ideas sobre el catalanismo pueden servir de modelo para la actualidad.
CiU fue conformando una consciencia en los catalanes de que pertenecer a Espa?a hac¨ªa imposible ¡°sobrevivir¡±
No hace falta hacer un estudio exhaustivo de sus ¨²ltimos a?os de vida para aproximarnos a estas ideas. Basta con leer la extensa carta que escribi¨® a Horacio S¨¢enz Guerrero, entonces director de La Vanguardia, que se public¨® en ese peri¨®dico el 16 de abril de 1981 y es muy f¨¢cilmente encontrable en Google. De dicha lectura podemos deducir algunas cuestiones que sirven para entender lo que est¨¢ sucediendo ahora en Catalu?a.
En efecto, Tarradellas detect¨® sagazmente, quiz¨¢s antes que nadie, la futura orientaci¨®n de los gobiernos Pujol, su idea de utilizar sobre todo la instituci¨®n de la Generalitat como instrumento de la ¡°construcci¨®n nacional¡± de Catalu?a, supuesta v¨ªctima del constante maltrato propiciado por Espa?a. La cr¨ªtica situaci¨®n actual no proviene, pues, del a?o 2012, ni del fracaso del Estatut, ni de los gobiernos tripartitos, ni de los supuestos errores de los Gobiernos de Madrid. La ra¨ªz de todo est¨¢ en el mismo comienzo: en la voluntad de Pujol y de los sucesivos gobiernos de CiU en ir conformando una consciencia en los catalanes de que pertenecer a Espa?a hac¨ªa imposible que pudieran ¡°sobrevivir como tales catalanes¡±.
Se trata de un objetivo absurdo, ya lo s¨¦, y adem¨¢s irracional, pero va dirigido directamente a los sentimientos m¨¢s primarios, a las emociones, tan manipulables. Con esta estrategia de construcci¨®n nacional, el inteligente Jordi Pujol logr¨® al dejar su cargo en 2003 que una buena parte de Catalu?a, la m¨¢s tradicional y conservadora, en la que se debe incluir a muchos l¨ªderes pol¨ªticos de la izquierda, cambiara su forma de pensar: no todos eran pujolistas pero, en su inmensa mayor¨ªa, se hab¨ªan convertido en nacionalistas. El astuto Tarradellas se dio cuenta enseguida, mientras la izquierda catalana (PSC y PSUC) y los partidos de ¨¢mbito nacional (UCD, PSOE, AP, m¨¢s tarde PP) se mantuvieron en la m¨¢s pura inopia.
Todo ello lo advirti¨® Tarradellas en abril de 1981, al a?o de gobernar Pujol sin que nadie le hiciera caso. Le dec¨ªa a S¨¢enz Guerrero que ¡°ten¨ªa el presentimiento de que iba a iniciarse [una etapa] que nos conducir¨ªa a la ruptura de los v¨ªnculos de comprensi¨®n, buen entendimiento y acuerdos constantes que durante mi mandato hab¨ªan existido entre Catalu?a y el Gobierno. Todo nos har¨ªa recordar otros tiempos m¨¢s tristes y desgraciados para nuestro pa¨ªs¡±, en alusi¨®n, despu¨¦s expl¨ªcita, al golpe de Estado del 6 de octubre de 1934.
Un acierto, pues, bautizar el aeropuerto de Barcelona con el nombre de Josep Tarradellas. El anciano presidente, tan influido por De Gaulle, en esos a?os sosten¨ªa que hab¨ªa que dar un golpe de tim¨®n. Quiz¨¢s, por fin, ha llegado el momento: no tanto por parte del gobierno de Madrid sino, sobre todo, por parte de la sociedad catalana.
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