Los componedores
Joan Selves Carner, fallecido en 1934, y Eduardo Mart¨ªn Toval, fallecido la semana pasada, son figuras que est¨¢n, pero no siempre se las ve, que pactan, inspeccionan, allanan y, en definitiva, hacen pol¨ªtica
A finales de junio de 1935, con Llu¨ªs Companys reci¨¦n sentenciado a treinta a?os de c¨¢rcel por lo acontecido el octubre anterior, en los peri¨®dicos vinculados a Esquerra Republicana, pero no solamente, aparecieron numerosos art¨ªculos glosando la figura de Joan Selves Carner en motivo del primer aniversario de su muerte. El manresano ten¨ªa apenas 35 a?os cuando falleci¨®. Era el consejero de Gobernaci¨®n de la Generalitat y uno de los pol¨ªticos catalanes m¨¢s prometedores de los a?os treinta.
Las glosas compart¨ªan una idea central: si al joven abogado no se lo hubiese llevado una peritonitis, los desafortunados hechos de octubre de 1934 no hubiesen tenido lugar. ?l los habr¨ªa evitado. No ¨²nicamente porque su cartera pas¨® a ocuparla Josep Denc¨¤s, dirigente del ala m¨¢s nacionalista e independentista de ERC, sino porque era una de las bisagras ¡ªquiz¨¢ con Joan Lluh¨ª Vallesc¨¤ la m¨¢s importante¡ª entre el gobierno aut¨®nomo y el de la Rep¨²blica, pero sobre todo entre el catalanismo de Esquerra y el republicanismo aza?ista.
Desde 1931 y hasta su muerte, como diputado en Cortes y en el Parlament, como consejero o gobernador general de Catalu?a, fue el art¨ªfice del traspaso de los servicios de orden p¨²blico a la Generalitat. Hijo de una familia acomodada, Selves hab¨ªa estudiado Derecho en la Universidad de Madrid. Companys dijo de ¨¦l que era ¡°uno de los hombres con m¨¢s capacidad y sentido de gobierno¡±. Manuel Aza?a baraj¨® su nombre para ocupar el ministerio de Gobernaci¨®n.
Junto a otros fontaneros de la pol¨ªtica lidi¨® con una situaci¨®n harto dif¨ªcil y supo conjugar las expectativas de unos y las reticencias de otros. El lamento en el primer aniversario de su muerte no era tan s¨®lo un llanto a lo que pudo haber sido y no fue, sino el reconocimiento a su papel jugado.
Muchos a?os m¨¢s tarde otro licenciado en Derecho, malague?o, inspector de Trabajo en Barcelona desde finales de los sesenta y profesor de derecho laboral en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona se arremang¨® y particip¨® desde la Converg¨¨ncia Socialista de Catalunya en la imbricaci¨®n del socialismo catalanista con el PSOE. Eduardo Mart¨ªn Toval, para algunos el ¡°hombre de Guerra en Catalu?a¡±, como diputado y portavoz en Cortes y en el Parlament intervino, para citar s¨®lo un par de ejemplos, en la elaboraci¨®n de la Constituci¨®n y en la comisi¨®n redactora del Estatuto catal¨¢n de 1979.
En el Parador de Sau, adem¨¢s de negociar, organizaba por las noches las partidas de cartas. ¡°El Estatut hay que sacarlo en Madrid sobre la base de una fuerza colectiva, un¨¢nime, de todas las fuerzas pol¨ªticas catalanas. Este es un tema sobre el que no se puede jugar¡±, manifest¨® cuando peligraba su aprobaci¨®n. A penas un a?o despu¨¦s, el 20 de marzo de 1980 apareci¨® junto a Joan Revent¨®s para dar cuenta de la debacle socialista y el triunfo de Pujol.
El pasado mayo charlamos en una terraza de la plaza Rovira de Gr¨¤cia. ?l con su caf¨¦ y la cajetilla de cigarros. Era una ma?ana algo ventosa, pero estupenda. Habl¨® de Ernest, con qui¨¦n hab¨ªa compartido muchas batallas. ¡°Lluch hab¨ªa pisado demasiados huevos, por eso no tuvo una segunda etapa ministerial¡±. Habl¨® de Josep Tarradellas. ¡°Le propusimos ir en nuestra lista electoral en 1980 sabiendo que dir¨ªa que no. Interesaba que pasase a la historia¡±.
Conversando con ¨¦l uno tomaba r¨¢pidamente consciencia que hab¨ªa estado en la sala de m¨¢quinas, que aquello de lo que hablaba lo hab¨ªa vivido, que nadie se lo hab¨ªa contado. Falleci¨® la semana pasada a los 76 a?os pero era mucho todav¨ªa lo que ten¨ªa por explicar. Apenas una semana despu¨¦s de nuestra conversaci¨®n escrib¨ª en este mismo espacio (?lites desconectadas) que nos hall¨¢bamos varados en ninguna parte porque nuestras ¨¦lites, Barcelona-Madrid, se desconocen. No hemos avanzado mucho desde entonces.
En junio de 1934 la muerte de Selves limit¨® en gran medida el acercamiento pol¨ªtico entre gobiernos y en octubre pas¨® lo que pas¨®. En la Transici¨®n Mart¨ªn Toval y otros bien dispuestos como ¨¦l se pusieron el mono de faena y, a veces con maniobras alambicadas, empalmaron muchas tuber¨ªas y sellaron v¨ªas de agua. A uno, quiz¨¢ porqu¨¦ el fr¨ªo trae nostalgia, le da que entre tanta bandera, red social, insulto y propuesta disparatada, necesitamos un pu?ado de componedores como ellos, con un pie aqu¨ª y otro all¨ª.
Figuras que est¨¢n, pero a las que no siempre se las ve, y mucho menos recuerda, pero que solucionan, que pactan, que inspeccionan el terreno, que lo allanan, que traducen gestos y filosof¨ªas para que, al final, los desencuentros se conviertan en acuerdos. Y, acto seguido, sus l¨ªderes se alcen con la firma, con la foto, con el momento de gloria, mientras ellos pasan ya a otra cuesti¨®n, para desatascar otro entuerto. Para, en definitiva, hacer pol¨ªtica.?
Joan Esculies es escritor e historiador
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