El mon¨®logo
La declaraci¨®n de Junqueras, al no interactuar con nadie, fue una met¨¢fora del proc¨¦s. Un mon¨®logo. Una parte ignora a las dem¨¢s porque la independencia es cuesti¨®n de justicia y no se pide opini¨®n de los dem¨¢s
Uno, al declarar, ten¨ªa la mesa llena de papeles, que consultaba en su intercambio verbal con las distintas partes. El otro, en cambio, ten¨ªa la mesa vac¨ªa. No s¨¦ si hay una imagen m¨¢s ilustrativa de los primeros d¨ªas del juicio del proc¨¦s que esa misma mesa, llena de documentos en el turno de Joaquim Forn y vac¨ªa en el de Oriol Junqueras.
Forn cree que cuando a uno le imputan unos hechos, hay que desacreditar esos hechos. Suena como una decisi¨®n racional, que es, como saben, la kriptonita del proc¨¦s. A Junqueras, en cambio, no parecen importarle los hechos. ?l lo f¨ªa todo al poder embelesador de su verbo, a la persuasi¨®n que provoca la carga emotiva de las palabras id¨®neas: buena persona, dem¨®crata, republicano, cristiano. Junqueras sigue en modo proc¨¦s y ya se sabe que en el proc¨¦s nunca importaron demasiado los hechos, salvo los que no exist¨ªan o los que favorec¨ªan al independentismo.
El l¨ªder de ERC se comport¨® en el Tribunal Supremo como si estuviera en la tribuna del Parlament o en un mitin, donde nunca llevaba papeles; disert¨® sobre la moral, sobre la bondad, sobre lo humano, sobre lo divino. Junqueras no distingue entre un fiscal y un ciudadano, entre un parlamentario y un abogado, entre un feligr¨¦s y un juez. Siempre est¨¢ en campa?a.
Forn hab¨ªa preparado a conciencia su defensa; Junqueras se limit¨® a hacer lo que lleva haciendo los ¨²ltimos a?os. Forn, m¨¢s all¨¢ de cuestiones penales o pol¨ªticas, parece un pencaire; Junqueras da la impresi¨®n de ser uno de esos profesores inteligentes y p¨ªcaros que, cuando llevan diez a?os ense?ando la misma materia, no preparan nada: tiran de ingenio y de agudeza y repiten las mismas bromas, pero han decidido que el trabajo serio lo hagan otros. El problema de Junqueras es que, mientras ¨¦l sigue declamando la misma lecci¨®n de siempre, por primera vez en muchos a?os le asignaron una materia distinta en un aula diferente.
Adem¨¢s, parece dar por hecho que es un juicio decidido de antemano, as¨ª que ?para qu¨¦ defenderse de forma racional para intentar pasar el menor tiempo posible en la c¨¢rcel? Junqueras demuestra ser coherente: es tan irresponsable respecto de la suerte de los catalanes como de la suya particular.
Sea como sea, la declaraci¨®n de Junqueras, al no interactuar con nadie, fue una perfecta met¨¢fora del proc¨¦s (aunque no necesariamente del independentismo, del que hay una versi¨®n, ahora mismo minoritaria, que apostar¨ªa por otra v¨ªa). Un mon¨®logo. Una parte ignora a las dem¨¢s porque la independencia es una cuesti¨®n de justicia ¡ªtravestida de democracia¡ª y, como en toda cuesti¨®n de justicia, no se pide la opini¨®n de los dem¨¢s, menos a¨²n su consentimiento: la justicia se hace, no se debate; la independencia se hace, no se negocia. Por ello la llamada procesista al di¨¢logo era de un cinismo inaudito: no interesaba el di¨¢logo, sino repetir el mon¨®logo.
Pero fue tan sobreactuado el mon¨®logo de Junqueras que todo termin¨® teniendo el significado contrario del que ¨¦l le pretend¨ªa dar. Se quer¨ªa presentar como un hombre humilde, pero rezumaba arrogancia al considerar impl¨ªcitamente que a ¨¦l, a diferencia de Forn, lo estaba juzgando un tribunal superior: la Historia. Se excus¨® del delito de odiar a Espa?a, que nadie le hab¨ªa imputado, diciendo que amaba a Espa?a: qui s'excuse s'accuse? (por lo dem¨¢s, ?a qui¨¦n podr¨ªa pas¨¢rsele por la cabeza que Junqueras odie a los espa?oles cuando fue precisamente ¨¦l quien tuvo la iniciativa de mandarles a Gabriel Rufi¨¢n?). Dec¨ªa que hubo una silla vac¨ªa enfrente cuando ¨¦l mismo ¡ªentre otros¡ª propici¨® la v¨ªa unilateral, que consist¨ªa precisamente en conseguir que esa silla estuviera tan vac¨ªa como la mesa desde la que declar¨®.
Todo micr¨®fono es una oportunidad para hacer campa?a electoral y toda campa?a electoral necesita un micr¨®fono. Junqueras lo sabe y no lo va a desaprovechar. Ahora, con la convocatoria de elecciones general para el 28 de abril, la campa?a se va a acentuar y es posible que en el juicio haya cada vez m¨¢s declaraciones como la de Junqueras, con la mesa vac¨ªa de papeles.
Pero el caso de Junqueras es especial. ?l est¨¢ dispuesto a sacrificarse no ya por la independencia, sino por unas elecciones. El junquerismo es amor, dijo alguna vez el propio Junqueras. Yo m¨¢s bien dir¨ªa que el junquerismo es martirologio, justicia de la Historia y mon¨®logo. Una combinaci¨®n irrelevante para el derecho pero probablemente ganadora para las elecciones.
Pau Luque es profesor de Filosof¨ªa del Derecho en la UNAM.
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