Melancol¨ªa con leopardo
El Zoo es la casa de la naturaleza en la ciudad y un lugar que atesora recuerdos, experiencias y emociones inestimables e imborrables para una parte de los ciudadanos
Pasear por el zoo, en el que se nota el peso de la amenaza, se ha convertido en un ejercicio de melancol¨ªa. Hasta los cocodrilos parecen crepusculares. Hay muchas instalaciones en obras o cerradas. El viernes esper¨¦ hasta la hora de cerrar y me qued¨¦ a solas con el leopardo, sus manchas y su mirada. Hac¨ªa una tarde luminosa, una leve brisa soplaba en la copa de los ¨¢rboles y parec¨ªa arrastrar el vuelo de las garzas. El rugido del le¨®n pon¨ªa una nota de profunda emoci¨®n y estremecimiento. Pens¨¦ en cu¨¢nto le deben mis lecturas (desde el Fauna de F¨¦lix hasta los trabajos de George Schaller), el af¨¢n de viajes y aventuras y el amor por la naturaleza a las muchas visitas desde ni?o al zoo. Es f¨¢cil reconocer en el zool¨®gico el crisol de tantos sue?os y el origen del anhelo de vida salvaje. Seguramente lo que no entienden los enemigos ac¨¦rrimos del zoo y esta administraci¨®n colauista, tan ferozmente bienintecionados y armados hasta los dientes de moralidad como Savonarolas y Robespierres del elefante y la bicicleta, es que en su cruzada para acabar con el zool¨®gico no solo se enfrentan a criterios racionales y cient¨ªficos de peso ¨Cque, por cierto, no parecen importarles mucho- sino tambi¨¦n a los sentimientos de una parte de la ciudadan¨ªa, tan leg¨ªtimos como los suyos
El zoo es mucho m¨¢s que un centro en que se exhiben, cr¨ªan, investigan y preservan animales. Es la casa de la naturaleza en la ciudad y un lugar que atesora recuerdos, experiencias y emociones inestimables e imborrables para una parte de los ciudadanos. Eso no se puede eliminar de un plumazo y de un ¡°porque yo lo digo¡±, ni es justo hacerlo. Menos a¨²n cuando se trata de perpetrar la extinci¨®n con criterios y argumentos a menudo waldisneyanos, demag¨®gicos o directamente torticeros, ignorando lo que tiene la naturaleza de ¡°red in toth and claw¡± y convirtiendo a los animales en seres humanos, un empe?o que hay que recordar qu¨¦ mal le sali¨® y con cu¨¢nto dolor para los primeros al doctor Moreau en su isla.
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