Mallorquines comestibles y vetados
En las Islas crece el tomate de ¡®ramallet¡¯ bajo una capilleta, all¨ª nace el ¡®pa amb oli¡¯ y los sofritos
Fue un hallazgo casual y es una rareza, un invento sin firma ni fecha de campesinos pr¨¢cticos. Parece y es una ¡°instalaci¨®n ef¨ªmera¡±, un orden simple hijo de la necesidad. Son ¡°capillitas¡±, hojas de chumberas, dobladas, marcadas, sin cortar. Son la protecci¨®n de las peque?as tomateras de ramallet, la magia del pa amb oli, salsas y sofritos.
Estos invernaderos, artilugios vegetales, guarecen las miniaturas de tomatera, las amparan del viento del norte desaforado y fr¨ªo, del sol alto y de las heladas repentinas y tienen la tierra h¨²meda para las ra¨ªces. Los artefactos recuerdan fragmentos de la ?pera de Sidney de Utzon, trazos de Jujol o Gaud¨ª en la Seu de Mallorca o un carnet de LeCorbusier. El decorado aparece de repente, sin Google Maps, por carreteras secundarias caminos y senderos de Mallorca en este caso. En el llano existe una red laber¨ªntica, primaria, que un¨ªa villas, posesiones, oratorios, fuentes, pozos, miles de parcelitas de payeses modestos.
Unos mundos distintos, esos paisajes humanos los explicaba en los a?os 70 desde el avi¨®n e in situ un puntal de la arquitectura, Manuel Sol¨¤-Morales, con casal en Art¨¤, descubridor de Mallorca para su hu¨¦sped Rafael Moneo. Sol¨¤, ya fallecido, hac¨ªa expediciones con sus disc¨ªpulos. Uno, Josep Antonio Acebillo, lo resumi¨® preciso con media isla a la vista, en una matanza. Acebillo, el gestor urbano de Barcelona durante 30 a?os (1981-2011) y mano derecha de Oriol Bohigas. En la post ¡°Baleares SA¡±, edad de plomo que sigue en la fundici¨®n ¡ªentre 1980 hasta m¨¢s all¨¢ de 2000¡ª, un art¨ªculo elogioso y de alerta de Manuel de Sol¨¤-Morales y el an¨¢lisis de otro vip (un economista de fama) fueron excluidos/vetados/censurados en Sa Nostra, en su libro sobre los 25 a?os de informes econ¨®micos y sociales. La ex caja, fundida y evaporada y en juicios por corrupci¨®n abiertos.
En Mallorca interior y aun profunda, se cultivan tomates de ramallet, de colgar. Sobreviven bajo un gorro antiguo o capillita de hoja de chumbera para poder dar p¨¢tina y sabor al pan con aceite, sofritos, caldos, guisos y salsas. Las arcaicas capillitas de chumbera parecen un ejercicio arquitect¨®nico, un experimento de escuela, una excentricidad mallorquina.
As¨ª las cosas, existe un mallorqu¨ªn comestible: es un bocadillo caliente de sobrasada y queso. Se sirve en Barcelona y en ¨¦l se besan y casan sabores, grasas y colores de dos s¨ªmbolos de Mallorca y Menorca. El detalle lo se?al¨® en una comida de cinco horas en Pollen?a una discreta y precisa (obviamente) dise?adora catalana que trabaja en el Museo del Dise?o DHUB, la ¡°grapadora¡± de Oriol Bohigas en Barcelona.
Un grande de la arquitectura moderna ¡ªotro¡ª Francisco Sa¨¦nz de Oiza, tuvo casa en Pollen?a, en Palma se vet¨® su reforma de la plaza de Sant Francesc pero queda su sello en la Ciudad Blanca de Alc¨²dia y la casa Huarte de Formentor. El estudio del pintor Biel March, linda con un casita refugio de S¨¢enz de Oiza en Ses Rotes; cerca de su casal de Colonya que fue del librepensador Guillem Cifre. March mostr¨® el secreto del viejo ¡°papa¡±: de pronto sobrevuela un porche muy alto y completamente abierto, en pendiente inversa, con columnas de bloques de mar¨¦s, que se ven en grandes apriscos de fincas gigantes. Podr¨ªa ser un Utzon o un an¨®nimo picapedrero. Era un espejismo, un artefacto eficaz, simple; y en invierno es refugio de cabras. March cit¨® al pintor Joan Sastre, al compositor Joan Valent y a los arquitectos Rafel Moranta, Jaume Mayol, Carme Pin¨®s y dos expertos barceloneses de mirada clara, sigilosos.
Los estudiantes nost¨¢lgicos y los catalanes interesados en el mundo de ayer y la vanguardia isle?a tienen sus hitos de referencia. M¨¢s all¨¢ de los arquetipos, los continentales muestran curiosidad y consumen cultura de masas y egos, y alta cultura creativa: Miquel Barcel¨®, la marca Camper, siempre Joan Mir¨® i Pilar Juncosa (ahora marca Mir¨® Mallorca, ligada a Josep Lluis Sert y Rafael Moneo) y, Camilo Jos¨¦ Cela y los suyos.
Algo de eso flota en Un arxip¨¨lag radiant (Ensiola) un libro que es suma de 18 entrevistas/perfiles/ cr¨®nicas/reportajes ¡ªa dos voces¡ª la del autor Pere Antoni Pons y la de los protagonistas; de Sim¨® Andreu a Elias Torres, de Anthony Bonner al obispo Taltavull; de Betcholtd a Tur Costa. Las retratos son de Jean Marie del Moral. Antoni Pons al presentar el libro y explicarse, puso en cuesti¨®n el eco que tendr¨¢ en Barcelona, en Catalu?a. Observa la carencia, la ausencia, dice, de inter¨¦s por la alta cultura isle?a, por la mirada y narrativa aislada porque cree que en la metr¨®poli la cultura insular en su contexto solo se interesa por los raros o estramb¨®ticos. Miquel Barcel¨® Perell¨® ¡°Perei¨®¡± (y/o Valent¨ª Puig) cre¨ªa que ¡°los catalanes se equivocan a la hora de elegir a su mallorqu¨ªn (de referencia)¡±...Pensaba quiz¨¢s en Baltasar Porcel y en s¨ª mismo.
Desaparecido ¡°Perei¨®¡±, ya no hay comida iconoclasta del viernes santo. Cada a?o en la recta de su vida lacerada, el catedr¨¢tico de Historia Medieval, de verdad, venido de Am¨¦rica y con plaza ganada en la Auton¨°ma de Barcelona; vetado por dos veces por la local UIB de Baleares, ofrendaba un cordero de yerbas verdes a sus amigos. Era en El terme de Manacor (libro breve de memoria y fantas¨ªa), en un encinar levant¨® una bella casa, dibujada por Narcis Comadira. Al fuego un narrador, en la mesa Guillem Frontera, los c¨¢tedros Lluis Ferrer y Miquel Roca ¡ªel exalcalde¡ª Miquel Riera, las tres hijas, su ultima compa?era, Helena. Fue su lento adi¨®s. Ahora ¨¦l y otros comensales son ceniza en la urna vencidos por un cangrejo.
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