Agenda para el d¨ªa despu¨¦s
La verdadera fortaleza no est¨¢ en el recurso a los instrumentos represivos y los mecanismos constitucionales de excepci¨®n, sino en la capacidad de encauzar pol¨ªticamente problemas que son pol¨ªticos
Ma?ana los ciudadanos votaremos y a partir del lunes es obligaci¨®n de quienes salgan elegidos encontrar una mayor¨ªa de gobierno para afrontar los grandes problemas del pa¨ªs. Esta introducci¨®n puede parecer una perogrullada pero no lo es por el mal gusto que nos deja una campa?a en que el ruido de la impotencia ha marcado el ritmo. Las alarmas han sonado con intensidad estos d¨ªas, con los partidos m¨¢s pendientes de no perder cuota que del futuro. Las grandes cuestiones que figuran en las prioridades de la ciudadan¨ªa han estado ausentes del debate o a la sumo han quedado en el plano de los enunciados gen¨¦ricos, como, por ejemplo la fundada y reiterada insistencia de la izquierda en poner la cuesti¨®n de la desigualdad en primer plano.
Catalu?a, octava preocupaci¨®n de los ciudadanos seg¨²n la ¨²ltima encuesta del CIS, ha sido convertida en centro de todas las batallas, en una doble demostraci¨®n de la debilidad de los partidos pol¨ªticos: les ha servido para eludir los problemas econ¨®micos y sociales que corren el riesgo de poner en evidencia la impotencia de la pol¨ªtica en un contexto dominado por el falso e ideol¨®gico principio de que no hay alternativa. Y con el simplismo propio de toda confrontaci¨®n identitaria ¡ªsiempre en el eje del amigo y el enemigo¡ª han enturbiado la pelea hasta reducir la contienda a tres bloques: derecha, izquierda y nacionalismos perif¨¦ricos, con estos ¨²ltimos como fuente de toda sospecha respecto a la lealtad patri¨®tica de la izquierda.
Los pa¨ªses viven fracturas sociales crecientes que pueden producir estallidos en cualquier momento
Y, sin embargo, hay una agenda pendiente que alguien tendr¨¢ que afrontar. Estas son algunas de las prioridades: desigualdad, nueva econom¨ªa, cambio clim¨¢tico, fortalecimiento del Estado, defensa y recuperaci¨®n de las libertades, inmigraci¨®n, crisis de representaci¨®n y regeneraci¨®n de la pol¨ªtica. La desigualdad simboliza el lugar en el que convergen los problemas econ¨®micos, pol¨ªticos y sociales del momento. La econom¨ªa ha mutado mucho desde que la democracia y el capitalismo industrial encontraron un punto de equilibrio en el Estado naci¨®n. Estamos en una fase del capitalismo en que los pactos de cohesi¨®n interior de los Estados no existen porque los poderes econ¨®micos no sienten necesidad de ellos. Y la pol¨ªtica no tiene instrumentos globales para poner l¨ªmites adecuadamente.
La cuesti¨®n catalana ha servido para que la derecha despliegue todo un arsenal de restricciones de derechos
Los pa¨ªses viven fracturas sociales crecientes que pueden producir estallidos en cualquier momento. Una nueva econom¨ªa requiere nuevas pol¨ªticas. Y no se puede, como hace la derecha, rechazar que se impongan l¨ªmites al dinero al tiempo que prepara el camino al autoritarismo por si la situaci¨®n se hace socialmente insostenible. De ah¨ª que si las pol¨ªticas econ¨®micas no evitan las fractures de clase, generacionales y educativas la propia democracia entrar¨¢ en zona de riesgo. Y m¨¢s con la amenaza de un deterioro de la salud del planeta que el ego¨ªsmo de lo inmediato desoye. El Estado sigue siendo el marco pol¨ªtico por excelencia, pero el futuro pide consolidar las escalas supranacionales ¡ªpor eso son tan importantes las elecciones europeas de mayo¡ª y dar mayor poder a las ciudades, sujeto pol¨ªtico fundamental para afrontar problemas tanto ecol¨®gicos como de integraci¨®n social y de la diversidad.
Hemos o¨ªdo estos d¨ªas que el Estado ha demostrado su fortaleza ante el independentismo catal¨¢n. Pero la verdadera fortaleza no est¨¢ en el recurso a los instrumentos represivos y los mecanismos constitucionales de excepci¨®n. Si se ha de llegar hasta aqu¨ª es porque ya se ha fracasado. La fortaleza est¨¢ en la autoestima. La sobreactuaci¨®n siempre es se?al de debilidad. La fortaleza est¨¢ en la capacidad de encauzar pol¨ªticamente problemas que son pol¨ªticos. Y la cuesti¨®n catalana ha servido para que la derecha despliegue todo un arsenal de restricciones de derechos ¡ªdesde los delitos de odio hasta el uso sistem¨¢tico de la excepcionalidad¡ª que abren el camino al autoritarismo postdemocr¨¢tico.
La crisis de representaci¨®n de las democracias europeas tiene un car¨¢cter indiciario grave. La democracia no puede funcionar si los ciudadanos no se sienten concernidos. Y hace tiempo que los gobernantes se alejan al m¨¢ximo de ellos, ya sea con un tecnocratismo que solo crea desconfianza y alejamiento o con el recurso a las fabulaciones identitarias que colocan presuntos valores transcendentales por encima de la realidad. En ambos casos, la democracia pierde. Sin reconocimiento, sin derecho a la palabra, sin mecanismos de deliberaci¨®n y sin capacidad de influir en la toma de decisiones, el ciudadano se siente ajeno al sistema. Y la democracia es puro simulacro. Probablemente es lo que pretenden muchos de los que se presentan a estas elecciones.
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