Espa?a plural
Aprovechando la mayor¨ªa en el Senado del PSOE ser¨ªa el momento de retomar el debate de la reforma territorial, ofreciendo, como m¨ªnimo, una hoja de ruta para la que se exigiera lealtad de las partes
Los partidos nacionalistas perif¨¦ricos han tenido un peso importante en la conformaci¨®n de gobiernos estables en Espa?a, tanto cuando ha gobernado el Partido Popular como cuando ha gobernado el Partido Socialista. En otras ocasiones, el apoyo no ha sido constante y expreso, pero s¨ª ha permitido la aprobaci¨®n de leyes de presupuestos del Estado, instrumento esencial de gobernabilidad, u otras iniciativas legislativas de enorme calado. El efecto ¨²til que los partidos nacionalistas perif¨¦ricos han tenido en la estabilidad institucional espa?ola les ha comportado una enorme visibilidad y un impacto pol¨ªtico superior a su peso num¨¦rico en el Congreso. Sin embargo, el parlamentarismo y el sistema electoral previsto en la LOREG han compensado el perfil bajo con el que la Constituci¨®n de 1978 ha configurado el Senado, te¨®rica c¨¢mara de representaci¨®n territorial, y los instrumentos d¨¦biles de participaci¨®n de las Comunidades Aut¨®nomas en los procesos de toma de decisi¨®n del Estado. La doctrina pone de manifiesto estas circunstancias desde hace muchos a?os y, por ello, venimos reclamando una reforma del modelo de organizaci¨®n territorial del Estado previsto en la Constituci¨®n.
Por otra parte, recordemos que las Autonom¨ªas tambi¨¦n son Estado. Una parte de los problemas de Catalunya se deben que el Estado ha ido desapareciendo, permitiendo que algunos ejercieran la autonom¨ªa como un ¨¢mbito de poder pol¨ªtico excluyente. Al mismo tiempo, el aparato pol¨ªtico del Estado (central) ha actuado en muchas ocasiones con desconfianza respecto de las instituciones auton¨®micas, trat¨¢ndolas como poderes delegados, y no como entidades que encuentran su legitimidad en la Constituci¨®n, exactamente igual que los del Estado (central).
Pretender restringir la presencia de los nacionalistas perif¨¦ricos en el Congreso podr¨ªa suponer una nueva forma de capar la presencia y la representaci¨®n de las Comunidades Aut¨®nomas en las instituciones del Estado. Es cierto que los partidos nacionalistas auton¨®micos no representan necesariamente a las CCAA o sus intereses, pero es evidente que tienen un alto nivel de apoyo y una alta presencia en las instancias de gobierno auton¨®micas. El 28-A ha evidenciado como hay una parte importante de la ciudadan¨ªa que ante los ataques de algunos partidos a sus instituciones o a su identidad han votado a partidos nacionalistas o regionalistas. Estas opciones han sido percibidas como una forma de frenar a la extrema-derecha pero, tambi¨¦n, a las amenazas de PP y Cs de recentralizaci¨®n.
ERC, JxCAT, EAJ-PNV, EH-Bildu, CCa-PNC, NA+ y PRC suman 2.462.977 votos, y 37 esca?os en el Congreso (m¨¢s que Cs en las ¨²ltimas elecciones, o m¨¢s que Podemos en estas). A ellos pueden sumarse los votos de Comprom¨ªs (172.751) con un esca?o, e, incluso, a los soberanistas de ECP-Guanyem (614.738), con 7. Esto es, m¨¢s de 3.000.000 de personas, m¨¢s de un 12 % de los electores, 45 diputados. Estos resultados, por mucho que determinados sectores ideol¨®gicos se empe?en, tambi¨¦n son representativos de Espa?a y por ello, la Constituci¨®n configur¨® ya en 1978 un sistema descentralizado pol¨ªticamente.
La LOREG fue pensada para un momento democr¨¢tico muy concreto, el de puesta en marcha del sistema constitucional, que requer¨ªa de estabilidad pol¨ªtica, ergo, un parlamento sostenido sobre dos grandes partidos acompa?ados de algunos grupos minoritarios. Hoy el arco parlamentario, como la sociedad, ha cambiado sustancialmente. Los intereses ciudadanos ya no se ordenan en ejes exclusivos de izquierda y derecha, sino que concurren con otros criterios que acaban determinando el voto. Uno de estos ejes es el nacional. Todo lo ocurrido en Catalu?a en los ¨²ltimos a?os, que nos ha colocado en una situaci¨®n pol¨ªtica de excepcionalidad democr¨¢tica, no puede aprovecharse para limitar la presencia auton¨®mica en el Congreso de los nacionalismos perif¨¦ricos, por otra parte, diversos entre ellos y, en muchos casos, con actitudes del todo leales al sistema.
Los nacionalismos perif¨¦ricos no van a desaparecer, como no lo har¨¢ tampoco el independentismo. Cualquier gobierno deber¨¢ contar en esta nueva etapa con algunas de esas. Sin duda, el independentismo genera recelos, no es para menos, pero su liderazgo est¨¢ ahora en manos de ERC, una fuerza que parecer¨ªa haber reorientado sus prioridades. Aprovechando, adem¨¢s, la mayor¨ªa en el Senado del PSOE, ser¨ªa el momento de retomar el debate de la reforma territorial, ofreciendo, como m¨ªnimo, una hoja de ruta para la que se exigiera lealtad de las partes. Esperemos, adem¨¢s, que al menos una parte de la derecha haya entendido el mensaje.
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