Colau y el poder de la Meridiana
La descalificaci¨®n y el rechazo a su legitimidad que ha sufrido la alcaldesa es la misma que las derechas aplicaron a los gobiernos de la izquierda con Pasqual Maragall y Montilla
Ada Colau aspira a obtener el pr¨®ximo domingo un segundo mandato como alcaldesa de Barcelona sin que los poderes tradicionales de la ciudad hayan digerido todav¨ªa el enorme disgusto que les provoc¨® el inesperado inicio del primero. De aquella victoria contra pron¨®stico de En Com¨² Podem se dijo con acierto que marcaba un cambio sociopol¨ªtico en la ciudad: cuatro d¨¦cadas de gobiernos municipales encabezados por significativos representantes de las clases medias catalanistas daban paso a una alcaldesa y una coalici¨®n formada por activistas y pol¨ªticos de extracci¨®n n¨ªtidamente popular. El cambio se expres¨® mediante una met¨¢fora territorial ilustrativa: el poder municipal hab¨ªa pasado de la Diagonal a la Meridiana. Es decir, del eje urbano mesocr¨¢tico al eje de los barrios m¨¢s populares.
Durante este periodo, la alcaldesa y su equipo de gobierno han debido hacer frente a la hostilidad abierta de quienes han considerado que la direcci¨®n del Ayuntamiento de Barcelona les pertenece casi como por derecho natural. O, dicho de otra manera, como expresi¨®n de la hegemon¨ªa socioecon¨®mica de las clases medias y altas sobre las clases populares y trabajadoras. La han tenido por una okupa en el despacho de la plaza de Sant Jaume y han hecho todo lo que han podido para boicotear sus pol¨ªticas, pero tambi¨¦n para, conscientes de su popularidad, destruir su imagen personal. No lo han conseguido, pero no ser¨¢ porque no hayan porfiado en el empe?o. Valgan como ejemplo algunos esl¨®ganes de estos ¨²ltimos d¨ªas: Colau no se ha conectado a la empresa municipal de electricidad que promueve. Colau okup¨® una casa en su juventud. Colau es la responsable del atentado de La Rambla.
La animadversi¨®n de sus adversarios procede de ah¨ª, pero no s¨®lo. Cuando Ada Colau y su equipo de gobierno decidieron que las prioridades del Ayuntamiento de Barcelona fueran el gasto social y la municipalizaci¨®n de servicios p¨²blicos b¨¢sicos, como el agua y la electricidad, o pol¨ªticas de fuerte impacto en los segmentos m¨¢s pobres de la poblaci¨®n, como la promoci¨®n de vivienda p¨²blica, las guarder¨ªas infantiles o los servicios funerarios, descubrieron que chocaban contra todos. Contra los partidos de la derecha, porque tienen otras prioridades. Pero tambi¨¦n contra los otros partidos de la izquierda que podr¨ªan compartir parte de su programa, porque no se han atrevido o no han querido enfrentarse a los poderes econ¨®micos, a los lobbies de los sectores que ven esas pol¨ªticas como un ataque y una intromisi¨®n.
Esta situaci¨®n pol¨ªtica tuvo hace no tantos a?os un antecedente muy parecido en las dos legislaturas de gobiernos de coalici¨®n de las izquierdas en la Generalitat entre 2003 y 2010. Los presidentes Pasqual Maragall y Jos¨¦ Montilla fueron tambi¨¦n considerados como okupas por el centroderecha nacionalista, que se consideraba poco menos que propietario de la instituci¨®n. Ada Colau ha sido ahora objeto del mismo tipo de sucesivas y feroces campa?as de presi¨®n pol¨ªtica, desprestigio personal y acoso medi¨¢tico.
Como los gobiernos de Maragall y Montilla en su momento, el equipo de Colau ha conseguido sacar adelante infinidad de proyectos de positiva incidencia social. Sus adversarios, sin embargo, no dejan de sentenciar en todo momento que la gesti¨®n municipal es un desastre. En este concierto de opositores, en el que participan tanto los adversarios de la derecha como los rivales de la izquierda, resulta particularmente extra?o el argumento que ha escogido Ernest Maragall, ahora candidato de ERC, despu¨¦s de largas d¨¦cadas como dirigente del PSC. Se trata de la idea de que Barcelona necesita y merece ser gobernada porque lleva cuatro a?os sin serlo. O sea, que ERC primero hace todo lo posible para entorpecer la acci¨®n de Colau, votando una y otra vez en el pleno del Ayuntamiento contra sus proyectos, incluidos algunos que figuraban en su propio programa, y luego le acusa de no gobernar.
Tan sorprendente como esto es tambi¨¦n, sin embargo, que quien lo predique sea el candidato de un partido como ERC que lleva en el gobierno catal¨¢n desde 2012 sin dedicarse a pr¨¢cticamente nada m¨¢s que a impulsar y acompa?ar a la derecha nacionalista en una alocada y temeraria aventura cuyo resultado ha sido la intervenci¨®n de la Generalitat por el Gobierno de Espa?a, la disoluci¨®n del Parlament, la destituci¨®n de su Presidente y de su Gobierno y el encarcelamiento y juicio de sus componentes. Obcecados por la animadversi¨®n hacia Colau, ERC y Maragall le atribuyen un no-gobierno de la ciudad que en realidad es lo que mejor define su propia actuaci¨®n en los ¨²ltimos a?os al frente de la Generalitat de Catalu?a. Y a esta aventura proponen sumar ahora el ayuntamiento de Barcelona.
As¨ª est¨¢ la batalla por la capital.
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