Luces y sombras
Embelesado por su propia ret¨®rica, buena parte del independentismo no entiende a¨²n que imponer un refer¨¦ndum unilateral a la otra mitad de Catalu?a puede ser vivido por ¨¦sta, como un acto de hostigamiento.
Visto el nivel de pasi¨®n y de fe de muchos independentistas, quiz¨¢s es s¨®lo un poco m¨¢s exagerado de la cuenta decir que muchos de ellos ve¨ªan la independencia como la luz destinada a iluminar la oscuridad en que les hab¨ªa sumido Espa?a. Deslumbrados por el resplandor de esa idea improbable, no se dieron cuenta de que cuando la luz irrumpe, adem¨¢s de enmendar la noche m¨¢s negra, produce una serie de sombras que no exist¨ªan con anterioridad a ese resplandor.
Benet Salellas, exdiputado de la CUP y abogado de Jordi Cuixart, parece sospechar la presencia de una de esas sombras. En una interesante entrevista con Guillem Mart¨ªnez hace unas semanas, dijo que desde el independentismo hab¨ªa que preguntarse qu¨¦ se hab¨ªa hecho mal para que existieran ¡°personas que se han sentido atacadas como para responder con esa falta de empat¨ªa hacia los independentistas¡±.
Una de las cosas que el grueso del independentismo ha obviado fue que, en el oto?o de 2017, asustaron a una buena parte de catalanes no-independentistas. Y no se trataba de que estos ¨²ltimos no quisieran separarse de Espa?a, o no s¨®lo: era pavor por c¨®mo se estaban haciendo las cosas.
Imbuido por la euforia iluminante, el independentismo nunca pareci¨® concebir la posibilidad de que ese sue?o que parec¨ªa estar materializ¨¢ndose esas semanas pudiera ser una pesadilla para otros muchos catalanes. Era algo simplemente impensable. Embelesado por su propia ret¨®rica, buena parte del independentismo no entiende a¨²n a d¨ªa de hoy que imponer un refer¨¦ndum unilateral a la otra mitad de Catalu?a puede ser vivido por ¨¦sta, o por una parte muy significativa de ¨¦sta, como un acto de hostigamiento.
¡°?Pero si pod¨ªan votar todos en el refer¨¦ndum!¡±, me replicar¨¢n algunos independentistas. Sin embargo, si tan evidente y tan democr¨¢tico era que ese refer¨¦ndum era tan pulcro y bueno, ?por qu¨¦ persisti¨® el malestar entre la otra mitad de Catalu?a? ?De veras creen que los otros catalanes eran ¡ªson¡ª furibundos espa?olistas antidem¨®cratas? ?Tan dif¨ªcil es entender que tener una cultura democr¨¢tica medianamente exigente no se reduce a poner urnas para decidir sobre lo que yo quiera, donde yo quiera, como yo quiera y cuando a m¨ª se me antoje? ?No les dice algo preocupante que de aquel supuesto 80% a favor de aquel vestigio llamado ¡°derecho a decidir¡± s¨®lo la mitad acudiera a ¡°votar¡± aquel primer domingo de octubre?
El independentismo puede refugiarse una vez m¨¢s en la narrativa maniquea en la que en el fondo est¨¢ c¨®modamente instalado desde hace a?os, m¨¢s a¨²n ahora con los l¨ªderes independentistas en prisi¨®n preventiva: somos pac¨ªficos, somos dem¨®cratas, etc. Al rev¨¦s de lo que hace Saturno con su hijo, el independentismo se vio devorado por la narrativa que ¨¦l mismo hab¨ªa engendrado y, de este modo, qued¨® blindado ante la posibilidad de comprender las dobleces y las complejidades de la vida pol¨ªtica. Y, de manera particular, qued¨® inhabilitado para entender que buena parte de la otra mitad de Catalu?a se sinti¨® atacada en 2017. Es m¨¢s, no s¨®lo qued¨® blindado, sino que, por definici¨®n, la otra parte no pod¨ªa sentirse hostigada: ?c¨®mo podr¨ªa sentirse hostigada y atacada si nosotros somos pac¨ªficos y dem¨®cratas y buenas personas? Lo cierto es que para lo que el independentismo fue un inapelable e irrefutable ejercicio de pacifismo y democracia, para otros muchos catalanes fue un acto de hostilidad.
Es posible que me equivoque, y que est¨¦ sobreinterpretando las palabras de Salellas, o puede, simplemente, que est¨¦ haciendo un infundado juicio de intenciones, pero dir¨ªa que Salellas est¨¢ llamando con voz baja al independentismo a hacerse cargo de esa sensaci¨®n de agravio de la otra mitad de Catalu?a (aunque no tengo claro que est¨¦ dispuesto a aceptar que hubo no s¨®lo una percepci¨®n de hostigamiento, sino un hostigamiento real hacia esa otra mitad).
No hay que hacerse demasiadas ilusiones con respecto al ejercicio de autocr¨ªtica que reclama Salellas, porque preguntarse qu¨¦ se hizo mal en el proc¨¦s obligar¨ªa al independentismo a renunciar a lo ¨²nico a lo que, al menos el independentismo m¨¢s vociferante, no parece estar dispuesto a renunciar: la sacralidad del 1-O. Hasta que el independentismo no reconsidere el acto de fe seg¨²n el cual recibir golpes de porra el 1-O lo convierte a uno en un escrupuloso dem¨®crata, y hasta que no asuma que la m¨¢s da?ada por la estrategia unilateral no fue ¡°Espa?a¡±, sino esa otra mitad de Catalu?a, no podr¨¢ empezar a entender qu¨¦ hizo mal.
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