Estupores electorales (2)

Si el juicio de la cosa no fuera tremendo se dir¨ªa que tiene la funci¨®n de animar las campa?as electorales, tan rematadamente aburridas. Algo de eso hay. Se ha trivializado tanto el asunto que de repente lo que hab¨ªamos convertido en trivial ha resultado palpable, incluso posible. Me he cansado de o¨ªr y leer a gente que sigue el juicio como si fuera una serie de tele (de ficci¨®n). Pues qu¨¦ bien. Y esta semana, venga, el guion ha dado un giro, como en las mejores series e incluso en las peores: a los estupores de abril de ver y o¨ªr a un candidato dar una rueda de prensa desde la c¨¢rcel, por la tele hemos visto este mes de mayo que otras im¨¢genes se pon¨ªan estupendas: los candidatos de abril, presos y electos, salen un rato de la celda para acreditarse en las Cortes y el d¨ªa siguiente tomar posesi¨®n de su esca?o, votar y jurar o prometer. Y vuelta a la c¨¢rcel.

No pod¨ªa apartar la mirada de la pantalla, por m¨¢s trabajo que tuviera. El lunes, Ra¨¹l Romeva, senador votado por casi un mill¨®n de personas, entraba en la sala correspondiente donde se le har¨ªa la foto de la ficha senatorial y todo lo dem¨¢s. Los servicios legales no dejaban emitir la se?al sonora y ve¨ªas la extra?a escena en silencio, incluso de los comentaristas del programa y de su directora, que no sab¨ªan qu¨¦ hacer, s¨®lo sab¨ªan que el silencio casa mal con la tele y algo hab¨ªa que decir. Fue el primer estupor de la ma?ana.

El senador hablaba con las funcionarias, que le atend¨ªan con enorme acierto, me dije. Le daban la mano, le sonre¨ªan. Como a cualquier otro senador que debieran acreditar. Lo que primero me dio alivio de inmediato me caus¨® malestar: la rematada normalidad de hacer ver que no pasa nada. Una primera conclusi¨®n es que en el caso de los funcionarios es digno de elogio.

Cuando las c¨¢maras dieron paso a qu¨¦ suced¨ªa en el Congreso, los hados del asunto hab¨ªan decidido que la se?al sonora pod¨ªa llegar a la tele. Un rumor rodeaba a los diputados presos mientras acced¨ªan por el pasillo a una sala. El diputado Junqueras era el ¨²ltimo, campechano como es se paraba a saludar a unos y a otros con toda la pachorra del mundo. Quien fuera que ten¨ªa el mando en esto (el Supremo o la Junta electoral, me pierdo, ustedes dispensar¨¢n) hab¨ªa dispuesto que los diputados no pod¨ªan hablar con la prensa. Ah, se?ores. Se olvidan ustedes de que existen los tel¨¦fonos m¨®viles que, mientras la guerra comercial tecnol¨®gica mundial no vaya a mayores, tienen la capacidad de grabar. Y los diputados grabaron, y tanto.

No s¨¦ de qui¨¦n es el cuadro ante el cual nos hablaron los diputados Junqueras y S¨¤nchez. Es una escena de pescadores al llegar a la playa con su migrado bot¨ªn del mar y no, no es el cuadro de Sorolla Y luego dicen que el pescado es caro, es mucho m¨¢s oscuro. Los diputados Rull y Turull emitieron sus mensajes desde otro ¨¢ngulo.

Al d¨ªa siguiente, este martes, ya me enganch¨¦ a la tele de buena ma?ana. Al menos al audio, mientras trabajaba. Pero lo vi, mejor verlo que te lo cuenten. Constituci¨®n de las Cortes y los diputados y el senador presos acudir¨ªan a ocupar su esca?o.

Tambi¨¦n lo har¨ªan los diputados de la ultraderecha. Fueron ma?aneros. Un cronista dec¨ªa que a las siete de la ma?ana ya estaban ante los leones, dispuestos a ocupar un buen asiento que les garantizara ser vistos y bien vistos por los ¨¢ngulos de las c¨¢maras del Congreso sobre todo. Y tanto que se les vio. Tras la fila del gobierno en funciones, tras el presidente que volver¨¢ a serlo. El diputado socialista Zaragoza, tambi¨¦n ma?anero, logr¨® sentarse entre dos ultras y dio palique a su jefe, logrando una atenci¨®n medi¨¢tica imprevista y francamente loable en un d¨ªa tan alborotado de im¨¢genes de nuevo e irremediablemente hist¨®ricas.

Hace cuatro a?os, las im¨¢genes hist¨®ricas (dispensen de nuevo) fueron las de la diputada Carolina Bescansa dando de mamar a su beb¨¦ y las gre?as y atuendos de Podemos. En esta legislatura, la 13, han sido de otro orden: el pasmo y el estupor de ver a los diputados presos acceder a su lugar de trabajo para tener que volver a primera hora de la tarde a la prisi¨®n. Con toda normalidad, se dice.

A una le dan ganas de escribir el castellano viejo y noble del presidente de la mesa de edad del Congreso, el diputado socialista burgal¨¦s Agust¨ªn Zamarr¨®n, pero no est¨¢ en mi mano, dispensen la carest¨ªa. En la memoria visual quedar¨¢ tambi¨¦n su cuidado aspecto a la indudable manera del creador del esperpento, que gracias a los estupores de esta semana ha renacido en el Congreso. Que viva Valle-Incl¨¢n.

Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF