Torres
Cada semana, una fotograf¨ªa de Madrid
El cielo amenaza con ganar la partida. La impresi¨®n congelada de la fotograf¨ªa abruma. El manto de nubes en relieve forma un techo s¨®lido que desmiente con su plasticidad los principios de la meteorolog¨ªa y la materia. Pereciera que en cualquier momento va a engullir la ciudad o a sepultarla bajo una capa de cemento. Es aire pasajero, es gas. Pero se asemeja a la cal, al estuco, al ¨®leo de un lienzo en su contraste de gris¨¢ceos y azules. Debajo espera inquieta la urbe su tr¨¢nsito hasta que descargue agua bendita o salga el sol, coqueteando con los reflejos, mecida a contraluz sin dejar de mostrarse tensa, expectante. Como prueba de su dignidad, en esa lucha severa que mantiene la huella de los hombres por perdurar en el tiempo frente al desgaste de los elementos, los edificios arguyen sus diferentes haza?as como s¨ªmbolos de distintas ¨¦pocas. Un campanario de rasgos herrerianos nos conecta con aquel Madrid que fue corte casi insular en sus herencias culturales desde el epicentro: sobrio y funcional en cuestiones de fe; acogedor, llano, locuaz, chulesco, superviviente y se?ero. Al fondo, tres rascacielos que en este caso cumplen a rajatabla su misi¨®n de tocar el techo. Alzados como las efigies verticales de otro siglo m¨¢s que sumar a la cuenta centenaria de la capital. S¨ªmbolos de una ¨¦poca en que la arquitectura encargada por las grandes corporaciones trata de t¨² a t¨² con los vecinos del para¨ªso mientras se desentiende de quienes sufren la brecha de las desigualdades por el suelo. Al extremo quedan las torres que sirvieron de p¨®rtico en Plaza de Castilla al final del XX. Los espejismos de mareas ingentes de dinero f¨¢cil apartadas ahora hacia el rinc¨®n insignificante de su memoria pasajera, con un rastro de condenas, prisiones, especulaci¨®n, desfalcos. Vendr¨¢n m¨¢s babeles de hormig¨®n, metal y cristales para desafiar el espacio y el tiempo. Abajo todo seguir¨¢ m¨¢s o menos igual. Un hormigueo de cuellos que ni se alzan para contemplar el envite del poder a las alturas. Esa fanfarroner¨ªa que a quien debe buscarse a diario la vida, no le quita el sue?o.
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