Richard Learoyd y sus fotos que miran a la pintura sin complejos
El artista expone en la Fundaci¨®n Mapfre de Barcelona sus hiperrealistas e impactantes im¨¢genes creadas con c¨¢mara oscura
Arquitectura, escultura y pintura encabezan el ranking de las artes, desde que Hegel, en el siglo XIX, estableciera un orden ¡ªen el que segu¨ªa m¨²sica, literaria y teatro¡ª, que se ha mantenido hasta hoy a?adiendo otras nuevas que el dial¨¦ctico no conoci¨®, como cine, c¨®mic y videojuegos. El octavo puesto de esta lista es para la fotograf¨ªa que algunos detractores todav¨ªa le niegan por considerar que la m¨¢quina lo hace todo. Pero hay im¨¢genes apabullantes, que acaban con cualquier pol¨¦mica sobre la validez art¨ªstica de la fotograf¨ªa. Como las creadas desde 2003 por Richard Learoyd (Nelson, Reino Unido, 1966) a partir de una c¨¢mara oscura del tama?o de una habitaci¨®n que cre¨® para fotograf¨ªar su colecci¨®n de meteoritos con la intenci¨®n de crear im¨¢genes que invitaran a meditar.
De ah¨ª pas¨® a hacer lo mismo con familiares y amigos y, con una nueva c¨¢mara m¨¢s ligera, sali¨® a la calle, creando siempre enormes y artesanales im¨¢genes ¨²nicas, por no existir negativos, pese a que Learoyd no renuncia a ¨®pticas potentes que permiten mostrar con nitidez cada pesta?a y cada poro de un rostro. El resultado son unas im¨¢genes impactantes y misteriosas que invitan a meditar, como quer¨ªa con sus meteoritos y que consiguen que la fotograf¨ªa mire a la cara y sin complejos a la pintura.
Medio centenar de estas im¨¢genes sosegadas y tranquilas, pero tambi¨¦n cargadas de una ¡°violencia latente m¨¢s que expl¨ªcita¡±, como reconoce el autor, transmitida en retratos de personajes meditativos e introspectivos, que viven un sufrimiento interior, casi siempre mujeres j¨®venes, inmaculadas y vestidas de forma atemporal. Tambi¨¦n a trav¨¦s de hombres que no dejan ver su cara pero si sus enormes tatuajes; animales muertos como cisnes, liebres y calamares colgados de hilos y, m¨¢s sutiles, flores marchit¨¢ndose y ramas de ¨¢rboles reci¨¦n cortadas con la fruta comida por los p¨¢jaros, adem¨¢s de coches estrellados y calcinados y volcanes inactivos pero que seguro crearon destrucci¨®n y muerte.
La mayor¨ªa de sus personajes no miran a la c¨¢mara, por el deseo de ¡°prolongar la experiencia de la mirada y crear un espacio para la intimidad y la comprensi¨®n¡±, seg¨²n el artista. ¡°No es f¨¢cil reunir estas obras. Hac¨ªa 10 a?os que no ve¨ªa algunas de ellas¡±, explicaba el propio Learoyd durante el recorrido por esta exposici¨®n con obras repartidas en museos y colecciones de medio mundo y que repasan 15 a?os de su trabajo. La muestra, comisariada por Sandra S. Phillips ¡ªconservadora em¨¦rita de fotograf¨ªa del San Francisco Museum of Modern Art¡ª para la Fundaci¨®n Mapfre de Barcelona (hasta el 9 de septiembre) es la m¨¢s completa que se ha dedicado en Espa?a. En septiembre se ver¨¢ en La Haya y en el enero pr¨®ximo en Madrid. ¡°Es un artista radical, pero con v¨ªnculos claros con la historia del arte¡±, explic¨® Phillips que alab¨® la ¡°sensibilidad y seriedad de su trabajo que lo iguala con los grandes maestros de la pintura¡±.
En 2010, Learoyd retrat¨® a un hombre desnudo, la ¨²nica forma de mostrar el espectacular pulpo tatuado que recorre el costado de su cuerpo, una imagen que trae a la memoria la cl¨¢sica escultura de Laocoonte y sus hijos. Es lo mismo que ocurre con Nude Model Grid (2017), una joven que nos recuerda a la Venus de Boticelli que acaba de nacer, mientras que la impactante Cabeza de caballo (2012), reci¨¦n cortada y chorreando todav¨ªa sangre, remite a las obras cl¨¢sicas de Fidias para el Parten¨®n y la no menos impactante Julie vertical (2012) estudio perfecto de capas de carne, volumen y peso sim¨¦trico nos remite a las mujeres obesas que pint¨® Lucian Freud. Adem¨¢s, sus naturalezas muertes hacen pensar a las escenas de caza pintada en los siglos XVIII y XIX, tal y como destaca la comisaria en el magn¨ªfico cat¨¢logo que se ha editado: ¡°en este caso las piezas no son fruto de la caza sino objetos de contemplaci¨®n, recuerdos de la fragilidad de la vida representados con admiraci¨®n por su extra?a belleza¡±.
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