?Por qu¨¦ tienes los colmillos tan largos, dientes de sable?
Cosmocaixa exhibe la megafauna del mioceno incluidos espectaculares f¨®siles de mastodontes y de carn¨ªvoros
Si hay un animal que concita toda la espectacularidad y la fascinaci¨®n de la ¨¦poca de los grandes mam¨ªferos de la prehistoria es el tigre dientes de sable (que no era tigre pero desde luego ten¨ªa los dientes grandes). Esa ic¨®nica bestia poderosa de enormes caninos superiores que sobresal¨ªan amenazadoramente de su boca se ha convertido en paradigma del terror, y tambi¨¦n de cierta belleza (hay quien los encuentra sexis), belleza letal, de los tiempos pret¨¦ritos, a la manera de lo que ocurre con el T. Rex en la era de los dinosaurios. Un dientes de sable (en realidad hubo muchos tipos de animales distintos a los que se les da ese apelativo) viene a ocupar ahora el trono que dej¨® vacante en Cosmocaixa precisamente un tiranosaurio (una hembra), Trix, protagonista de la exposici¨®n que logr¨® un r¨¦cord de visitantes el a?o pasado.
El dientes de sable que preside la nueva muestra temporal consagrada a las excavaciones y descubrimientos desde 1991 en el yacimiento de Cerro de los Batallones, en Torrej¨®n de Velasco (Madrid) y titulada Sables y mastodontes, la megafauna del mioceno, es un Machairodus aphanistus, una especie de f¨¦lidos del tama?o de un le¨®n y las proporciones de un tigre modernos pero con un cuello m¨¢s largo y musculado, la cola mucho m¨¢s corta, como de lince, y uno dir¨ªa, a ojo de buen cubero, intenciones incluso m¨¢s aviesas que las fieras conocidas.
Se puede ver el gran depredador a la entrada de la exhibici¨®n y da la desazonadora impresi¨®n de estar muy vivo. Es sin embargo un minucioso modelo a tama?o natural creado a partir de los f¨®siles del animal y recubierto de una piel artificial con unas marcas que no se corresponden con ning¨²n felino existente en la actualidad. Parece a punto de saltar sobre el visitante y hundirle los famosos colmillos en el cogote. Los del g¨¦nero Machairodus (¡°diente de espada¡±), que vivieron desde hace 15 millones de a?os hasta hace 2 millones, son unos de los dientes de sable m¨¢s conocidos, siendo los otros m¨¢s famosos (tambi¨¦n est¨¢n los Homotherium de los que se han hallado espl¨¦ndidos f¨®siles, H. latidens, en Incarcal, Girona) los mucho m¨¢s modernos (los hab¨ªa hace solo 12.000 a?os) pero tambi¨¦n a Dios gracias extintos Smilodon. Estos ¨²ltimos ten¨ªan los dientes a¨²n m¨¢s largos y uno de sus representantes, el Smilodon populator, ¡°el que acarrea devastaci¨®n¡± ¨Cprimo de Zumosol de los ya tremendos Smilodon fatalis de Rancho la Brea (Los ?ngeles)-, es el f¨¦lido m¨¢s grande que ha existido, con 400 kilos de peso, colmillos como dagas y una musculatura de tigre pasado de horas en el gimnasio.
Entre los principales lugares en que se han hallado los restos de Machairodus fosilizados est¨¢ Cerro de los Batallones. En los diferentes sectores del yacimiento, cuya excavaci¨®n dirige el paleont¨®logo Jorge Morales, ha aparecido una colecci¨®n absolutamente excepcional de fauna de hace 9 millones de a?os (el Mioceno intermedio o vallesiense) de la que da buena muestra la exposici¨®n. Se incluyen f¨®siles de los felinos (entre ellos cr¨¢neos completos y una reconstrucci¨®n anat¨®mica de un Machairodus en pleno salto que pone los pelos de punta) y tambi¨¦n de otros animales asombrosos desaparecidos como el mastodonte Tetralophodon, el ¨¦quido Hipparion, la hiena primitiva Protictitherium crassum o el jir¨¢fido Decennatherium rex, el holotipo (el ejemplar sobre el que se describe una especie) del cual fue encontrado en el Cerro y cuyo cr¨¢neo cornudo parece el de uno de los dragones de Juego de tronos.
Recorre uno la exposici¨®n, con 160 piezas y visitable hasta el 31 de mayo, como si hiciera un safari prehist¨®rico. No en balde Cerro de los Batallones era una especie de Serengueti en esa etapa del Mioceno, un mundo de garra y colmillo (largo) tintos en sangre, como lo define con h¨¢lito de Kipling el coordinador de exposiciones de Cosmocaixa, Alejandro P¨¦rez Jim¨¦nez.
Recorre uno la exposici¨®n, con 160 piezas y visitable hasta el 31 de mayo, como si hiciera un safari prehist¨®rico. No en balde Cerro de los Batallones era una especie de Serengueti en esa ¨¦poca
Ayudan a meterse en escena, por as¨ª decirlo, los grandes murales con ilustraciones de fauna, obra del famoso ilustrador cient¨ªfico y referencia mundial de los dientes de sable Mauricio Ant¨®n -autor del imprescindible Sabertooth (Indiana University Press, 2013)-. Tambi¨¦n hay v¨ªdeos con animaciones y reconstrucciones. Un mural reproduce una de las famosas simas del yacimiento, aut¨¦nticas trampas naturales, un poco como la de Rancho la Brea, en las que quedaron atrapados miles de animales: entre ellos numerosos depredadores que acud¨ªan atra¨ªdos por la pitanza aparentemente f¨¢cil de los que hab¨ªan ca¨ªdo antes. En la imagen de Ant¨®n puede verse a uno de nuestros Machairodus furioso al no poder salir de cavidad (Batallones 3) en la que comparte prisi¨®n con dos tortugas gigantes Titanochelon y un pariente extinto del oso, el Andarctos arctoides, del que se exhiben en la exposici¨®n f¨®siles y su envidiable b¨¢culo (pene ¨®seo).
La exposici¨®n no resuelve (tampoco es su prop¨®sito) la intrigante cuesti¨®n de por qu¨¦ ten¨ªan esos colmillos tan largos los dientes de sable f¨¦lidos -hubo otros que no lo eran, entre ellos los reptiles gorgonopsianos y los marsupiales thylacosmilidos (cierto parecen nombre de Star Trek) y que desarrollaron dientes parecidos por evoluci¨®n convergente-. Se han ofrecido distintas respuestas. La m¨¢s aceptada es que esos dientes se usaban para asestar una r¨¢pida e hiperviolenta cuchillada que destrozaba los grandes vasos sangu¨ªneos y produc¨ªa una muerte casi inmediata de la presa, un final m¨¢s piadoso, parad¨®jicamente que en las fauces de los felinos modernos.
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