Esto de las bases¡
Los dirigentes invocan a las famosas ¡°bases¡± para ajustar cuentas internas o para obstaculizar negociaciones en curso con otros partidos de cara a gobernar
De las varias cosas que marcan una diferencia entre derecha e izquierda, dos llaman poderosamente la atenci¨®n. La primera es que los partidos de derecha, a la hora de ponerse de acuerdo para alcanzar cuotas de poder en las instituciones, son mucho m¨¢s pragm¨¢ticos que los de izquierda. Esto no es una especialidad ni catalana ni espa?ola, es un fen¨®meno bastante universal, y ejemplos hay muchos. La segunda es ¡°esto de las bases¡±¡ No parece que los partidos de derechas consulten mucho a las bases, porque funcionan ¡ªpara bien y para mal¡ª seg¨²n un canon cl¨¢sico de partido pol¨ªtico.
En la democracia representativa, por oposici¨®n a las llamadas democracias directas o asamblearias, la relaci¨®n fundamental es la que los l¨ªderes pol¨ªticos establecen con sus electores, no con las bases. As¨ª los cargos electos de cada partido se miden en la escala de uno a cientos de miles o, en el caso de los grandes partidos, a millones de votantes. Cuando en dos elecciones sucesivas Podemos pierde un mill¨®n de votantes cada vez, esto no va de bases, por poner un ejemplo. Este v¨ªnculo entre candidatos electorales y votantes no se resuelve, o no solo, con la campa?a electoral oficial, depende de muchas otras variantes que se desarrollan a lo largo de toda una legislatura. Por esto los l¨ªderes buscan a la prensa, haciendo declaraciones de todo tipo en cuanto les ponen un micr¨®fono delante.
Las ¡°preguntas¡± de Pablo Iglesias a sus bases sobre los pactos con el PSOE eran una muestra de demagogia
?Y las bases? Podr¨ªamos decir que el t¨¦rmino se refiere a los adherentes o militantes con carnet, unos cientos, unos miles, en t¨¦rminos reales (digan lo que digan los partidos), no m¨¢s de unas decenas de miles. Y aqu¨ª entramos en la cruda realidad de las bases, o mejor de ¡°las consultas a las bases¡±. Sirven para ser instrumentos de intervenci¨®n en debates internos, sobre todo en momentos de crisis profundas, y desde este punto de vista son una suerte de fraude. Las ¡°preguntas¡±, como las que hizo Pablo Iglesias a sus bases sobre los pactos con el PSOE sobre si gobierno de coalici¨®n o de cooperaci¨®n, eran una muestra de demagogia interna.
No es casual que del n¨²cleo fundacional de Podemos hace cinco a?os, solo quede Iglesias. Los dem¨¢s se han ido o han sido invitados a marcharse, y la gesti¨®n que de ello ha hecho este dirigente marca uno de los cl¨¢sicos de liderazgo unipersonal seg¨²n la teor¨ªa de partidos m¨¢s cl¨¢sica. Y es que la antinomia central, en democracia representativa, es que los partidos que la gestionan a trav¨¦s de las instituciones sometidas a sufragio, son estructuralmente menos democr¨¢ticos internamente que el sistema que est¨¢n llamados a gobernar (parlamentos, ayuntamientos). Es una contradicci¨®n estructural, sin soluci¨®n m¨¢gica.
Por ello, cuando en el amplio campo de la izquierda partidos u organizaciones advierten de que toda propuesta de nuevo tipo ¡°ha de ser consultada con las bases¡± estamos asistiendo a una ceremonia de dudoso gusto. Maestros de este arte: la CUP, que adem¨¢s vive inmersa en la ilusa convicci¨®n de que ellos s¨ª representan ¡°al pueblo¡±, as¨ª, sin matices. No tiene desperdicio la frase ¡°cuando el pueblo manda, el gobierno obedece¡±¡ ?En serio? Repasen la Revoluci¨®n Francesa, modelo de formulaci¨®n de este paradigma. No digamos ya la sovi¨¦tica. Con cuatro diputados de 135 (Parlament de Catalunya), la CUP tiene nueve veces menos de cuota ¡°del pueblo¡± que Ciutadans.
En la derecha hay m¨¢s realismo pol¨ªtico, se entiende de modo pragm¨¢tico el envite central de la pol¨ªtica: el poder
Cuando en un partido hay fuertes tensiones internas, se nota. El PSC empieza ahora a salir de una larga cuarentena, lo mismo el PSOE desde 2016, o el recambio de direcci¨®n reciente en el PP. Estos procesos suelen acabar, seg¨²n la tradici¨®n, en congresos que siguen una partitura (no exenta de maniobras varias). Pero se trata de una estructura piramidal donde uno puede ¡°leer¡± las l¨ªneas de debate y confrontaci¨®n en t¨¦rminos territoriales o de liderazgos contrapuestos. Cabe recordar aqu¨ª aquel congreso del PSOE en el que, al final, Rubalcaba venci¨® a Chac¨®n por docena y media de votos (de un total de m¨¢s de mil congresistas).
A veces la gente simpatiza m¨¢s o menos con las propuestas de los partidos en campa?a, pero no tenemos mucha informaci¨®n ordenada y por escrito sobre qu¨¦ piensan en t¨¦rminos program¨¢ticos realistas las famosas ¡°bases¡±, a las que los dirigentes invocan para ajustar cuentas internas o para obstaculizar negociaciones en curso con otros partidos de cara a gobernar. En el seno de la derecha hay bastante m¨¢s realismo pol¨ªtico, se entiende de modo m¨¢s pragm¨¢tico el envite central de la pol¨ªtica: el poder.
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