Apuntando al d¨ªa despu¨¦s
El fracaso de la pol¨ªtica ha conducido a donde no ten¨ªamos que haber llegado nunca: a que el Supremo tenga que dirimir un conflicto por dejadez e irresponsabilidad de los otros dos poderes del Estado
"Tenemos problemas important¨ªsimos sobre la mesa que no se quieren ver. Por supuesto, el conflicto pol¨ªtico entre Catalu?a y Espa?a es uno de ellos, que algunos no se atreven a abordar por miedo a encontrar soluciones¡±. La frase es de Carles Mund¨®, exconsejero de Justicia, acusado en el juicio del proc¨¦s. En v¨ªsperas de la esperada sentencia del Supremo abundan en los medios las reflexiones sobre la crisis de la pol¨ªtica y de los pol¨ªticos. Un modo de evitar la tentaci¨®n de anticipar las consecuencias de la sentencia antes de que sea pronunciada y, al mismo tiempo, avanzar temas de reflexi¨®n para el d¨ªa despu¨¦s. Y el primero y principal de ellos es el fracaso de la pol¨ªtica que ha conducido a donde no ten¨ªamos que haber llegado nunca: a que el Supremo tenga que dirimir un conflicto por dejadez e irresponsabilidad de los otros dos poderes del Estado, el ejecutivo y el legislativo. Un debate que toma un cariz distinto desde el momento en que Felipe Gonz¨¢lez, represente genuino de las ¨¦lites pol¨ªticas de la transici¨®n, ha levantado acta del fracaso que hace que ¡°todos estemos pendientes de lo que decida el Supremo¡±.
Con la mirada en el d¨ªa despu¨¦s de la sentencia, la reflexi¨®n de Mund¨® me interesa porque apunta a lo que me parece que son las cuestiones clave del futuro inmediato: Primero, estamos ante un conflicto pol¨ªtico, y hay que tratarlo como tal, m¨¢s all¨¢ de lo que decida el Supremo. La sentencia no pone punto final a nada. Al contrario, deber¨ªa operar como una apelaci¨®n a la responsabilidad de los pol¨ªticos para que asuman sus obligaciones y trabajen por reencuentro.
La sentencia no pone punto final a nada. Deber¨ªa operar como una apelaci¨®n a la responsabilidad de los pol¨ªticos
Segundo, la tendencia a la demora, a la postergaci¨®n de los problemas, al no hay alternativa, al fatalismo de la desidia, es el fracaso de la pol¨ªtica que parece columpiarse en su impotencia, incapaz de afrontar unas mutaciones que piden respuestas urgentes, de la transici¨®n ecol¨®gica a la evoluci¨®n demogr¨¢fica, de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n a las tecnolog¨ªas de la vida, de la automoci¨®n al futuro del trabajo y de las pensiones. Eludiendo los grandes problemas, la pol¨ªtica se empeque?ece d¨ªa a d¨ªa.
Tercero. Pasado el momento de la sentencia no cabe instalarse en la comodidad de las inercias, ni los que gobiernen en Espa?a ni los dirigentes de los partidos pol¨ªticos tienen derecho a dar el conflicto por amortizado, como si la sentencia judicial fuera la ¨²ltima palabra, y limitarse a la apelaci¨®n permanente a las v¨ªas de excepci¨®n y al juzgado de guardia; ni los dirigentes independentistas pueden parapetarse detr¨¢s de la reacci¨®n de los amplios sectores ciudadanos que no entienden que se haya llegado hasta aqu¨ª, para conservar la posici¨®n y seguir instalados en la inanici¨®n pol¨ªtica. Llevamos dos a?os de estancamiento y, en ambas partes, la tentaci¨®n de convertir el atasco en normalidad puede ser grande. Buscar soluciones es mucho m¨¢s dif¨ªcil que mantener un estado de s¨®rdida confrontaci¨®n permanente que, sin embargo, es degradante para todos.
El d¨ªa despu¨¦s toca volver a la pol¨ªtica aunque, como dice Mund¨®, algunos tengan miedo a buscar soluciones, quiz¨¢s por temor a perder sus espacios de confortabilidad, de arriesgar posiciones personales o de grupo. Sin valent¨ªa pol¨ªtica ¡ªes decir, sin coraje para contradecir a los tuyos cuando sea necesario¡ª nunca se abrir¨¢n expectativas razonables. El esfuerzo de pensar c¨®mo superar los lugares comunes de cada parte, como acabar con el lenguaje de las barreras infranqueables para entrar en una din¨¢mica que rompa con la negatividad como ¨²nica forma de comunicarse, empieza por un ejercicio de comprensi¨®n y de sentido de libertad para el d¨ªa despu¨¦s.
Llevamos dos a?os de estancamiento y la tentaci¨®n de convertir el atasco en normalidad puede ser grande
Hay que dejar espacio para digerir la sentencia y al mismo tiempo hay que romper las inercias que invitar¨ªan a ambas partes al repliegue sobre s¨ª mismas. Se echa de menos un liderazgo decidido del actual presidente del gobierno. Si realmente quiere ser garante de convivencia y ¡°reconstruir puentes¡±, no basta con mensajes de ida y vuelta, un d¨ªa con el 155 y otro con ret¨®rica buenista. Falta voluntad expresa de reconocimiento y propuestas pol¨ªticas que vayan m¨¢s all¨¢ de la apelaci¨®n gen¨¦rica al marco constitucional. El problema seguramente es que no las tienen. Y que es m¨¢s f¨¢cil dejarse llevar por las inercias, aunque estas conduzcan a un bloqueo indefinido. La izquierda instalada en el miedo resulta deprimente.
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