Un lugar donde las pesadillas son reales
El parque de atracciones de terror Horrorland abre sus puertas por segunda vez en la localidad de Cercs
"Tienes que firmar la hoja de consentimiento¡±, dice una monja a un joven en la entrada de un manicomio. Al mismo tiempo, dos individuos salen corriendo despavoridos en ropa interior y con marcas negras en sus rostros. Detr¨¢s de ese vest¨ªbulo sucede de todo, hasta inmovilizan a las personas en camas especiales. La experiencia es individual y no apta para todos los p¨²blicos. El escenario es el m¨®dulo de registro de la actividad m¨¢s extrema del parque de atracciones de terror Horrorland, un lugar que abre sus puertas, por segundo a?o, en Cercs (Bergued¨¤) y podr¨¢ visitarse hasta el pr¨®ximo d¨ªa 16.
¡°La idea surgi¨® de un viaje a Reino Unido donde hay tradici¨®n de crear centros de ocio con recorrido de terror¡±, explica David Moreno, uno de los directores de Horrorland. ¡°Quer¨ªamos que este formato llegara a Espa?a con una calidad m¨¢xima. El primer a?o nos fue bien, este segundo hemos querido premiar al p¨²blico con ocho experiencias nuevas¡±, explica. El proyecto, creado por Horrorbox e Insomnia Corporation, abri¨® el 4 de octubre y espera recibir (durante 18 jornadas de fines de semana) 26.000 asistentes.
Tres contenedores de carga industrial apilados son usados como la entrada del parque. La central t¨¦rmica de Cercs, cerrada en 2011, funciona como decorado del recinto ya que est¨¢ situada a un centenar de metros. En el recorrido hay 11 atracciones: cinco casas de terror, cuatro escape rooms, un campo de tiro con zombis y la actividad extrema del manicomio.
Un hombre con una cabeza de cerdo pregunta a una mujer: ¡°?Te pongo el collar?¡±. Ella acepta a rega?adientes por presi¨®n de sus amigos. El aro de ne¨®n significa que el visitante accede a que los actores interact¨²en con ellos, aumentando el grado de terror de Matadero, una de las casas del terror, en la que son los animales los que sacrifican a los humanos. Mientras, un joven es separado con violencia del grupo y a otro le hacen sentar a la fuerza en una silla para aplicarle una inyecci¨®n.
Durante los ocho minutos de duraci¨®n de los escape rooms el p¨²blico se enfrenta a situaciones como detener un vag¨®n de metro a punto de estrellarse o un ascensor que se desploma sin control. El grado de detalle es clave, tal y como resaltan algunos de los participantes como Sergio Mart¨ªnez, que acudi¨® hace unos d¨ªas de Barcelona con amigos, que resalt¨®, tras conseguir parar el metro, que ¡°la ambientaci¨®n es muy buena¡±. El precio de la experiencia oscila entre los 45 y 135 euros.
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