Maldita adversativa
Es evidente que sin pasar p¨¢gina a los reproches del pasado m¨¢s reciente, como pidi¨® Pablo Iglesias, su preacuerdo de gobierno con Pedro S¨¢nchez hubiera sido imposible
Aunque, m¨¢s, pero, empero, sino y sin embargo. As¨ª se memorizaban las conjunciones adversativas. Como todas las restantes. Y las preposiciones, los adverbios, las reglas de ortograf¨ªa y lo que se pon¨ªa por delante. ?Qu¨¦ remedio! Y quedaban grabadas a fuego en los alumnos de ingreso de bachillerato. Aquellos sesenta. Y uno sab¨ªa que las aplicaba para enlazar dos oraciones contrapuestas que, por lo general, relacionaba una posici¨®n positiva con otra negativa. O viceversa. Hechos los ejercicios correspondientes, se asimilaba y¡ a otra cosa. Hasta que un d¨ªa, por influencia ajena o reflexi¨®n propia, tendemos a darnos cuenta, a fuerza de utilizarlas, de cuantas justificaciones destilamos en cada explicaci¨®n a trav¨¦s de los matices que vienen precedidos por el fat¨ªdico ¡°pero¡±. Seguramente los m¨¢s tristemente populares tienen que ver con los vicios m¨¢s que con las virtudes. Y con ellos, los postulados m¨¢s perversos que nuestra sociedad tiene inoculados sin conseguir que las vacunas c¨ªvicas acaben con ellos. Al contrario. Las nuevas tendencias pol¨ªticas los est¨¢n fomentando. A?adamos las recriminaciones entre vecinos, compa?eros, amigos, familia y pareja para percatarnos de cu¨¢nto puede da?ar una adversativa.
A veces, aflora la tentaci¨®n de pedir a los pol¨ªticos que mantengan su discurso evitando la matizaci¨®n
A veces, aflora la tentaci¨®n de pedirle a los pol¨ªticos que intenten mantener su discurso evitando la matizaci¨®n comparativa. Por supuesto que el ejercicio puede ser tambi¨¦n personal e intransferible. Comprobaremos entonces el alcance de lo que decimos y las consecuencias de lo que argumentamos. Seguramente, este procedimiento nos ayudar¨ªa a reaccionar ante situaciones que, siendo habituales e incluso l¨®gicas para nosotros, no lo son tanto para quienes no compartan nuestras ligerezas. ?Repetir¨ªan la misma letan¨ªa los seguidores imperturbables de las proclamas independentistas si tuvieran que declinar con otras frases que no fueran los esl¨®ganes habituales los motivos para defender su posici¨®n? Igualmente sus contrarios. Y los gobiernos que dicen representarles a todos pero que, a su vez, tambi¨¦n se sirven de la misma habilidad para mantener el bloqueo y negar su tendencia.
?Se imaginan una sesi¨®n parlamentaria, solo una, o un debate electoral, solo uno, en los que sus protagonistas no pudieran defenderse del ataque con la censura al contrario? Solo argumentos propositivos.
Es evidente tambi¨¦n que sin pasar p¨¢gina a sus reproches del pasado m¨¢s reciente, como requiri¨® Pablo Iglesias, su pre-acuerdo de gobierno con Pedro S¨¢nchez hubiera sido imposible. Y se sirvieron de la adversativa para positivar la nueva situaci¨®n que, por otra parte, sin esa fuerza que pod¨ªa ahorcarles, hubiera sido peor para ellos. Veremos si ser¨¢ mejor para todos. Esa es otra cuesti¨®n. Ante ellos y nosotros, la amenaza de VOX erigi¨¦ndose en el gran altavoz de las tenebrosas comparaciones pasando lista de quienes reciben m¨¢s ayudas sociales y pronunciando apellidos aparentemente extranjeros para provocar sin haber investigado siquiera si es el apelativo el que determina una situaci¨®n precaria. Y si lo es, por qu¨¦. Y as¨ª va haciendo mella la enga?osa propaganda que encuentra en una parte de la poblaci¨®n el clavo ardiente al que agarrarse para sentirse representado en su desaz¨®n. Porque es obvio que m¨¢s de tres millones seiscientos mil votantes no representan a tantos nost¨¢lgicos del nacional-catolicismo. Mucho menos los menores que celebraban su ¨¦xito electoral cuando, por edad, no han tenido tiempo siquiera de aprender lo peor de nadie.
Hay otros elementos en juego que son el resultado de una lastimosa despreocupaci¨®n para con los cr¨ªticos con la democracia y una excesiva tolerancia para con sus propuestas a veces falseadas, otras inconstitucionales. Y ya escuchamos el silencio aterrador de sus contrincantes en el debate solo roto, y parcialmente, por Iglesias.
Es la adversativa la que puede explicar la justificaci¨®n posterior a los resultados del domingo de los socialistas
Es la adversativa la que tambi¨¦n puede explicar la justificaci¨®n posterior a los resultados del domingo por parte de los socialistas. Pueden aceptar que se equivocaron en el c¨¢lculo para la repetici¨®n electoral, s¨ª, pero se han librado de Rivera y han llevado a Ciudadanos al rinc¨®n de pensar sobre c¨®mo organizar su reencarnaci¨®n. Y en su reiterada vocaci¨®n de encarar izquierda con derecha, es cierto que el PSOE consigui¨® que aquella se dividiese y dificultase su suma por otras razones ya acumuladas, s¨ª, pero ah¨ª tenemos a los populares sintiendo el aliento de los ultras en el cogote dificultando posibles pactos y acuerdos parlamentarios y de estado imprescindibles para modernizar el pa¨ªs. Y si nos fijamos en el independentismo permanente, es l¨®gico que un partido de estado le plante cara como tambi¨¦n lo hace el separatismo, s¨ª, pero ah¨ª les tienen de nuevo en calidad de imprescindibles para que salgan las cuentas de la gobernabilidad. Y estos est¨¢n en su derecho de reclamar un precio a su adhesi¨®n de acuerdo a sus intereses, s¨ª, pero si pierden otra oportunidad, ?qui¨¦n saldr¨ªa ganando? La estabilidad no y la econom¨ªa tampoco. Claro que nada de esto, hasta hoy, ha parecido preocuparles demasiado. Ni a los unos ni a los otros. De lo contrario, estar¨ªamos en verano.
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