Algo que aprender de las elecciones brit¨¢nicas
El populismo patri¨®tico ha permitido al partido conservador, responsable de la degradaci¨®n del Estado de Bienestar, pueda obtener r¨¦dito electoral del malestar social que sus propia pol¨ªticas han provocado
La aplastante victoria de Boris Johnson en las legislativas de Reino Unido no solo es importante por sus consecuencias, la salida del pa¨ªs de la Uni¨®n Europea, sino por lo que pueda ense?arnos sobre la forma en que el populismo de derechas utiliza el nacionalismo para conquistar votos entre las clases populares. Cada pa¨ªs es diferente y diferentes son tambi¨¦n las circunstancias que determinan su evoluci¨®n pol¨ªtica, pero lo que nos interesa en este caso es ver qu¨¦ patrones de comportamiento pol¨ªtico pueden ser extrapolables a realidades como la nuestra.
La primera constataci¨®n es que eran unas elecciones generales en las que se decid¨ªan las pol¨ªticas econ¨®micas, ambientales y sociales de los pr¨®ximos a?os y sin embargo, el resultado ha estado determinado por un ¨²nico elemento: el Brexit. Tanto el Partido Laborista como el Liberal Dem¨®crata han hecho un esfuerzo para que la agenda social estuviera en los debates, y ha estado. Se ha discutido mucho sobre el futuro del National Health Service. Pero al final apenas ha contado. La cuesti¨®n es por qu¨¦ tantos brit¨¢nicos han decidido respaldar un l¨ªder atrabiliario, que hace trampas y miente con descaro, y han acabado aceptando un populismo simplista que lo resume todo en la idea de que una vez fuera de Europa, recuperado el control de fronteras y leyes, todo va a ser jauja en Reino Unido.
Johnson ha sabido aglutinar el voto de los partidarios del Brexit, que le han apoyado por encima de sus ideolog¨ªas, y tambi¨¦n de muchos electores cansados de la par¨¢lisis pol¨ªtica, lo que le ha permitido ganar incluso en la llamada ¡°muralla roja¡±, feudo del laborismo desde hace casi un siglo. La polarizaci¨®n en torno a la salida de la UE ha permitido al viejo conservadurismo ganar votos entre los trabajadores y las clases medias depauperadas. Y la clave ha estado, como en el refer¨¦ndum de 2016, en la activaci¨®n del sentimiento nacionalista, que el Tory Party representa mejor que nadie. Como Trump en EEUU, Johnson promete devolver a Reino Unido la grandeza perdida.
Lo ocurrido refleja una de las paradojas de nuestro tiempo: la impotencia de la democracia para defenderse de discursos falsarios que promueven el populismo patri¨®gico como cortina para tapar las verdaderas contradicciones o conflictos en juego. Gran parte del apoyo al Brexit procede de un malestar de largo recorrido provocado por la globalizaci¨®n, la degradaci¨®n del Estado de Bienestar y el incremento de las desigualdades, agravado por una cultura del individualismo y la competitividad extrema que el neoliberalismo econ¨®mico introdujo con tanto ¨¦xito en Reino Unido de la mano de Margaret Thatcher.
Ahora resulta que el partido responsable de las pol¨ªticas que han llevado a la degradaci¨®n de los servicios p¨²blicos y a la quiebra del sistema de beneficios sociales implantado por el laborismo a mediados del siglo pasado, es el que m¨¢s se beneficia electoralmente del malestar que sus propias pol¨ªticas han generado. ?Y c¨®mo lo consigue? Culpando a otros de los problemas que ellos mismos han provocado. En este caso, culpando a la Uni¨®n Europea. Cada vez que se plantea por qu¨¦ raz¨®n un modelo sanitario que fue ejemplar y de referencia para todo el mundo est¨¢ ahora al borde del colapso, o por qu¨¦ el transporte p¨²blico que Thatcher privatiz¨® funciona ahora mucho peor y es mucho m¨¢s caro, el dedo de Boris Johnson se?ala a Europa.
El Laborismo, lastrado por una ambig¨¹edad cr¨®nica y un l¨ªder poco valorado, ha tratado de responder con medidas que son vistas como recetas del pasado y ha perdido la batalla. Demasiado tarde para recuperar la identidad perdida. De hecho, el laborismo empez¨® a perder la batalla ideol¨®gica cuando Tony Blair, declarado despu¨¦s por Thatcher como su m¨¢s genuino sucesor, abraz¨® al tercera v¨ªa de Anthony Giddens que pretend¨ªa renovar el discurso socialdem¨®crata y acab¨® legitimando el enfoque neoconservador.
?Y c¨®mo nos afecta todo esto? El socialismo espa?ol, que sufre la misma crisis de identidad que toda la socialdemocracia, tiene ante s¨ª el reto y la oportunidad de aplicar pol¨ªticas sociales y ambientales que entronquen con el esp¨ªritu transformador que un d¨ªa acredit¨®. La oportunidad de priorizar la agenda social y combatir la precariedad laboral que tant¨ªsimo malestar provoca. La receta del populismo conservador consiste en se?alar enemigos interiores o exteriores a los que atribuir el malestar social. La polarizaci¨®n que provoca el conflicto catal¨¢n facilita que el discurso p¨²blico vire hacia la vertiente patri¨®tica e identitaria. Y en ese terreno, el populismo de derechas juega con ventaja. Si quiere sobrevivir, el socialismo espa?ol debe huir de ese paradigma, que en un estado plurinacional como Espa?a, puede llevar a una espiral sin fin. No es casualidad que el otro gran vencedor sea el Partido Nacional Escoc¨¦s. Un incentivo m¨¢s para tratar de desactivar el conflicto catal¨¢n.
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