No vuelve el 1939. Se aleja
Las derechas gesticulan contra la alianza ¡°rojo-separatista¡± porque el Gobierno de coalici¨®n rompe tab¨²es que tratan de mantener desde los a?os cuarenta
Es f¨¢cil comprender las causas de la escandalera con que las derechas han afrontado la investidura de Pedro S¨¢nchez como presidente del Gobierno de Espa?a. Basta con atender bien a lo que dicen. En s¨ªntesis es: vamos a tener un gobierno de socialistas y comunistas, apoyados por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), los mismos partidos con los que el PSOE y el PCE estuvieron aliados en los ¨²ltimos gobiernos de la Segunda Rep¨²blica. Es decir, el rojo-separatismo ha llegado otra vez al Gobierno de Espa?a. El enemigo que derrotaron hace 80 a?os se ha reconstituido ante sus at¨®nitos ojos. La anti Espa?a est¨¢ aqu¨ª, piensan.
El enorme enfado procede, adem¨¢s, de que se consideran vilmente enga?adas por los socialistas. Enga?adas, s¨ª, porque cre¨ªan que Espa?a pod¨ªa pasar del franquismo al sistema de partidos de la Europa Occidental en el que los socialistas pactaban con los comunistas y otras fuerzas a su izquierda en los municipios y regiones, pero solo muy excepcionalmente les permit¨ªan entrar en el gobierno de los Estados. Eso estaba estrictamente vedado. Era un l¨ªmite sist¨¦mico, una frontera guardada por la OTAN, y ahora resulta que los socialistas no lo han respetado.
El papel hist¨®rico de los partidos socialistas fue ejercer como cortafuegos social y electoral ante los comunistas
Durante d¨¦cadas, el papel hist¨®rico de los partidos socialistas en Europa Occidental fue ejercer como cortafuegos pol¨ªtico, social y electoral ante los partidos comunistas, que en 1945 salieron de la Segunda Guerra Mundial con un fuerte ¨ªmpetu. El PSOE de Felipe Gonz¨¢lez cumpli¨® ese papel a la perfecci¨®n en Espa?a durante la etapa abierta en 1975 con el hundimiento del franquismo. Ha llovido mucho desde entonces. Tanto, que ahora, ante el pasmo y el tembleque del PP, de Vox y de Ciudadanos, los restos del comunismo espa?ol van a entrar en el Gobierno de Espa?a de la mano del PSOE de Pedro S¨¢nchez. Subsumidos en Unidas Podemos y sus confluencias, los comunistas son una parte de los aliados del partido socialista en la primera coalici¨®n de gobierno a escala estatal.
ETA es el otro gran tema para la escandalera. Visto en perspectiva, ETA ha sido en la pr¨¢ctica la causante del renacimiento de la derecha nacionalista espa?ola tras el franquismo. La lucha contra el terrorismo le aport¨® una causa digna y democr¨¢tica y permiti¨® el blanqueamiento de una derecha que hab¨ªa vivido c¨®modamente instalada durante 40 a?os en la dictadura militar y fascistizante, centralista y nacional-cat¨®lica. Por eso sus herederos contin¨²an agitando el fantasma de ETA aunque haga ya ocho a?os que se disolvi¨®. Pretenden que eso les ahorre tener que pasar cuentas con aquel pasado que, en el fondo, es el que a?oran y ahora se aleja un poco m¨¢s. No es que vuelva 1939. Es que se aleja.
Se han roto, pues, algunos tab¨²es y algunos precintos que hab¨ªan resistido el paso de muchas d¨¦cadas. Tanto da que el mundo de la segunda d¨¦cada del siglo XXI sea enormemente distinto del de la posguerra mundial. Poco importa que el comunismo como movimiento mundial haya dejado de existir hace mucho tiempo. Tampoco importa que, en realidad, los programas de los partidos comunistas espa?oles desde su legalizaci¨®n en 1977 hayan sido puro reformismo socialdem¨®crata. Mucho m¨¢s moderados que, por ejemplo, las pol¨ªticas aplicadas por el laborismo en el Reino Unido despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial.
Estos cambios importan poco porque el miedo al comunismo fue sustituido en Espa?a a partir de 2014 por el p¨¢nico ante la emergencia de Podemos como fuerza antisistema. Esa emergencia ha sido interpretada por las derechas como una adaptaci¨®n y reagrupaci¨®n a los tiempos actuales de las fuerzas sociales y pol¨ªticas que anta?o hab¨ªan orbitado en torno a los partidos comunistas. El movimiento de los indignados que surgi¨® como protesta por los estragos de las pol¨ªticas de la Uni¨®n Europea contra la crisis econ¨®mica de 2008 mostr¨® claramente que exist¨ªa un vac¨ªo de representaci¨®n pol¨ªtica que los partidos comunistas y sus plataformas electorales no hab¨ªan sabido canalizar.
La readaptaci¨®n ha resultado ser bastante operativa. Podemos ten¨ªa en sus inicios la ambici¨®n declarada de sustituir al partido socialista, arrebatarle la primac¨ªa entre las izquierdas. S¨¢nchez lo entendi¨® y, enfrent¨¢ndose a la vieja guardia de su partido, podemiz¨® por un momento al PSOE en un grado suficiente como para evitar que Pablo Iglesias le sobrepasara en las elecciones generales de 2016. Eso salv¨® al partido socialista de caer en el abismo en el que se ha hundido en Francia, Italia y Grecia. Las derechas se las promet¨ªan muy felices porque creyeron que la divisi¨®n y la pugna entre las dos fuerzas de izquierda impedir¨ªan que cualquiera de ellas se convirtiera en mayor¨ªa de gobierno. No ha sido as¨ª y de ah¨ª viene tambi¨¦n que la reci¨¦n estrenada coalici¨®n progresista les parezca una estafa. No lo es. Es que les ha roto el gui¨®n que hab¨ªan imaginado.
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