El factor humano
Se pondr¨¢ a prueba el grado de madurez alcanzado por S¨¢nchez e Iglesias, que es la expresi¨®n de la autoestima y de la autoridad que ser¨¢n imprescindibles en el tiempo que viene
?Qu¨¦ necesita el nuevo gobierno de izquierdas para consolidarse y desautorizar a quienes auguran que tendr¨¢ una corta vida? El argumento principal para la cat¨¢strofe es que un gobierno con una mayor¨ªa muy precaria quedar¨¢ acorralado entre la derecha ¡ªcon terminales activas en el aparato de Estado, en el mundo econ¨®mico y en los medios de comunicaci¨®n¡ª y el independentismo que, parapetado en su programa de m¨¢ximos como modo de supervivencia, pretender¨¢ exigencias imposibles que har¨¢n descarrilar cualquier intento de retorno real del conflicto a la pol¨ªtica.
Hay razones que avalan este an¨¢lisis: no hay en la derecha, por lo visto, nadie capaz de liderarla desde posiciones liberales conservadoras, de modo que cada vez es m¨¢s dif¨ªcil distinguir entre Vox, PP y Ciudadanos, instalados en la pol¨ªtica de choque permanente. Mientras una parte del soberanismo catal¨¢n, encallado en sus fabulaciones, ha encontrado en la confrontaci¨®n su modo de supervivencia. Ante este escenario, la carta del gobierno es confiar sin miedo en que la mayor¨ªa de los ciudadanos quieren una resoluci¨®n negociada de los conflictos en curso. Y si es as¨ª, tiene espacio suficiente para consolidarse, por lo menos mientras sus iluminados adversarios sigan en sus trece. Ha sido tanto el ruido y la furia que les cuesta a unos y otros entender que este camino no tiene salida. Todo se andar¨¢.
Desde esta perspectiva, la posibilidad del ¨¦xito del nuevo gobierno depender¨¢ en buena medida de lo que podr¨ªamos llamar el factor psicol¨®gico. Tanto S¨¢nchez como Iglesias han subido muy r¨¢pido. 2014 es el a?o que marca simb¨®licamente el final del r¨¦gimen del 78, con la muerte de Su¨¢rez, la abdicaci¨®n de Juan Carlos y la salida de Rubalcaba de la pol¨ªtica, el 9-N catal¨¢n y la irrupci¨®n de Podemos en las elecciones europeas. Hasta aquel momento ni S¨¢nchez ni Iglesias exist¨ªan pol¨ªticamente. En cinco a?os, un recorrido lleno de altibajos les ha llevado al poder. Y si no llegaron antes, y quiz¨¢s en mejores condiciones, fue porque se bloquearon entre ellos. A S¨¢nchez le cuesta quitarse de encima la cultura del corporativismo bipartidista e Iglesias ha asumido lentamente ¡ªy con retrocesos significativos¡ª la distancia que hay entre las calles y plazas y las instituciones.
Dos trayectorias cortas, sinuosas y con desencuentros considerables, sobre un escenario muy complicado. Se pondr¨¢ a prueba el grado de madurez alcanzado por los dos personajes, que es expresi¨®n de la autoestima (el principal recurso contra la vanidad) y de la autoridad que ser¨¢n imprescindibles en el tiempo que viene. ?Para qu¨¦? Para no dejarse inmovilizar por los miedos del que se siente inseguro; para evitar la tendencia letal de la izquierda a la psicopatolog¨ªa de las peque?as diferencias; para resistir las presiones internas de cada una de las familias (con algunas baron¨ªas del PSOE enredando para evitar que S¨¢nchez se aleje del viejo orden y con los sectores m¨¢s radicales de Podemos denunciando traidores); para emprender sin miedo cambios significativos en las pol¨ªticas y en los modos de llevarlas a puerto; para iniciar una negociaci¨®n con el soberanismo catal¨¢n que abra realmente un nuevo marco de relaci¨®n, sin que la frustren las amenazas de la derecha ni la intransigencia de cierto independentismo; para afrontar la lucha ideol¨®gica contra el neoautoritarismo; para hacer real un cambio de prioridades en la agenda pol¨ªtica, con la lucha contra las desigualdades en el centro; y para que la ciudadan¨ªa que quiere soluciones razonables se sienta interpelada e implicada. Dicho de otro modo, no basta que hayan llegado al poder, ahora tienen que demostrar que el cambio es real y emprender reformas de calado. Es decir, ofrecer expectativas de futuro que es lo que ahora mismo no se vislumbra. Y para ello se necesita decisi¨®n, temple y aguante.
Con ello, conseguir¨ªan ganar tiempo para demostrar que la radicalizaci¨®n derechista no lleva a ninguna parte y para dar razones al independentismo para que contribuya a la creaci¨®n de un nuevo escenario. Y as¨ª abrir espacios para que pueda irse incorporando la gran mayor¨ªa, sin la cual la necesaria refundaci¨®n de un r¨¦gimen agotado ser¨¢ una pura utop¨ªa. Ya llegar¨¢ el momento de ser exigentes con quienes sigan instalados en el bloqueo. Ahora mismo, la primera responsabilidad recae sobre S¨¢nchez e Iglesias: ellos deben hacer cre¨ªble que la voluntad de cambio no es s¨®lo un eslogan para la investidura. Y no dejar que el factor humano estropee el experimento.
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