Un Plensa al frente del Mediterr¨¢neo, por favor
La idea de Wagensberg no contemplaba que el Hermitage fuese una simple franquicia pero es probable que los vecinos de la Barceloneta entiendan m¨¢s de instalaciones muse¨ªsticas que el propio divulgador
En agosto del 2015 estuve en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Ceret, Catalu?a norte. Fui expresamente porque se expon¨ªan esculturas de Jaume Plensa. El t¨ªtulo de la exposici¨®n era muy elocuente: Le silence de la pens¨¦e. Lo primero que uno ve cuando observa una escultura suya es que est¨¢ pensando. Es como un acto del pensar en s¨ª. El pensamiento absoluto. Formaban parte tambi¨¦n de esa exposici¨®n unas siluetas dispersas por todo el recinto. Siluetas de personas que parec¨ªan deambular por su propia soledad, ensimismadas en sus propios pensamientos. En sus propios silencios. Jaume Plensa es todo eso. Mirar una escultura suya es mirar c¨®mo las mira el p¨²blico, extasiados como si trataran de averiguar qu¨¦ piensan esos rostros mudos con sus ojos cerrados como si so?aran. Unos a?os m¨¢s tarde asist¨ª a otra exposici¨®n suya, en el MACBA. All¨ª me llam¨® la atenci¨®n ver a unos ni?os correteando alrededor de esas esculturas tan llenas de enigmas. Me asombr¨® que esos ni?os se encontraran tan c¨®modos entre tanto misterio y silencio. Me comenta el traductor y vecino m¨ªo Luis Murillo, cuando le hablo de Plensa en el s¨²per donde solemos coincidir, que todo lo que sea mantener a la gente concentrada algo m¨¢s de dos minutos seguidos ante una obra de arte es una victoria del que haya concitado esa atenci¨®n.
Cuando voy a escuchar un concierto al Palau de la M¨²sica, tengo que aclararme si voy al Palau por el programa musical que ponen o por la escultura de Jaume Plensa que me espera puntualmente a la salida. All¨ª est¨¢ ¡°Carmela¡±. Su autor la ha cedido a la ciudad gratuitamente. Se quedar¨¢ all¨ª instalada durante ocho a?os prorrogables. Ahora ya lleva cuatro. Yo me detengo a mirarla como si buscara una respuesta. Me parece que a los turistas les ocurre algo parecido. Miramos a la ¡°Carmela" como si la acarici¨¢ramos con nuestros ojos. Pero no puedo evitar preguntarme, ?es ah¨ª donde deber¨ªa estar para que funcione como el icono que muchos querr¨ªamos que fuese?, ?C¨®mo el mismo icono de veinte metros de altura que se yergue como un vig¨ªa atemporal, en un antiguo pueblo minero de Inglaterra, entre Manchester y Liverpool, donde la gente desfila como si lo hiciera ante un t¨®tem sagrado?, ?el mismo icono que dise?¨® el escultor catal¨¢n para la ciudad de Chicago, la ya famos¨ªsima fuente Crown? Yo creo que no. Sobre todo si tenemos en cuenta que esa estatua est¨¢ justo al lado de otro icono irrefutable, el edificio modernista que alberga el Palau de la M¨²sica.
Sabemos ahora que el ayuntamiento gobernado por Ada Colau desecha por el momento la instalaci¨®n de una extensi¨®n del Hermitage en el puerto de Barcelona. La presi¨®n vecinal la llev¨® a tomar esa decisi¨®n. Yo no entro en esta materia porque la desconozco, aunque no habr¨ªa que olvidar que esta idea naci¨® de alguien muy sabio: el malogrado cient¨ªfico, ensayista, divulgador y director de museos Jorge Wagensberg. Su s¨²bita muerte dej¨® inconcluso un proyecto que promet¨ªa, adem¨¢s de equipamiento ruso, de otros museos de la ciudad y colecciones propias. La idea de Wagensberg no contemplaba que ese Hermitage fuese simplemente una franquicia. Pero es probable que los vecinos de la Barceloneta entiendan m¨¢s de instalaciones muse¨ªsticas que el propio Jorge Wagensberg. Tambi¨¦n hay que decir, en honor a la verdad, que iniciativas parecidas en otras ciudades europeas acabaron en rotundos fracasos. En esta misma l¨ªnea, el anterior alcalde Xavier Trias, con excelente criterio a mi entender, le pide en enero de 2014 a Jaume Plensa que ¡°imagine¡± una pieza ic¨®nica para la ciudad. Xavier Trias siempre defendi¨® que Barcelona tendr¨ªa que tener como s¨ªmbolo una obra escult¨®rica y no, como ocurre, un edificio, por m¨¢s modernista que fuese, agrego yo. A su vez Plensa cree que su ciudad deber¨ªa tener un icono que ¡°no fuera pr¨¢ctico, sino que fuera un coraz¨®n, que pueda dar nueva energ¨ªa¡±. Cuando camino por el puerto no puedo evitar visualizar ese inmenso rostro con sus ojos cerrados frente al horizonte del Mediterr¨¢neo. Visualizo venir en el ferry de Mallorca y ver esa inmensa mole de hierro meditando vaya uno a saber en qu¨¦. Y ya me imagino a los ni?os correteando en torno suyo y sabiendo que ella estar¨¢ all¨ª durante mucho, mucho tiempo. Y que sus hijos y los hijos de sus hijos la seguir¨¢n viendo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.