Vidas hip¨®critas bajo el manto del pujolismo
Impresionante debut en el TNC de Guillem Clua con ¡®Just¨ªcia¡¯

Todo impresiona en el montaje de Just¨ªcia, nueva obra del dramaturgo barcelon¨¦s Guillem Clua con la que debuta en la Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya (TNC). Han pasado casi diez a?os desde que estren¨® en la Sala Petita Marburgy permanece inalterable su deseo de impactar al p¨²blico con escenas de gran calado, multiplicado ahora en su m¨¢s ambicioso texto, en el que afloran con virulencia las peores miserias y corruptelas del pujolismo en los tiempos del caso Banca Catalana. Triunfar en el buque insignia de la escena catalana con semejantes asuntos en tiempos de patriotismos beligerantes tiene much¨ªsimo m¨¦rito.
Hay muchas identidades en juego en Just¨ªcia, la identidad personal, la identidad catalana y la identidad sexual, y en todas ellas reina la hipocres¨ªa que escoge como forma de vida p¨²blica el protagonista, un ficticio juez catal¨¢n, Samuel Gallart, catedr¨¢tico de Derecho Penal y miembro de la alta burgues¨ªa convergente que, tras colgar la toga, prosigue una brillante carrera como diputado del Parlament en las filas convergentes, tertuliano de referencia en Els Matins de TV3 y ejemplo moralizante que encarna de cara a la galer¨ªa todas las virtudes como marido, padre y abuelo supuestamente ejemplar, pero que esconde su homosexualidad en el armario a capa y espada.
Su vida, ligada estrechamente a los acontecimientos pol¨ªticos y sociales de Catalu?a, pasa ante nuestros ojos en un constante viaje del pasado al presente de tres generaciones de la familia Gallart, desde sus a?os como perdedores tras el final de la Guerra Civil ¡ªel padre del juez se casa con la hija de una rica familia falangista (la pela es la pela)¡ª hasta nuestros d¨ªas.
No conviene desvelar los asuntos y tramas que se entrelazan en los dos actos de una obra en la que hay mucho m¨¢s melodrama que thriller, con h¨¢bil uso del flash back y proyecciones, di¨¢logos cruzados y actores que salen y entran en sus personajes y asumen otros en distintas ¨¦pocas. Fina direcci¨®n de Mestres dejando que respire a buen ritmo el juego temporal de la acci¨®n, con saltos al pasado que a?aden capas al personaje protagonista.
Clave del ¨¦xito del montaje es la espectacular escenograf¨ªa de Paco Azor¨ªn. Tras un pr¨®logo con el inmenso escenario vac¨ªo, vemos caer del cielo la casa familiar de los Gallart, una tarima inclinada que se deconstruye y transforma para dar sentido a las situaciones dram¨¢ticas en los viajes del presente al pasado. Una joya, aunque su mec¨¢nica obliga a alargar el descanso y sit¨²a el espect¨¢culo en tres horas.
En el retrato del descenso a sus propios infiernos del juez Gallart ¡ªlo borda Josep Maria Pou¡ª, la huella de Tony Kushner y su genial ?ngels a Am¨¨rica marca la estructura de la obra. El final del primer acto, con la abducci¨®n de la madre del juez, es puro Kushner, y tambi¨¦n lo son las escenas de hospital con la agon¨ªa del amante oculto del juez, v¨ªctima del sida.
Clua mantiene el pulso en la reivindidaci¨®n de los derechos del colectivo LGTBI en su nuevo texto, en el que tambi¨¦n se percibe la influencia de la tensa y perturbadora Agost, de Tracy Letts, pero construye un relato demasiado largo en el que algunas escenas hacen peligrar la solidez dram¨¢tica por sobrepeso folletinesco. De hecho, hay material para un culebr¨®n televisivo, pero en el teatro, la tijera es una bendici¨®n.
Hay tensi¨®n, y picos de enorme fuerza dram¨¢tica, pero tambi¨¦n concesiones, demasiadas frases hechas y exceso de grandilocuencia. Cuando m¨¢s se disfruta Just¨ªcia es, por su carga ir¨®nica, cuando Clua disecciona en sus jugosos di¨¢logos las miserias, mentiras e hipocres¨ªas de una muy burguesa, muy cat¨®lica y muy representativa familia del pujolismo m¨¢s rampante.
Pou transmite la angustia, la rabia y el miedo a ser sometido a juicio de una persona acostumbrada a dictar sentencias. En los desmayos y alucinaciones hay sobrecarga, pero cuando muestra sus dudas y miedos aparece el mejor Pou, sensacional en su salida del armario y en el po¨¦tico final. Vicky Pe?a se adue?a del escenario en muchas escenas, con momentos antol¨®gicos cuando se enfrenta con u?as y dientes a la evidencia de la identidad confesada por su marido. Su personaje, que combina la devoci¨®n religiosa con el avistamiento de ovnis y la fe en los extraterrestres es un bonb¨®n.
Grandes Pou y Pe?a al frente de un soberbio reparto en el que figuran Pere Ponce, Anna Sahun, Roger Coma, Alejandro Bordanove, Marc Bosch, Manel Barcel¨® y Anna Ycobalzeta. Todos dan y est¨¢n siempre en el personaje.
No son los Pujol, pero lo parecen
"A m¨ª me ha gustado mucho la obra, pero no creo que le guste a mis padres, que vendr¨¢n a verla en su turno de abono". Se lo dec¨ªa una chica joven a una amiga en las escaleras del TNC. ?Y por qu¨¦ no les va a gustar?, preguntaba la amiga. "Pues por el tema que trata, t¨ªa, es que hay momentos que parecen Jordi Pujol y Marta Ferrusola.
De hecho, casi todos los comnetarios? de lo espectadores que pod¨ªas cazar al vuelo incid¨ªan en el mismo tema. Que si la mujer del ficticio juez Gallart es clavada en sus hechuras de matriarca a la mujer del expresident. Que si pod¨ªan montar una obra sobre el d¨ªa que Pujol confes¨® su corrupci¨®n. Que no estar¨ªa nada mal un culebr¨®n sobre el proc¨¦s...
Dice Guillem Clua que la obra no va de eso, que no son la familia Pujol. Pero, ayl¨¢s, es que se parecen tanto. Joan, el hijo del juez -personaje que borda Roger Coma-, es un jeta de manual, un tipo divertido, un bon vivant que nada en la abudancia; su nieto Sammy, bien caracterizado por Alejandro Bordanove, aspira a ser el delfin del partido en el oasis convergente; en cuanto a la caracterizaci¨®n de Aurora, la matriarca que quiere taparlo todo -brav¨ªsima Vicky Pe?a-, el parecido con la Ferrusola, mo?o inclu¨ªdo, es grande, salvo (que se sepa) en el asunto de los ovnis.
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