Las universidades como proyectos ideol¨®gicos
Nadie ha sido capaz de argumentar sobre la frontera que separa el salario justo y el injusto: es evidente que recibir un salario extravagante sin una clara contraprestaci¨®n provocar¨¢ una reacci¨®n hostil (que es el caso con Cubillos)
En los ¨²ltimos d¨ªas, un nuevo esc¨¢ndalo se ha desatado en Chile. En este caso, el esc¨¢ndalo se refiere al salario que la Universidad San Sebasti¨¢n, privada, pagaba a una jurista de derecha radical sin muchos pergaminos, Marcela Cubillos, candidata a alcaldesa por la comuna de Las Condes, por realizar algo de docencia a un costo econ¨®mico astron¨®mico: 17 millones de pesos mensuales. Dado el monto de dinero involucrado, es un verdadero esc¨¢ndalo que quiebra toda jerarqu¨ªa salarial en las universidades basada en la productividad cient¨ªfica y el m¨¦rito individual: considerando la escasa contraprestaci¨®n, es grotesco.
Una dimensi¨®n del problema se refiere a la libertad que tienen las universidades privadas chilenas en pagar lo que se les plazca y a quienes quieran: en el caso de la Universidad San Sebasti¨¢n, la libertad es cuasi total, ya que no se encuentra adscrita al r¨¦gimen de gratuidad que es garantizado por el Estado al 60% de los hogares de menores ingresos (un tipo de gratuidad que supone condiciones objetivas para acceder a ella). Esto quiere entonces decir que lo esencial del financiamiento de esta universidad proviene de los ingresos de las familias, aun cuando alg¨²n tipo de dinero p¨²blico pudiese encontrarse involucrado, en la medida en que los estudiantes que no accedieron a la gratuidad logran financiar sus estudios mediante cr¨¦ditos con el aval del Estado. De all¨ª el alegato apasionado de Marcela Cubillos por la libertad de trabajo que se articula con la libertad de contrataci¨®n: seg¨²n ella, ¡°lo que est¨¢ en juego es algo mucho m¨¢s profundo, que es la libertad, la libertad de contrataci¨®n, de trabajo, de remuneraci¨®n y la libertad de las instituciones privadas de definir sus pol¨ªticas de remuneraciones. Lo que hay detr¨¢s ac¨¢ es la defensa de la libertad¡± . Sobre el m¨¦rito, ni una sola palabra. Es cierto que en r¨¦gimen de empresa privada en una econom¨ªa de libre mercado idealmente carente de regulaciones (es el anarcocapitalismo en modo chileno pregonado por Marcela Cubillos), la libertad supone l¨ªmites m¨ªnimos (el m¨¢s grotesco es el obst¨¢culo moral a la esclavitud, el que sin el peso del derecho seguir¨ªa existiendo, lo cual nos habla de la importancia de la regulaciones legales y por tanto estatales en todo orden de cosas). No es una casualidad si en el alegato de Cubillos no hay ninguna consideraci¨®n por quienes, colegas suyos, encontr¨¢ndose en su misma condici¨®n legal de proveedores de un servicio de ense?anza (y qu¨¦ decir de investigaci¨®n), no perciben ni por asomo un monto salarial siquiera aproximado. En defensa de Cubillos se ha llegado a argumentar, en el colmo de lo absurdo, que la libertad salarial se justifica en este caso por el solo hecho de que Cubillos es una influencer, un ¡®rostro¡¯ como se dice en Chile, lo que explicar¨ªa buena parte de las utilidades de la Universidad San Sebasti¨¢n: dicho muy en serio, la economista Michele Labb¨¦ sostuvo que ¡°cuando uno empieza a criticar lo que le pagan al resto, hay mucho de envidia¡±.
Lo sorprendente en esta pol¨¦mica es que nadie ha sido capaz de argumentar sobre la frontera que separa el salario justo y el injusto: es evidente que recibir un salario extravagante sin una clara contraprestaci¨®n provocar¨¢ una reacci¨®n hostil (que es el caso con Cubillos). Es precisamente la naturaleza borrosa de esta frontera entre el salario justo e injusto el que fue puesto en evidencia, hace a?os, por el fil¨®sofo chileno Humberto Maturana. Maturana narraba, en una olvidada entrevista, una conversaci¨®n con un portero, a quien le dec¨ªa que usted sabe que ¡°yo gano m¨¢s que usted, ?qu¨¦ opina?¡± La respuesta era evidente: ¡°profesor, usted estudi¨® m¨¢s que yo, se entiende¡±. ¡°Y si yo te dijera que gano m¨¢s del doble que usted, ?qu¨¦ le parece?¡±, pero ¡°profesor, usted estudi¨® m¨¢s que yo¡±. Maturana vuelve a preguntar: ¡°y si yo gano cinco veces m¨¢s que usted, ?qu¨¦ le parece?¡± El portero se echa para atr¨¢s y le responde: ¡°profesor, hay un l¨ªmite¡±, lo que Maturana entiende como un ¡°l¨ªmite de equidad¡± (sic). Esta entrevista de Maturana es brillante, ya que permite poner en evidencia que en materia de salarios y m¨¦ritos existen l¨ªmites: el problema es que no sabemos justificar esos l¨ªmites, aunque sospechamos que hay elementos morales involucrados. No tengo dudas que en el ¡®salario¡¯ de Cubillos hay una inmoralidad.
Pero adem¨¢s de esta inmoralidad, hay algo m¨¢s: buena parte de las universidades privadas chilenas son portadoras de proyectos ideol¨®gicos, de derechas. ?Es eso criticable? En la medida en que haya poco dinero p¨²blico involucrado (contra proyectos de investigaci¨®n cient¨ªfica), no veo grandes reproches, salvo los que tengan que ver con la calidad de la ense?anza impartida. Pero en el caso de la Universidad San Sebasti¨¢n (como en varias otras), lo que alarma es un sistema de contrataciones y remuneraciones mediante captura ideol¨®gica: la Universidad San Sebasti¨¢n ha sido denunciada por haber capturado a una quincena de ex ministros y parlamentarios de derecha en altos cargos directivos. Evidentemente, habr¨¢ siempre una excepci¨®n: el rector Hugo Lavados, exministro de econom¨ªa de Michelle Bachelet cuya cooptaci¨®n es evidente. Pero la pregunta sigue en pie: ?hasta d¨®nde resultan aceptables universidades con proyectos ideol¨®gicos, a menudo groseramente expl¨ªcitos? Es cierto: hubo tambi¨¦n casos de proyectos universitarios con proyectos ideol¨®gicos de izquierda (el m¨¢s conocido, cuyo fracaso fue dram¨¢tico, fue ARCIS), pero que murieron por incompetencia grotesca o por no haber entendido que estaban compitiendo en un mercado en el que los ganadores juegan con cartas marcadas.
En el ¡®esc¨¢ndalo Cubillos¡¯, lo que choca no es solo el grotesco nivel salarial. De verdad es impresionante el volumen de pol¨ªticos de derecha que fueron reclutados sin mediar criterios de excelencia acad¨¦mica. Esto es sorprendente: Chile nunca hab¨ªa tenido tanta masa cr¨ªtica de alt¨ªsimo nivel disponible para ingresar a las universidades habiendo terminado sus doctorados en las mejores universidades del mundo. Son centenares. Pero compiten con quienes tienen poder pol¨ªtico e ideol¨®gico. La lucha es desigual.