El problema de la ¡®verdad¡¯ en democracia
Lo inquietante es que, con el paso del tiempo, las batallas comunicacionales no son solo batallas entre mensajes rivales, sino que son conflagraciones culturales mediante las cuales se define duraderamente la verdad de las cosas
El problema no es completamente nuevo: hace tres d¨¦cadas, irrump¨ªa en el funcionamiento de las democracias representativas y liberales el problema de la verdad de las cosas, eso que se llam¨® en aquel entonces la ¡®post-verdad¡¯ (post-truth), un estado del mundo en el se comenzaban a afirmar cosas como si estas fuesen reales y verdaderas. Con el paso del tiempo, la expresi¨®n ¡®post-verdad¡¯ comenz¨® a ser abandonada para subrayar el fen¨®meno de la ¡®desinformaci¨®n¡¯, cuyo enunciado es aun blando e impreciso para describir el modo de funcionamiento de las democracias.
Hoy en d¨ªa, 30 a?os despu¨¦s, sabemos establecer la diferencia entre misinformation (o informaci¨®n inexacta), disinformation (desinformaci¨®n a secas) y noticias falsas (fake news, que es el resultado deliberado de distorsionar la realidad y la verdad de las cosas, mediante la difusi¨®n de mentiras a menudo bajo formas veros¨ªmiles): el idioma ingl¨¦s, en este aspecto, es lo suficientemente sensible a los matices para describirlos con tal solo tres palabras. La complejidad, hoy, es saber discernir entre la verdad de las cosas (que el cambio clim¨¢tico existe, que la tierra es redonda y no plana, etc¨¦tera) y la ¡®verdad democr¨¢tica¡¯, la que puede perfectamente traducirse en ideas f¨¢cticamente equivocadas que fueron promovidas en un r¨¦gimen de libertades liberales y que fueron consagradas por el sufragio universal como si fuesen verdades. El primer plebiscito de salida en el que se plebiscit¨® una primera propuesta de cambio constitucional en Chile en 2022 estuvo plagado de informaci¨®n inexacta, de desinformaci¨®n y de noticias falsas, pero el resultado fue democr¨¢ticamente inequ¨ªvoco: con o sin buenas razones, el pueblo de Chile rechaz¨® el nuevo texto constitucional.
Todo indica que este es el nuevo modo democr¨¢tico de vida, el que es sumamente inquietante.
En los ¨²ltimos d¨ªas, hemos asistido a dos ejemplos a escala global de lo que puede significar aceptar sin m¨¢s, en nombre de la libertad de expresi¨®n, un modo democr¨¢tico de vida en el que se pueden afirmar todo tipo de cosas: no es nada de f¨¢cil dirimir esta controversia tan tramposa entre por una parte las verdades democr¨¢ticamente establecidas (a partir de reglas efectivamente aceptadas) y, por otra parte, la verdad democr¨¢tica en la que no solo importan las reglas de la discusi¨®n, sino tambi¨¦n la naturaleza de los argumentos y la calidad interna de las razones. Esta distinci¨®n es relevante ya que, para salir del atolladero, no tenemos otra alternativa que dirigirnos hacia formas m¨¢s exigentes de democracia.
El primer ejemplo lo entreg¨® el vicepresidente de los Estados Unidos D.J. Vance en la Conferencia de Seguridad en M¨²nich hace un par de semanas atr¨¢s, en el que critic¨® a las democracias europeas por no percatarse que el principal enemigo de la democracia no es ni Rusia ni China, sino que es interno a los pa¨ªses del viejo continente. Se trat¨® de un discurso de batalla cultural, en el que Vance critic¨® a los l¨ªderes europeos de abandonar ¡°algunos de sus valores m¨¢s fundamentales¡±, al reprimir la libertad de expresi¨®n: para no creerlo. Dicho de otro modo, Vance busc¨® demoler en nombre de la libertad de expresi¨®n el aparato democr¨¢tico cr¨ªtico de los temas de la extrema derecha, especialmente sobre la inmigraci¨®n, el aborto y la leg¨ªtima religiosidad de las personas: sobre esto ¨²ltimo, Vance hizo referencia al caso de un ex militar brit¨¢nico que fue condenado por rezar en un per¨ªmetro inferior a los 150 metros que lo separaban de una cl¨ªnica de abortos. ?C¨®mo no ver que el discurso de Vance no solo es extremo, sino que es radical, al oponerse a la cr¨ªtica que limitan la potencia del discurso y de la pol¨ªtica de extrema derecha?
El segundo ejemplo tambi¨¦n lo protagoniz¨® Vance, al afirmar ante el propio presidente de Ucrania Volodimir Zelenski que es su pa¨ªs y no Rusia el que origin¨® la ¡°operaci¨®n especial¡± (un eufemismo para nombrar lo que fue una invasi¨®n) que ya lleva tres a?os de guerra y m¨¢s de medio mill¨®n de muertos y heridos. Este segundo ejemplo es tan delicado como el primero, ya que sirve para mostrar de qu¨¦ modo los fundamentos de la vida pol¨ªtica global son alterados no por buenas razones, sino por la fuerza que se esconde detr¨¢s de una falsa ret¨®rica pacifista de los Estados Unidos.
?Qu¨¦ hacer cuando el problema ya no es la post-verdad, tampoco la desinformaci¨®n, sino la instalaci¨®n unilateral de la verdad a trav¨¦s de canales democr¨¢ticos que est¨¢n siendo desnaturalizados cada d¨ªa? Por el momento, solo podemos confiar en los mecanismos de control social, los que est¨¢n siendo puestos a prueba por un sistema de informaci¨®n en el que la propiedad de lo medios de prensa y de las redes sociales no es inocua. Lo inquietante es que, con el paso del tiempo, las batallas comunicacionales no son solo batallas entre mensajes rivales, sino que son conflagraciones culturales mediante las cuales se define duraderamente la verdad de las cosas. ?C¨®mo no ver que lo que se est¨¢ modificando es la doxa democr¨¢tica y liberal, esto es una forma de adhesi¨®n al mundo que hasta ahora ha descansado en el saber que se origina en la ciencia, en los h¨¢bitos de la conversaci¨®n preocupada por la sana persuasi¨®n y por la libre circulaci¨®n de las ideas? ?C¨®mo no percibir que son todas las agencias de socializaci¨®n (familia, escuelas, vecindarios, sistemas de comunicaci¨®n y tantas otras cosas) las que se encuentran en entredicho, horadando las disposiciones individuales y la posibilidad de un mundo com¨²n? ?C¨®mo ser¨¢ ese estado generalizado del mundo en el que lo que impera es el todo vale, la convicci¨®n propia que no se alimenta de buenas razones y que solo se interesa por instalar su propia verdad, a cualquier precio?