Recelo al vecino
El confinamiento ha sido muy distinto en los pa¨ªses cuyos Gobiernos conf¨ªan en sus ciudadanos y en los que no
?Ha respondido Europa como un bloque a la pandemia? Ni de lejos. Veamos primero los datos comparativos, porque las medidas de confinamiento han diferido mucho entre un pa¨ªs y otro. Ruman¨ªa declar¨® el estado de emergencia antes de que hubiera un solo muerto en el pa¨ªs. Si uno quiere salir de casa necesita una declaraci¨®n escrita sobre su objetivo, y la polic¨ªa ha puesto en tres semanas 77 millones de euros en multas a 200.000 ciud...
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?Ha respondido Europa como un bloque a la pandemia? Ni de lejos. Veamos primero los datos comparativos, porque las medidas de confinamiento han diferido mucho entre un pa¨ªs y otro. Ruman¨ªa declar¨® el estado de emergencia antes de que hubiera un solo muerto en el pa¨ªs. Si uno quiere salir de casa necesita una declaraci¨®n escrita sobre su objetivo, y la polic¨ªa ha puesto en tres semanas 77 millones de euros en multas a 200.000 ciudadanos que se han saltado esas normas de acero colado. Y eso que los rumanos est¨¢n muy bien dispuestos a seguir las reglas de distanciamiento social, aunque solo sea para no caer en manos de un decadente sistema sanitario del que se f¨ªan a¨²n menos que del Gobierno. En la misma l¨ªnea, Grecia y Serbia han impuesto toques de queda, Croacia exige pasaportes gubernamentales para ir al pueblo de al lado y Polonia tiene encerrados a los ni?os menores de 13 a?os. En compensaci¨®n, estos pa¨ªses del este exhiben unas tasas de mortalidad 10 veces inferiores a las de Espa?a, Francia o Italia.
En el otro extremo del espectro, Suecia se ha apa?ado sin confinamiento alguno. No han cerrado en ning¨²n momento las escuelas ni los restaurantes. ¡°Libertad bajo responsabilidad¡±, lo llama el historiador sueco Lars Tragardh en The Economist. Sin llegar a los extremos suecos de liberalidad, Alemania, Holanda y otros pa¨ªses n¨®rdicos han aplicado una normativa m¨¢s laxa, basada menos en la imposici¨®n y la multa que en la responsabilidad individual de los ciudadanos. Siempre me acuerdo de que en Alemania los peri¨®dicos se apilaban en unos peque?os puestos callejeros, la gente cog¨ªa su ejemplar y dejaba el euro en la latita. ¡°Esto no funcionar¨ªa en Espa?a¡±, me dec¨ªa yo. Lo de la libertad bajo responsabilidad no funciona en los pa¨ªses mediterr¨¢neos, por alguna raz¨®n.
Y es probable que esa raz¨®n sea la desconfianza. No ya en el Gobierno, que tambi¨¦n, sino en el vecino de al lado. La Encuesta Mundial de Valores (WVS, siglas inglesas), que sondea las actitudes ¨¦ticas y pol¨ªticas de los ciudadanos de un centenar de pa¨ªses desde 1981, revela que el 60% de los suecos cree que sus compatriotas son fiables. En los pa¨ªses mediterr¨¢neos esa cifra cae a la mitad, y en Rumania al 6%. ?Somos los mediterr¨¢neos m¨¢s recelosos por naturaleza? Eso no puede ser. Las vistosas diferencias f¨ªsicas entre un sueco y un siciliano no son m¨¢s que adaptaciones al clima. Los dem¨¢s genes son aburridamente parecidos entre un europeo y otro. Si los espa?oles desconfiamos m¨¢s de nuestros vecinos que los n¨®rdicos, las causas habr¨¢ que buscarlas en una historia sinuosa de conflictos fratricidas, polarizaci¨®n ideol¨®gica y corrupci¨®n sist¨¦mica, en una cultura donde todo compromiso personal queda sepultado bajo estratos de culpas salpicadas hacia el otro, en una tradici¨®n pla?idera que lo mismo justifica el odio que la irracionalidad religiosa, la desigualdad que la crueldad. Viva el Mediterr¨¢neo.
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