?Es posible dejar de tocarse la cara 30 veces por hora?
Expertos en comportamiento proponen herramientas para adoptar h¨¢bitos contra la pandemia, como mostrar a las personas que hacen lo correcto y enfatizar que esa es la nueva normalidad
Si le digo que no se toque la cara, que es peligroso para su salud y para combatir la pandemia, es probable que est¨¦ de acuerdo. Pero aun as¨ª, se tocar¨¢ los ojos, la nariz o la boca varias veces antes de acabar este art¨ªculo. Porque el comportamiento humano no funciona as¨ª: no basta con decirnos que no hagamos algo, aunque estemos convencidos. Las personas tienen grandes dificultades para cambiar de h¨¢bitos, incluso cuando nuestra salud est¨¢ en juego: que se lo digan a los fumadores. Y en esta pandemia, hasta que llegue la vacuna, es el comportamiento humano el que nos salva. Como dicen los ex...
Si le digo que no se toque la cara, que es peligroso para su salud y para combatir la pandemia, es probable que est¨¦ de acuerdo. Pero aun as¨ª, se tocar¨¢ los ojos, la nariz o la boca varias veces antes de acabar este art¨ªculo. Porque el comportamiento humano no funciona as¨ª: no basta con decirnos que no hagamos algo, aunque estemos convencidos. Las personas tienen grandes dificultades para cambiar de h¨¢bitos, incluso cuando nuestra salud est¨¢ en juego: que se lo digan a los fumadores. Y en esta pandemia, hasta que llegue la vacuna, es el comportamiento humano el que nos salva. Como dicen los expertos, ahora solo podemos luchar contra el virus usando herramientas del siglo XIX o antes: ponernos mascarillas correctamente, no tocar la zona T de la cara (ojos, nariz, boca), mantener la distancia f¨ªsica hasta con visitas en casa, toser en el interior del codo, lavarse las manos... ?C¨®mo convertir todas estas precauciones esenciales en nuevos h¨¢bitos, en comportamientos automatizados? Todos los d¨ªas leemos sobre la ciencia de las vacunas y los tratamientos, ?qu¨¦ dice la ciencia sobre estas herramientas, las que tenemos todos para esta batalla?
¡°Debemos aumentar la atenci¨®n que prestamos a los comportamientos que las personas pueden adoptar para protegerse a s¨ª mismos y a los dem¨¢s¡±, explica Robert West, de la University College de Londres (UCL). ¡°No podemos pensar que ser¨¢ suficiente solo con contarle esto a la gente; necesitamos ir mucho m¨¢s all¨¢ en la capacitaci¨®n y el apoyo de las personas para que hagan estas cosas de manera efectiva¡±, a?ade este especialista en ciencia del comportamiento aplicada a la salud. West es el principal autor de un estudio, publicado en Nature Human Behaviour, que detalla todo lo que se sabe en su campo para ofrecer una completa caja de herramientas con tablas espec¨ªficas para que las autoridades sanitarias consigan ese saludable cambio de conducta en la poblaci¨®n.
¡°Si muestras en las noticias que los j¨®venes act¨²an de manera est¨²pida o peligrosa, eso es suficiente para que parezca normal, incluso si luego se denuncia. Necesitamos un ¨¦nfasis mucho mayor en mostrar a las personas que hacen lo correcto y enfatizar que esa es la nueva normalidad¡±Robert West, University College de Londres
Como cuando se le propone una alimentaci¨®n saludable a una persona con obesidad, tan importante es el men¨² como la adherencia, es decir, el grado de cumplimiento a lo largo del tiempo: una cosa es saber que se debe comer m¨¢s verdura y otra conseguir incorporarlo como h¨¢bito. Parece una obviedad, pero si las condiciones para cumplir no se dan (escasez de mascarillas, espacios f¨ªsicos estrechos, falta de recursos para permanecer en casa...), no se cumplir¨¢. Para la prevenci¨®n es esencial que las elecciones m¨¢s saludables sean las m¨¢s f¨¢ciles de tomar, las m¨¢s accesibles para todos, al margen de su clase y condici¨®n.
Pero hay comportamientos que exigir¨¢n cambios profundos en nuestra forma de ser y socializarnos. En algunos casos, al comienzo, resultar¨¢ incluso grosero obligar a mantener la distancia o a ponerse mascarilla a una amistad o familiar que acuda a nuestras casas a partir de la fase 1, por ejemplo. Lavarse las manos es una acci¨®n concreta y positiva en la actualidad, por lo que ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil de incorporar. Y estornudar en un codo se puede practicar hasta incorporar el reflejo. Pero es casi imposible incorporar mentalmente una no-acci¨®n como no tocarse la cara, por lo que se proponen utilizar comportamientos que la frenen o sustituyan. El estudio sugiere algunas de las propuestas del Behavioural Insights Team, como tener siempre pa?uelos limpios a mano o usar el rev¨¦s de la mu?eca para rascarse. Tambi¨¦n puede ser ¨²til acostumbrarse a meter las manos en los bolsillos, entrelazar los dedos o cruzarse de brazos con las manos bajo las axilas.
Para tumbar el h¨¢bito de tocarse la zona T (que tocamos entre 10 y 35 veces por hora) se podr¨ªa entrenar h¨¢bitos contrarios, como mantener las manos por debajo del nivel del hombro o crear barreras f¨ªsicas (como m¨¢scaras y gafas). Pero hay un problema a?adido: nos cuesta entender la importancia de algo as¨ª. Hay un mecanismo mental, un sesgo cognitivo, que nos hace pensar que debe haber una proporcionalidad entre un problema y su soluci¨®n: igual que nos parece rid¨ªculo matar moscas a ca?onazos, nos cuesta interiorizar que la soluci¨®n a la mayor crisis sanitaria en un siglo est¨¢ en nuestra mano y pasa en cierta medida por dejar de tocarnos la nariz.
Reicher, asesor de las autoridades del Reino Unido, insiste en que ¡°el p¨²blico no es el problema en una crisis, es la soluci¨®n¡±. Y a?ade: ¡°Nuestra fuerza y resistencia residen en nuestra colectividad¡±
El estudio, firmado tambi¨¦n por la especialista Susan Michie (UCL) y Richard Aml?t, jefe de Ciencia del Comportamiento en la Salud P¨²blica inglesa, explica que la capacidad de llevar a cabo comportamientos de protecci¨®n personal requiere que las personas comprendan lo que debe hacerse, en qu¨¦ circunstancias precisas debe hacerse, c¨®mo hacerlo y por qu¨¦ es importante. Tambi¨¦n requiere el desarrollo de habilidades y t¨¦cnicas apropiadas, que en algunos casos tendr¨¢n que entrenarse, como determinadas limpiezas o colocaci¨®n de mascarillas: las autoridades deber¨ªan difundir todo tipo de tutoriales, claros y detallados. Pero, adem¨¢s, es fundamental la motivaci¨®n: las personas deben sentir una fuerte necesidad de hacerlo, y ah¨ª entra en juego el factor social. El reproche social. La imitaci¨®n. ¡°S¨ª, es tu vida, haz lo que quieras, pero ahora eres responsable de mi vida. Tienes una responsabilidad conmigo¡±, repite el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. La ciudadan¨ªa tiene que percibir que el comportamiento se premia dentro del grupo con el que se identifican, ver a la gente de ese grupo haci¨¦ndolo.
¡°Si muestras en las noticias que los j¨®venes act¨²an de manera est¨²pida o peligrosa, eso es suficiente para que parezca normal, incluso si luego se denuncia. Necesitamos poner un ¨¦nfasis mucho mayor en mostrar a las personas que hacen lo correcto y enfatizar que esa es la nueva normalidad¡±, indica el experto de la University College. ¡°Las personas somos gregarias¡±, zanja. ¡°Los humanos tienen mecanismos incorporados para imitarse unos a otros. Esto significa que cuanto m¨¢s mostremos a las personas que realizan comportamientos que queremos promover, m¨¢s personas seguir¨¢n autom¨¢ticamente este liderazgo¡±, apunta West.
El estudio se?ala que diferentes comportamientos de protecci¨®n personal parecen requerir diferentes tipos de intervenci¨®n. La persuasi¨®n ser¨¢ crucial para motivar, tambi¨¦n por medio de ayudas, incentivos y castigos. Otro estudio reciente mostraba que la confianza y la credibilidad de la autoridad que recomienda estas acciones es fundamental, y que la polarizaci¨®n y la desinformaci¨®n pueden socavar esa respuesta responsable del p¨²blico. Durante la crisis del ¨¦bola, las recomendaciones sanitarias se pusieron en manos de los l¨ªderes religiosos de las comunidades de Sierra Leona, despu¨¦s de que los expertos extranjeros lo intentaran sin ¨¦xito.
¡°No podemos pensar que ser¨¢ suficiente solo con cont¨¢rselo a la gente; necesitamos ir mucho m¨¢s all¨¢ en la capacitaci¨®n y el apoyo de las personas para que hagan estas cosas de manera efectiva¡±
Ahora todav¨ªa hay gente a la que le da corte lucir mascarilla o parecer un fan¨¢tico de la higiene, ?es posible que pasemos de la verg¨¹enza de lucirla a la verg¨¹enza de no llevarlas? ¡°Solo hay que ver la moda para ver lo r¨¢pido que pueden cambiar las cosas: la ropa y los peinados que un d¨ªa son est¨²pidos son normales y atractivos semanas despu¨¦s. Lo crucial de las mascarillas es que, dado que el beneficio solo surgir¨¢ si las personas los usan en situaciones adecuadas, debemos evitar llegar a una situaci¨®n en la que las personas est¨¦n estigmatizadas por no usarlas donde no proporcionan ning¨²n beneficio¡±, advierte West.
El psic¨®logo social Stephen Reicher, asesor de las autoridades del Reino Unido y de Escocia, destaca del informe que la adhesi¨®n a las medidas restrictivas ¡°no se trata solo de motivaci¨®n sino de claridad y oportunidad¡±. ¡°En general, las personas est¨¢n muy motivadas para apoyar pol¨ªticas como el bloqueo. Si salen, es generalmente porque no pueden permitirse quedarse en casa y poner comida en la mesa¡±, asegura Reicher, de la Universidad St. Andrews. Para este experto, las campa?as deben plantearse contando con que ¡°el p¨²blico no es el problema en una crisis, es la soluci¨®n¡±. Se ha visto en todas las mediciones: los ciudadanos de todo el planeta est¨¢n apoyando abrumadoramente medidas tan costosas y sacrificadas como estas. ¡°Nuestra fuerza y resistencia residen en nuestra colectividad¡±, insiste Reicher, que critica que se plantee la desescalada como una liberaci¨®n: ¡°No nos libramos de restricciones, las cambiamos por otras¡±.
Esa fuerza de lo colectivo tambi¨¦n se puede notar en cada comportamiento de protecci¨®n, asegura Reicher: ¡°La clave con las mascarillas es que no te protegen a ti de los dem¨¢s, protegen a los dem¨¢s de ti. Por lo tanto, usarlas, que es un engorro, es un acto prosocial¡±. Y pone como ejemplo: ¡°Nosotros los espa?oles somos personas compasivas, nos preocupamos por los dem¨¢s, especialmente los m¨¢s vulnerables, por lo que usamos mascarillas¡±.
Hace 100 a?os y 11 meses, la revista Science public¨® un art¨ªculo sobre las lecciones de la pandemia de gripe, se?alando tres factores que frenaron la prevenci¨®n: la gente no era consciente de los riesgos que corr¨ªan, el distanciamiento f¨ªsico va en contra de la naturaleza humana, y las personas a veces act¨²an como un peligro, de forma inconsciente, hacia s¨ª mismas y los dem¨¢s. La ciencia, tambi¨¦n la del comportamiento humano, ha avanzado mucho durante este tiempo para proporcionar herramientas que nos ayuden a no cometer aquellos tres errores.
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