Por qu¨¦ es tan dif¨ªcil saber d¨®nde cazan los depredadores marinos
La temperatura, el tipo de especie y las m¨²ltiples dimensiones del oc¨¦ano alimentan las incertidumbres
El oc¨¦ano tiene sus propias reglas. No es tan sencillo resolver sus misterios ni colmar las dudas. Es lo que asegura Marius Roesti, investigador en el Instituto de Ecolog¨ªa y Evoluci¨®n en la Universidad de Bern (Suiza), principal autor de un estudio reciente publicado en Nature Communications que alimenta una controversia: ?D¨®nde cazan los depredadores en los oc¨¦anos? Las teor¨ªas m¨¢s populares indican que la zona del ecuador es la m¨¢s propensa para los atacantes debido a la riqueza de especies como es el caso en la tierra....
El oc¨¦ano tiene sus propias reglas. No es tan sencillo resolver sus misterios ni colmar las dudas. Es lo que asegura Marius Roesti, investigador en el Instituto de Ecolog¨ªa y Evoluci¨®n en la Universidad de Bern (Suiza), principal autor de un estudio reciente publicado en Nature Communications que alimenta una controversia: ?D¨®nde cazan los depredadores en los oc¨¦anos? Las teor¨ªas m¨¢s populares indican que la zona del ecuador es la m¨¢s propensa para los atacantes debido a la riqueza de especies como es el caso en la tierra. Pero, el equipo de Roesti, con un an¨¢lisis de datos de un total de 900 millones de ataques a lo largo de 55 a?os, demuestra que no.
Seg¨²n sus resultados, los depredadores como los tiburones, los atunes, los peces espada y otras especies de talla grande, se alimentan en las aguas templadas; con una frecuencia de hasta un 65% superior en el hemisferio sur y un 35% en el norte en comparaci¨®n con la zona ecuatorial. ¡°Es complicado decir por qu¨¦ ocurre esto, por qu¨¦ cazan m¨¢s ah¨ª. Solo quisimos confirmar los resultados de un estudio global de 2017 y no coincide con lo que pasa en el oc¨¦ano¡±, cuenta Roesti. El estudio en cuesti¨®n se public¨® en Science y demostr¨® que en la zona tropical es la de mayor riesgo para los insectos terrestres. En el oc¨¦ano todo cambia. La productividad es m¨¢s elevada en aguas frescas, donde se desarrollan m¨¢s cantidad de nutrientes, y eso, entre otras cosas, es lo que hizo dudar a Roesti.
Uno de los primeros en mencionar el patr¨®n latitudinal como clave para entender la geograf¨ªa de la biodiversidad fue el alem¨¢n Alexander von Humboldt, a principios del siglo XIX
La primera cosa que hay que tener en cuenta es que evaluar los patrones de depredaci¨®n en los oc¨¦anos a gran escala no es una tarea sencilla. Claudio Barr¨ªa, bi¨®logo marino especialista en tiburones del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (ICM-CSIC) y de la asociaci¨®n Catsharks, a?ade que la zona de estudio, el grupo de especies estudiadas y el h¨¢bitat son esenciales para entender estos patrones. Por ejemplo, hay algunos tiburones, como el tibur¨®n peregrino, del que s¨®lo se conoce su alimentaci¨®n en primavera y verano. ¡°Es dif¨ªcil conocer qu¨¦ hace en los meses m¨¢s fr¨ªos del a?o, ya que no se le suele encontrar en la zona epipel¨¢gica en invierno. Lo mismo ocurre con varias especies que cambian de h¨¢bitat o realizan migraciones latitudinales o verticales¡±, explica el experto.
Adem¨¢s, los patrones latitudinales de biodiversidad no se manifiestan siempre en los oc¨¦anos. Hasta ahora se sabe que la mayor¨ªa de los grupos de especies van aumentando en diversidad a medida que se acercan a los tr¨®picos. Sin embargo, otros peces y organismos planct¨®nicos siguen un patr¨®n diferente y algunos mam¨ªferos marinos incluso un curso inverso.
El oc¨¦ano es muy amplio y presenta una gran variedad de h¨¢bitats. No es lo mismo analizar especies del litoral, que del mar abierto; tampoco lo es analizar depredadores de los primeros metros de la columna de agua, que analizar los de las regiones abisales. ¡°Por eso, son necesarios estudios globales como este, para poder tener una visi¨®n general. Sin embargo, las t¨¦cnicas para evaluar la depredaci¨®n han de ser consistentes, y siempre ser¨¢ dif¨ªcil contrastar estudios que utilicen diferentes metodolog¨ªas. El debate est¨¢ centrado en las diferencias de riquezas de especies, pero ?cu¨¢ntas especies conocemos realmente? Creemos que s¨®lo conocemos alrededor del 90% de ellas, por lo que a¨²n nos queda mucho descubrir", argumenta.
Hay algunos tiburones, como el tibur¨®n peregrino, del que solo se conoce su alimentaci¨®n en primavera y verano
El tiempo parece, por lo tanto, un factor capaz de resolver estas incertidumbres. Los investigadores comenzaron con las especies m¨¢s accesibles y los espacios espec¨ªficos m¨¢s f¨¢ciles de analizar como las costas, por ejemplo, pero eso foment¨® la variedad de los resultados. Ahora, al aumentar el panorama a escala global, se podr¨¢ tener un visi¨®n m¨¢s real de la depredaci¨®n.
Anna Lesley Hargreaves, investigadora en el Departamento de Biolog¨ªa de la Universidad de McGill (Canad¨¢) y experta en las interacciones terrestres entre especies, opina lo mismo que Barria. La cient¨ªfica tambi¨¦n insiste en lo complicado que es explorar el oc¨¦ano y que no tiene nada que ver con la tierra que se suele usar demasiado como referencia. Para empezar, en la tierra, la mayor productividad e interacci¨®n se encuentran en la zona tropical. "Es f¨¢cil estudiar porque se ven los organismos, se puede entrar en contacto con ellos, hacer pruebas con muchos ejemplares y cambiar las condiciones. En el mar, es mucho m¨¢s complejo, no hay luz y es casi imposible modificar el ambiente¡±, justifica Lesley.
Para paliar estas limitaciones, los investigadores analizan la cantidad de ejemplares (conchas, caracoles, p¨¢jaros, insectos) que han sido devoradas o bien, recurren a la pesca. Esta ¨²ltima soluci¨®n fue la que sirvi¨® a recopilar los datos globales que ha utilizado Roesti, pero es un m¨¦todo que podr¨ªa alterar la realidad. Los pescadores pon¨ªan en el anzuelo la presa que correspond¨ªa a la dieta espec¨ªfica del depredador lo que sesgaba, en parte, el comportamiento natural del animal, y esos datos fueron analizados por los investigadores.
La cronolog¨ªa de la discrepancia
Uno de los primeros en mencionar el patr¨®n latitudinal como clave para entender la geograf¨ªa de la biodiversidad fue el alem¨¢n Alexander von Humboldt, a principios del siglo XIX. Su propuesta fue utilizada por la ciencia para conocer mejor la fauna de los oc¨¦anos que aguardan, todav¨ªa, demasiados misteriosos. Pero en 1972, se public¨® un trabajo del ec¨®logo estadounidiense Robert H. MacArthur, en el cual no se constataba una relaci¨®n entre las latitudes y la depredaci¨®n, seg¨²n recuerda el trabajo de Roesti. Esta teor¨ªa se sigue alimentando con, por ejemplo, un estudio de hace un a?o del investigador Benjamin G. Freeman, del Departamento de Ecolog¨ªa y Biolog¨ªa Evolutiva de la Universidad de Cornell de Nueva York que propone una explicaci¨®n de por qu¨¦ las fuerzas de interacci¨®n observadas pueden ser similares en todas las latitudes. El equipo sugiere que las poblaciones pueden adaptarse a las diferencias latitudinales en los reg¨ªmenes de interacci¨®n.
Los investigadores pon¨ªan en la punta de su anzuelo la presa que correspond¨ªa a la dieta espec¨ªfica del depredador lo que manipulaba, en parte, el comportamiento natural del animal
En paralelo, otros expertos siguen demostrando que hay un v¨ªnculo y que el riesgo de depredaci¨®n aumentaba hacia el ecuador. Los gaster¨®podos fueron una de las primeras especies que permitieron al cient¨ªfico holand¨¦s Geerat J. Vermeij indagar sobre el lugar donde ocurr¨ªa la depredaci¨®n en 1978. El experto observ¨® que las caracter¨ªsticas de esta especie que les permit¨ªan defenderse de los depredadores se iban desarrollando cuanto m¨¢s cerca estaban de los tr¨®picos. Los depredadores, en este caso los cangrejos, eran m¨¢s eficientes y especializados cerca de la l¨ªnea ecuatorial en las zonas templadas. Algo parecido pasa con las rayas y los peces que se encuentran m¨¢s en los tr¨®picos que en otras aguas y son m¨¢s propensos a comer esos caracoles. En 1981, unos investigadores retomaron estos datos y confirmaron la teor¨ªa: constataron que 60 caracoles de 680 hab¨ªan sido atacados mientras que en New England, tan solo 4 de 1.170. Adem¨¢s, en 1985, una investigaci¨®n demuestra que los cangrejos, cuando juegan el papel de presas, est¨¢n m¨¢s amenazados en los tr¨®picos donde desapareci¨® el 89% en comparaci¨®n con la zona del New Jersey que cuenta con tan solo un 30% de descenso.
Otros fueron en la otra direcci¨®n, la de los polos, como Roesti. En 2016, un estudio inform¨® de que en las latitudes m¨¢s templadas la depredaci¨®n hacia los braqui¨®podos era mucho m¨¢s fuerte que en el ecuador.Estas investigaciones son tan solo algunos ejemplos de la lista de discrepancias que sigue intrigando a la comunidad cient¨ªfica.
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Los depredadores en apuros
Algo sobre lo cual los expertos coinciden es que la depredaci¨®n disminuye por culpa de la sobrepesca. Un gr¨¢fico del estudio de Roesti y sobre todo la parte que concierne la zona del Atl¨¢ntico es impactante. Las curvas indican que entre 1960 y 2009 la cantidad de ataques ha bajado considerablemente y eso pasa en las cuatro cuencas oce¨¢nicas (Indico, Oeste y Este del Pac¨ªfico y Atl¨¢ntico). ?Qu¨¦ impacto tiene el ser humano? Es una pregunta cuya respuesta queda por confirmar, pero Roesti asegura que se debe a la combinaci¨®n de todas nuestras actividades y no necesaria y ¨²nicamente al cambio clim¨¢tico. ¡°Han descendido las cantidades de ataques por la sobreexplotaci¨®n, por la pesca, y todo el abuso que hacemos del mar¡±, concluye el experto.