Mercaderes del espacio
Si atendemos a las leyes f¨ªsicas, la conquista del espacio empez¨® inmediatamente despu¨¦s de haber sido creado el tiempo. Ahora viene dada por la escasez de recursos energ¨¦ticos
Adivinar el futuro es el segundo oficio m¨¢s antiguo del mundo. El primero es contar historias. Por eso, la ciencia ficci¨®n es el g¨¦nero tradicional por antonomasia, la categor¨ªa literaria m¨¢s libre y remota de todas; el ¨²nico g¨¦nero que permite al instinto anticipatorio introducir elementos de un futuro posible.
La novela de Korbluth y Pohl escrita a principios de los a?os cincuenta, y titulada Mercaderes del espacio, es todo un ejemplo de c¨®mo la ciencia ficci¨®n del pasado se pued...
Adivinar el futuro es el segundo oficio m¨¢s antiguo del mundo. El primero es contar historias. Por eso, la ciencia ficci¨®n es el g¨¦nero tradicional por antonomasia, la categor¨ªa literaria m¨¢s libre y remota de todas; el ¨²nico g¨¦nero que permite al instinto anticipatorio introducir elementos de un futuro posible.
La novela de Korbluth y Pohl escrita a principios de los a?os cincuenta, y titulada Mercaderes del espacio, es todo un ejemplo de c¨®mo la ciencia ficci¨®n del pasado se puede convertir en ciencia avanzada de nuestro presente. Lo que viene a afirmarnos, no solo que la historia de la narrativa es un constante avance del mito hacia el realismo, sino que la ciencia ficci¨®n es el ¨²nico g¨¦nero capaz de convertir la fantas¨ªa en realismo con ayuda del tiempo.
La novela Mercaderes del espacio fue publicada en 1953 y en ella se nos cuenta c¨®mo la Tierra est¨¢ bajo el dominio de las empresas y de la propaganda de productos. Confundir necesidad con deseo es el objetivo primordial de la publicidad, y eso es a lo que se dedica el protagonista de la novela, un tal Mitchell Courtenay, ejecutivo de una agencia publicitaria y encargado de elaborar la campa?a para el Proyecto Venus, un plan programado para colonizar dicho planeta.
Con un sentido del humor llevado y tra¨ªdo con toda su carga cr¨ªtica, los autores Cyril Mary Korbluth y Frederik Pohl sit¨²an el mercado como instituci¨®n dominante; un monstruo de apetito insaciable que ejerce su dominio sideral sobre el ser humano. La novela acaba de ser reeditada en estos d¨ªas por Minotauro, y es de esas lecturas imprescindibles, no solo para pasar un buen rato, sino para comprender que nuestro presente fue futuro predecible un buen d¨ªa del pasado. Para jugar con los tiempos a la manera de Korbluth y Pohl se hacen necesarias toneladas de inteligencia.
Es de esas lecturas imprescindibles, no solo para pasar un buen rato, sino para comprender que nuestro presente fue futuro predecible un buen d¨ªa del pasado
Dominar el planeta en virtud del conocimiento cient¨ªfico se ha confundido con torturarlo hasta agotar sus recursos. Por ello, parece que no queda otra, y que en la pr¨®xima d¨¦cada va a ser habitual servirnos de la Luna como un puerto espacial con sus muelles de carga y sus mercanc¨ªas suspendidas del gancho de las gr¨²as. Un espacio de distribuci¨®n donde ser¨¢ posible poner en marcha monstruosos cargueros que transporten mineral asteroide hasta nuestro planeta, exhausto y carente de recursos energ¨¦ticos. Porque hace unos a?os ¡ªbajo el mandato de Obama¡ª se aprob¨® una nueva ley en Estados Unidos por la que se legalizaba el aprovechamiento comercial del espacio. Atendiendo al precepto, la miner¨ªa de asteroides va a ser el futuro de las inversiones.
Tan solo habr¨¢ que esperar hasta la pr¨®xima d¨¦cada. Entonces veremos c¨®mo los asteroides, debido a su riqueza mineral, van a ser explotados comercialmente como fuentes energ¨¦ticas. No hace falta imaginarse los reclamos publicitarios que nos anunciar¨¢n las ventajas de la inversi¨®n en asteroides. Tampoco va a hacer falta imaginarnos la Luna como puerta de entrada a planetas del sistema solar, ni los viajes programados, ni la oferta de viviendas en Marte o en Venus. Estas cosas ya las imaginaron por nosotros Korbluth y Pohl en una novela que presenta la distop¨ªa en la que nos vamos a ver inmersos la pr¨®xima d¨¦cada.
Si atendemos a las leyes f¨ªsicas, la conquista del espacio empez¨® inmediatamente despu¨¦s de haber sido creado el tiempo. Ahora, la conquista del espacio exterior viene dada por el ser humano ante la escasez de los recursos energ¨¦ticos de nuestro planeta. Lo que duren los pocos recursos que quedan ser¨¢, sobre todo, una cuesti¨®n de tiempo. Y, en un futuro pr¨®ximo, la novela de Korbluth y Pohl se leer¨¢ como una broma de las que se gasta el conocimiento cuando combina ciencia, arte y revelaci¨®n.
Miner¨ªa sideral
La riqueza mineral de los asteroides se da en concentraciones muy superiores a las que podemos encontrar en las minas de nuestro planeta. Esta particularidad, sumada a la escasez de recursos de la Tierra, hace de la miner¨ªa de asteroides el posible futuro mercantil de un mundo que se abri¨® a la modernidad hace algo m¨¢s de 500 a?os, cuando Col¨®n descubri¨® el Atl¨¢ntico.
Al igual que la b¨²squeda de El Dorado se extendi¨® por el mapa de Am¨¦rica del Sur durante el siglo XVI, es muy posible que la pr¨®xima fiebre gane temperatura en el espacio exterior. De esta manera, las expediciones comerciales viajar¨¢n a trav¨¦s del hiperespacio como antes lo hac¨ªan a trav¨¦s del oc¨¦ano Atl¨¢ntico.
Seg¨²n la ley que fue aprobada por Estados Unidos a finales del a?o 2015, las empresas privadas que exploten la miner¨ªa sideral tienen todas las garant¨ªas legales para poder apropiarse de los minerales que obtengan de dicha explotaci¨®n. Obama accedi¨® a poner su firma en la pol¨¦mica ley y, con ello, dio el pistoletazo de salida para una carrera donde el capitalismo mercantil, as¨ª como el financiero, alcanzar¨¢n velocidades cercanas a la velocidad de la luz.
Sin duda alguna, a partir de la nueva localizaci¨®n de fuentes energ¨¦ticas, se va a conformar un nuevo orden econ¨®mico. Una transformaci¨®n donde, tal vez, se originar¨¢ un sistema monetario internacional basado en el patr¨®n de un nuevo mineral. Al igual que en su d¨ªa fue el patr¨®n oro el que respald¨® el capitalismo financiero, en un futuro no muy lejano vamos a estar pendientes de la fluctuaci¨®n del nuevo modelo.
Pero todo esto no son m¨¢s que especulaciones, dudas que surgen tras saber que la distop¨ªa hiperespacial se ha puesto en marcha. Historias para nutrir noches de insomnio y, en definitiva, relatos de ciencia ficci¨®n que alg¨²n d¨ªa se escribir¨¢n a la manera de Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth, la pareja de autores de una de las novelas m¨¢s brillantes de todos los tiempos: 'Mercaderes del espacio'.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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