El Instituto Espa?ol de Oceanograf¨ªa, ?una instituci¨®n maldita?
El autor cree que es "urgente" transferir a los centros costeros del organismo, en plena crisis, el m¨¢ximo de competencias posible
El Instituto Espa?ol de Oceanograf¨ªa (IEO) fue creado en 1914 por el doctor Od¨®n de Buen, catedr¨¢tico de la Universidad Complutense. Od¨®n de Buen era un patriota espa?ol, librepensador y agn¨®stico, un c¨®ctel perfecto para granjearse enemistades tanto en la derecha como en la izquierda del arco pol¨ªtico y tambi¨¦n desde posiciones nacionalistas. Su actuaci¨®n fue decidida, aunque un tanto desp¨®tica y con pinceladas de nepotismo, pero, en cualquier caso, terriblemente eficaz. Ello le supuso enemigos...
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El Instituto Espa?ol de Oceanograf¨ªa (IEO) fue creado en 1914 por el doctor Od¨®n de Buen, catedr¨¢tico de la Universidad Complutense. Od¨®n de Buen era un patriota espa?ol, librepensador y agn¨®stico, un c¨®ctel perfecto para granjearse enemistades tanto en la derecha como en la izquierda del arco pol¨ªtico y tambi¨¦n desde posiciones nacionalistas. Su actuaci¨®n fue decidida, aunque un tanto desp¨®tica y con pinceladas de nepotismo, pero, en cualquier caso, terriblemente eficaz. Ello le supuso enemigos tambi¨¦n en el ¨¢mbito de la ciencia. Sea como fuere, a inicios del siglo XX logr¨® colocar al IEO en la primera l¨ªnea internacional de la Oceanograf¨ªa y aglutin¨® a lo mejor de la ciencia orientada al estudio del mar de nuestro pa¨ªs. Od¨®n de Buen dirigi¨® el Instituto hasta 1936, cuando el golpe de estado del general Franco dio al traste con todo.
El Gobierno de la dictadura se ceb¨® en el IEO, al que se consideraba un ¡°nido de rojos¡± y trat¨® a sus investigadores de forma cruel. Una Orden Ministerial, de febrero de 1939 dec¨ªa as¨ª:¡± ... por ser p¨²blica y notoria la desafecci¨®n de los catedr¨¢ticos universitarios... al nuevo r¨¦gimen implantado en Espa?a, no solamente por sus actuaciones en las zonas que han sufrido y en las que sufren la dominaci¨®n marxista, sino tambi¨¦n por su pertinaz pol¨ªtica antinacionalista y antiespa?ola en los tiempos precedentes al Glorioso Movimiento Nacional...¡±. En este contexto, se abr¨ªa la que ser¨ªa la segunda ¨¦poca del IEO, sometiendo a su personal a procesos de depuraci¨®n, que apartar¨ªan para siempre a la mayor¨ªa de sus mejores investigadores.
El gobierno de la dictadura, con ¨¢nimo de reorganizar la ciencia espa?ola, en 1940 cre¨® el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), en el contexto de la ideolog¨ªa de los ganadores de la guerra civil, con la visi¨®n de enlazar la Espa?a de aquel momento con el ¡°siglo de oro¡± y olvidando el resto de las ¨¦pocas de ¡°caos¡±. El IEO fue excluido de esta reorganizaci¨®n y Jos¨¦ Mar¨ªa Albareda, secretario general del CSIC, decidi¨® crear otro centro dedicado a la investigaci¨®n marina en Espa?a en el ¨¢mbito del CSIC. Al parecer Albareda pensaba que revitalizar el IEO, como se hab¨ªa hecho con otras instituciones cient¨ªficas creadas antes de la guerra, no era viable dadas ¡°las circunstancias pol¨ªticas y sociales del pa¨ªs¡±. En enero de 1940, el Bolet¨ªn Oficial del Estado public¨® una disposici¨®n nombrando a un almirante director general del IEO. Desde entonces, y hasta la recuperaci¨®n de la democracia, los directores fueron almirantes que supieron, pese a lo dif¨ªcil de la situaci¨®n, mantener al IEO a flote.
El IEO fue objeto de continuados intentos por parte del CSIC de apartarlo del ¨¢mbito cient¨ªfico, aunque que no tuvieron ¨¦xito. Con el fin de la dictadura en 1977, el IEO tuvo la opci¨®n de abrir una tercera ¨¦poca con mejores perspectivas. La llegada de Miquel Oliver a la direcci¨®n puso de nuevo un cient¨ªfico civil al mando del IEO. La situaci¨®n era penosa, con una plantilla bajo m¨ªnimos, presupuestos miserables, laboratorios costeros instalados en edificios viejos e insuficientes, material cient¨ªfico anticuado y una flota que consist¨ªa en tres o cuatro barcos de no m¨¢s de 12 metros de eslora. Oliver se propuso devolver el IEO, que subsist¨ªa de puro milagro, al lugar que le correspond¨ªa y se lanz¨® a la dif¨ªcil tarea. Con unos presupuestos mejorados, se reforz¨® la infraestructura con nuevos edificios para los laboratorios costeros, el material cient¨ªfico se moderniz¨® por completo y se inici¨® la creaci¨®n de una flota moderna de buques de investigaci¨®n. Si bien, lo m¨¢s importante fue la incorporaci¨®n de un gran n¨²mero de investigadores j¨®venes y entusiastas. A partir de ese momento, las opiniones de los ocean¨®grafos espa?oles empezaron a tener peso en los organismos especializados internacionales. Durante este periodo, el CSIC modific¨® su posici¨®n en relaci¨®n con el IEO y su presidente, Alejandro Nieto, se empe?¨® con Oliver en que el proyecto de elaboraci¨®n de la Ley de la Ciencia de 1986 reconocer¨ªa al IEO como Organismo P¨²blico de Investigaci¨®n (OPI). En 1982, Rafael Robles fue nombrado director del IEO y Diego Valle su secretario general. Ellos fueron los encargados de dar al Instituto una nueva estructura, capaz de soportar el reto que se les planteaba. Deb¨ªan articular un organismo de investigaci¨®n competitivo desde el punto de vista cient¨ªfico y, a la vez, capaz de dar respuesta a las tareas de asesoramiento al Estado, que le eran propias desde su fundaci¨®n. Y as¨ª lo hicieron, pero el cambio de gobierno que se producir¨ªa en 1996 provoc¨® tambi¨¦n un cambio trascendente para el IEO que, aunque imperceptible en aquel momento, abri¨® un per¨ªodo de incertidumbres que no presagiaba nada bueno. Rafael Robles fue destituido y la nueva direcci¨®n no supo entender lo que ten¨ªa entre manos, asegurar y reforzar la excelencia cient¨ªfica, al tiempo que mantener unos niveles de m¨¢xima solvencia en su servicio de asesoramiento a las administraciones del Estado. Adem¨¢s, la reforma administrativa iniciada por Robles se paraliz¨®, hasta tal punto que casi 40 a?os despu¨¦s sigue como ¨¦l la dej¨®.
Desde entonces, y sobre todo desde que el IEO se incorpor¨® plenamente al sistema de I+D del Estado, los equipos directivos que se sucedieron al mando del IEO no supieron, o no quisieron, enfrentarse a la tarea de dise?ar el IEO del siglo XXI. Y eso, a pesar de que el personal investigador s¨ª supo entender el cambio. Prueba de ello es que en 1995 pr¨¢cticamente ning¨²n investigador del IEO hab¨ªa completado el ciclo formativo de doctorado, pero en 2010 casi todos hab¨ªan normalizado su situaci¨®n curricular. Pero el personal del IEO, permeable al entorno, y a diferencia de lo que le hab¨ªa caracterizado hasta entonces, empez¨® a mirar m¨¢s por su curr¨ªculo personal que por los intereses del IEO. En cualquier caso, la inercia acumulada llev¨® al Instituto a seguir creciendo en el ¨¢mbito cient¨ªfico, de tal forma que, de unos pocos art¨ªculos publicados en 1995 en revistas cient¨ªficas de impacto, se pas¨® a cerca de 250 en 2015. Entre 2002 y 2012 se publicaron 1181 art¨ªculos y casi la mitad de ellos en el primer cuartil de impacto. Tambi¨¦n creci¨® la citaci¨®n de los trabajos publicados por el IEO y la colaboraci¨®n con otras instituciones nacionales e internacionales y, sobre todo, se consolidaron m¨¢s de 40 grupos de investigaci¨®n competitivos, capaces de conseguir cada vez m¨¢s financiaci¨®n externa. Se aument¨® y moderniz¨® la flota de buques de investigaci¨®n y el equipamiento en general y se reforzaron y actualizaron las valios¨ªsimas bases de datos que mantiene el IEO, gracias a un knowhow ¨²nico, acumulado durante generaciones desde su fundaci¨®n en 1914. El IEO cuenta, hoy en d¨ªa, con un personal capaz de llevar a cabo una labor de investigaci¨®n al m¨¢ximo nivel y, al mismo tiempo, de asesorar de forma muy competente, en buena parte de los temas relacionados con la gesti¨®n del mar, los oc¨¦anos y sus recursos. Pero el IEO ha carecido durante los ¨²ltimos a?os de una direcci¨®n cient¨ªfica y un soporte de gesti¨®n econ¨®mico-administrativa solvente, capaces de desarrollar esta labor de forma eficaz.
¡°Desde que el IEO se incorpor¨® plenamente al sistema de I+D del Estado, los equipos directivos que se sucedieron al mando del IEO no supieron, o no quisieron, enfrentarse a la tarea de dise?ar el IEO del siglo XXI¡±
As¨ª las cosas, el problema est¨¢ servido. Desde 1995 la situaci¨®n ha ido poco a poco, pero de forma continuada, a peor. La consecuci¨®n de proyectos en convocatorias competitivas o asignados de forma directa para tareas de asesoramiento fue creciendo, al tiempo que la incapacidad de gestionarlos era cada vez mayor. El acceso de los grupos de investigaci¨®n a la financiaci¨®n lograda, as¨ª como la tramitaci¨®n de los convenios asociados o la contrataci¨®n del personal asignado al proyecto, fue resultando cada vez m¨¢s dif¨ªcil, hasta llegar a la par¨¢lisis actual. Y por si todo esto no fuera suficiente, los recortes presupuestarios, a causa de la crisis econ¨®mica de 2008 y sobre todo la degradaci¨®n administrativa del organismo, que pas¨® de direcci¨®n general a subdirecci¨®n general, redujo de forma muy considerable su capacidad de actuaci¨®n. Todo ello, ha situado al IEO en el centro de una tormenta perfecta.
Pero quiz¨¢s lo peor fue que la c¨²pula directiva, los servicios centrales del IEO en Madrid, cerrados en banda a ceder cualquier parcela de gesti¨®n a los centros costeros pese a su incapacidad de resolverla, en lugar de enfrentarse a estos problemas, escondieron la cabeza bajo el ala. Hoy en d¨ªa, nadie parece saber c¨®mo salir del laberinto. Se habla de incorporar el IEO al CSIC, pero esta instituci¨®n, orientada prioritariamente a la generaci¨®n de conocimiento cient¨ªfico, carece de la cultura de servicio p¨²blico y de la agilidad de respuesta que tuvo y que podr¨ªa recuperar con facilidad el IEO. Adem¨¢s, ello podr¨ªa suponer, al diluir los centros costeros del IEO en una estructura del tama?o del CSIC, perder la capacidad de actuar coordinadamente en su labor de asesoramiento, lo cual dificultar¨ªa, o, m¨¢s bien, imposibilitar¨ªa dar respuesta a las responsabilidades que le competen. El IEO solo podr¨¢ servir con eficacia al Estado manteniendo toda su implantaci¨®n territorial y su car¨¢cter aut¨®nomo y, por supuesto, actualizando y reforzando su estructura de direcci¨®n cient¨ªfica y gesti¨®n econ¨®mico-administrativa. Adem¨¢s, es urgente transferir a sus centros costeros el m¨¢ximo de competencias posible, descargando as¨ª a la direcci¨®n del organismo de tareas rutinarias que no le corresponden y consolidando a sus grupos de investigaci¨®n multidisciplinares e intercentros como verdadero coraz¨®n del organismo. De otra forma Espa?a perder¨¢ una parte muy valiosa de su patrimonio cient¨ªfico, una instituci¨®n con m¨¢s de 100 a?os de historia, que, de perderse, muy dif¨ªcilmente se podr¨ªa recuperar.
Pere Oliver Rius es investigador de la Universitat de les Illes Balears (desde 2018). Fue investigador del Instituto Espa?ol de Oceanograf¨ªa (1974-2017); Director del Centro Oceanogr¨¢fico de las Islas Baleares (1987-1996); Senior Fishery Officer de la FAO (1996-2001); Director General de I+D del Govern de les Illes Balears (2007-2011).