Algo m¨¢s que un punto de vista
Con el Renacimiento, los artistas emplear¨¢n la perspectiva de manera cient¨ªfica, animando las matem¨¢ticas y dotando de movimiento las escenas de los cuadros
Lo obvio interesa menos que lo enigm¨¢tico. Por eso mismo, la c¨²pula de la catedral de Florencia que ingeni¨® Brunelleschi (1377-1446) muestra la rara belleza de un misterio interesante. Sabemos que se construy¨® sin usar ning¨²n sistema de apoyo, superando as¨ª una prueba de habilidad semejante a la de colocar un huevo de pie sobre una mesa de m¨¢rmol.
Pero la capacidad de Brunelleschi para relacionar figuras geom¨¦tricas y proporciones hubiese servido de poco, o de nada, si no llega a ser por ...
Lo obvio interesa menos que lo enigm¨¢tico. Por eso mismo, la c¨²pula de la catedral de Florencia que ingeni¨® Brunelleschi (1377-1446) muestra la rara belleza de un misterio interesante. Sabemos que se construy¨® sin usar ning¨²n sistema de apoyo, superando as¨ª una prueba de habilidad semejante a la de colocar un huevo de pie sobre una mesa de m¨¢rmol.
Pero la capacidad de Brunelleschi para relacionar figuras geom¨¦tricas y proporciones hubiese servido de poco, o de nada, si no llega a ser por su conocimiento acerca del arte de la perspectiva. Si bien, Brunelleschi no fue el primero en utilizar la t¨¦cnica de la perspectiva, fue pionero en lo que respecta a su desarrollo cient¨ªfico.
Para el estudio de la misma, Brunelleschi ingeni¨® una tablilla en la que hab¨ªa pintado el Baptisterio de San Juan. Se trataba de una tablilla peque?a con una peculiaridad, pues ten¨ªa un peque?o agujero por el que se pod¨ªa mirar al otro lado. Colocando la tablilla frente a un espejo, y mirando a trav¨¦s del agujero por detr¨¢s, se consegu¨ªa la ilusi¨®n de ver la imagen en el espejo de la misma manera que si la contempl¨¢bamos en vivo, es decir con perspectiva.
Con todo, el uso de la perspectiva no era algo nuevo. Sin ir m¨¢s lejos, Arist¨®teles nos habl¨® en su Po¨¦tica del uso de paneles planos en los escenarios teatrales para producir con ellos la ilusi¨®n de profundidad. Pero con el Renacimiento, los artistas emplear¨¢n la perspectiva de manera cient¨ªfica, animando las matem¨¢ticas y dotando de movimiento las escenas de los cuadros. Porque capturar un instante dram¨¢tico en el tiempo solo es posible desde la cuarta dimensi¨®n. De esta manera, con la dimensi¨®n temporal, la naturaleza se convierte en un proceso din¨¢mico que se describe con su mismo lenguaje, es decir, con el lenguaje de los n¨²meros, tal y como nos cuenta el matem¨¢tico polaco Jacob Bronowski (1908-1974) en su famoso trabajo El ascenso del hombre (Capit¨¢n Swing).
En el cap¨ªtulo dedicado a la perspectiva, Bronowski nos pone sobre la pista del matem¨¢tico ¨¢rabe Alhac¨¦n (965 d.c -1040) y de su percepci¨®n de los objetos en el espacio, reconociendo que ¡°podemos ver los objetos porque cada uno de sus puntos refleja y dirige un rayo de luz hacia nuestros ojos¡±, al contrario de lo que pensaban los griegos cuya percepci¨®n supon¨ªa que la luz iba dirigida de los ojos hacia los objetos.
Secreto del arte
Por todo esto, cuando el pintor Alberto Durero lleg¨® a Bolonia, a principios del siglo XVI, lo hizo con el objetivo de desvelar el secreto que se escond¨ªa tras el arte de la perspectiva, una t¨¦cnica por la cual los pintores italianos lograban captar un instante dram¨¢tico. Para Durero hab¨ªa algo m¨¢s en todo aquello que la proximidad de un objeto que se agranda a medida que nos vamos acercando hacia ¨¦l. La perspectiva para los artistas del renacimiento era algo m¨¢s que un punto de vista, algo m¨¢s que imitar un espacio tridimensional en una superficie plana.
Para ellos, la perspectiva fue lo m¨¢s parecido a una prueba de habilidad que consist¨ªa en colocar un huevo de pie sobre una mesa de m¨¢rmol. Asunto dif¨ªcil, si no se tiene el genio de Brunelleschi que, para demostrar de lo que era capaz, cogi¨® el huevo y lo puso sobre la mesa de m¨¢rmol de forma en¨¦rgica, con un golpe que rompi¨® la c¨¢scara inferior y dej¨® la superior alzada como si se tratase de una c¨²pula en miniatura suspendida por los hilos del tiempo. De esta manera, Brunelleschi no solo rompi¨® la c¨¢scara, sino que tambi¨¦n rompi¨® el misterio.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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