Reglas machistas en el ?rtico y paralelismos con la ciencia en Espa?a
La investigadora Marina Sanz-Mart¨ªn denuncia el machismo a¨²n imperante en la investigaci¨®n en todo el mundo
Mi mentora durante la tesis doctoral, la doctora Johnna Holding, ocean¨®grafa y experta en ecosistemas ¨¢rticos, me escribe un mensaje: ¡°Esto te va a enfadar: Buque de investigaci¨®n oceanogr¨¢fica proh¨ªbe llevar ropa ¡°sexy¡± en mitad del Oc¨¦ano ?rtico.¡± Nada de mallas, leggins, ropa de yoga, ni tops. Nada ajustado en los c¨¢lidos pasillos, ni en las salas comunes del barco. Nada que pudiese distraer a los marineros y cient¨ªficos a bordo. La direcci¨®n argumenta cuestiones de seguridad. Lo que no se mencion¨® junto con esta nueva normativa...
Mi mentora durante la tesis doctoral, la doctora Johnna Holding, ocean¨®grafa y experta en ecosistemas ¨¢rticos, me escribe un mensaje: ¡°Esto te va a enfadar: Buque de investigaci¨®n oceanogr¨¢fica proh¨ªbe llevar ropa ¡°sexy¡± en mitad del Oc¨¦ano ?rtico.¡± Nada de mallas, leggins, ropa de yoga, ni tops. Nada ajustado en los c¨¢lidos pasillos, ni en las salas comunes del barco. Nada que pudiese distraer a los marineros y cient¨ªficos a bordo. La direcci¨®n argumenta cuestiones de seguridad. Lo que no se mencion¨® junto con esta nueva normativa es que, en d¨ªas previos, algunas de las mujeres de la tripulaci¨®n, cient¨ªficas y/o periodistas, hab¨ªan informado a los jefes de la expedici¨®n que estaban siendo acosadas por un grupo de hombres en el barco. Nadie habr¨ªa imaginado la bofetada patriarcal que recibir¨ªan estas profesionales. Nos lo cuenta la periodista medioambiental Chelsea Harvey de E&E News, quien iba a bordo del rompehielos Akademic Fedorov cuando sucedi¨®. Estos hechos han salido a la luz con motivo del regreso a puerto del famoso buque Polarstern, a quien el Fedorov daba apoyo, despu¨¦s de pasar un a?o a la deriva dej¨¢ndose atrapar por el hielo del ?rtico con el objetivo investigar el avance del cambio clim¨¢tico desde su epicentro, durante la mayor y m¨¢s ambiciosa expedici¨®n de la historia del Oc¨¦ano ?rtico, la MOSAiC, liderada por el prestigioso Instituto Alfred Wegener de Investigaci¨®n Polar y Marina (siglas en ingl¨¦s, AWI) en Alemania. The New York Times se ha hecho eco de la noticia, pero en Espa?a a¨²n no se le ha dado la divulgaci¨®n que merece.
Tal y como cuenta Harvey, los l¨ªderes de la expedici¨®n negaron que esta prohibici¨®n de vestimenta fuese profundamente sexista, adem¨¢s de rechazar que estuviese ¨ªntimamente relacionada con los acosos sexuales previamente denunciados. A estos hombres se les prohibi¨® volver a interactuar con estas mujeres; ellas tuvieron que dejar de vestirse con c¨®moda ropa calificada de provocativa, perpetuando as¨ª la necia idea de que las mujeres somos responsables del acoso que sufrimos ?Es este un ejemplo de sexismo institucional en el ¨¢mbito de la investigaci¨®n oceanogr¨¢fica internacional?
La glaci¨®loga Erin Pettit, de la Universidad del Estado de Oreg¨®n declara para The New York Times ¡°estar at¨®nita¡± ante una prohibici¨®n nada coherente con las medidas de seguridad que deben tomarse en los barcos oceanogr¨¢ficos. En Espa?a, las normas del Instituto Espa?ol de Oceanograf¨ªa (IEO) inciden en el uso de cascos, guantes, calzado de seguridad, arneses y l¨ªneas de vida y declaran que ¡°no se toleraran a bordo conductas discriminatorias¡± y que ¡°todos los supuestos de acoso sexual y/o moral¡± deben ser informados a los superiores, pero no determinan qu¨¦ se har¨¢ al respecto ni c¨®mo se proteger¨¢ a las v¨ªctimas.
Este se?or entr¨® sigilosamente, me espi¨® a trav¨¦s de la cortinilla de mi litera donde aparentemente dorm¨ªa y pregunt¨® si estaba desnuda. Por ello no, no me sorprenden las denuncias de acoso de la expedici¨®n MOSAiC
En mi caso, he embarcado en cinco ocasiones en buques oceanogr¨¢ficos y unas treinta en barcos menores y estas historias de acoso no me sorprenden. La primera vez que embarqu¨¦ en el ?ngeles Alvari?o del IEO, donde actualmente trabajo, ten¨ªa 24 a?os y los comentarios sobre mis cortos pantalones sol¨ªan ser el tema de debate durante la hora del almuerzo. Un d¨ªa, uno de los marineros deb¨ªa avisarme de que el equipo de muestreo de agua de mar, la roseta CTD, hab¨ªa regresado a la superficie despu¨¦s de 4 horas, tras alcanzar el fondo, a 3.000 m de profundidad. Este se?or podr¨ªa haber llamado al tel¨¦fono del camarote o haber tocado a mi puerta, pero entr¨® sigilosamente, me espi¨® a trav¨¦s de la cortinilla de mi litera donde aparentemente dorm¨ªa y pregunt¨® si estaba desnuda. Por ello no, no me sorprenden las denuncias de acoso de la expedici¨®n MOSAiC, ni las medidas discriminatorias impuestas que reflejan la sociedad patriarcal en la que vivimos, y a las que la ciencia no es ajena.
Tristemente, esto es solo la punta del iceberg, porque el ¨¢mbito cient¨ªfico est¨¢ repleto de experiencias de acoso, maltrato y discriminaci¨®n, que no ocupar¨¢n la portada de The New York Times. Denunciar estos hechos no suele llevar a buen puerto, y la ¨²nica opci¨®n plausible es recoger tus cosas, abandonar todos los a?os de trabajo y los datos recogidos y largarte. De hecho, los protocolos de actuaci¨®n de universidades e instituciones de investigaci¨®n no suelen llegar a las v¨ªctimas y estas no saben si ser¨¢n protegidas. En 2015 hicimos un llamamiento a las cient¨ªficas de la zona y nos agrupamos en un colectivo Plataforma 11F de mujeres cient¨ªficas de Baleares, con motivo del 11 de febrero, D¨ªa Internacional de la Mujer y la Ni?a en Ciencia. Comenzamos a entrevistar a diversas cient¨ªficas. Una profesora de investigaci¨®n, ocean¨®grafa s¨¦nior, nos habl¨® de los Boy¡¯s Club de los congresos en los a?os 80: ¡°Los hombres se iban de copas y all¨ª se tomaban todas las decisiones de los futuros proyectos; las mujeres nos qued¨¢bamos fuera, no pod¨ªamos ir a un bar rodeadas de hombres¡±. As¨ª se fomentaba la opacidad de las mujeres en la toma de decisiones en la ciencia. Y hablando de congresos, hace poco una investigadora postdoctoral me habl¨® del acoso sexual que ha sufrido durante un prestigioso congreso de oceanograf¨ªa en Estados Unidos, donde un se?or investigador en una posici¨®n privilegiada de poder, la acos¨® insidiosamente en varias ocasiones. Cito sus palabras: ¡°Es horrible ir a un congreso como mujer, y m¨¢s ir sola¡±. Parece que adem¨¢s de no poder volver solas a casa, tampoco podemos ir a un congreso cient¨ªfico. Esta investigadora denunci¨® el acoso sufrido porque la organizaci¨®n estaba muy concienciada con la inclusi¨®n del colectivo LGTBIQA+ en el mundo cient¨ªfico: hab¨ªa chapas para elegir tu pronombre (elle, ella, ¨¦l) y cuartos de ba?o no binarios. Ojal¨¢ esto suceda alg¨²n d¨ªa en Espa?a. Sin embargo, ella nunca recibi¨® respuesta. Podr¨ªan haber incluido un punto morado de atenci¨®n a las v¨ªctimas de discriminaci¨®n, acoso y, agresi¨®n sexual y racismo, o al menos haber contestado a esta su denuncia. ?Es este un ejemplo de feminism washing, lavado de imagen feminista, en el ¨¢mbito cient¨ªfico?
La ¨²nica opci¨®n plausible es recoger tus cosas, abandonar todos los a?os de trabajo y los datos recogidos y largarte
A trav¨¦s de la Plataforma 11F hemos recogido experiencias asociadas a la desigualdad de poder y a la precariedad laboral que est¨¢n normalizadas: soportar la amenaza de que una tesis doctoral no sea firmada hasta que no publiques el quinto o el sexto cap¨ªtulo, estando ya sin contrato; y la apropiaci¨®n indebida de las dietas por hacer trabajo de campo argumentando que deben destinarse a ¡°la caja B del laboratorio¡±. Esto les sucede a personas cuyos salarios en ocasiones no alcanzan los 900 euros al mes. A lo que se suman situaciones denigrantes y maltrato verbal con frases como: ¡°?Y t¨² tienes un expediente excelente? Si eres una in¨²til¡±; ¡°?De qu¨¦ vas?, ?de dura? Porque todav¨ªa no has llorado, como el resto de tus compa?eras¡±; ¡°?Que te vas de mi departamento? ?Esto es como si me pusieras los cuernos!¡±; ¡°Qu¨¦ hist¨¦rica, con todo esto de la leche materna, vete a los cuartos de ba?o del congreso¡±; ¡°?Ahora que tienes a la ni?a en la Universidad nos vienes con que cuidas de tus padres? La ciencia requiere de seriedad y compromiso¡±.
La doctora Esperanza Bosch Fiol, profesora de psicolog¨ªa y directora de la Unidad de Igualdad de la Universitat de les Illes Balears (UIB), en una entrevista publicada dentro del especial #AcosoEnLaUni de Pikara Magazine declar¨®: ¡°En las universidades existe una naturalizaci¨®n absoluta de determinados comportamientos que ni siquiera son percibidos como acoso. Tambi¨¦n hay una absoluta impunidad, sobre todo entre el profesorado.¡± En los centros de investigaci¨®n, profundamente aislados del ¨¢mbito universitario, esto tambi¨¦n sucede. Adem¨¢s, publicaron un estudio donde obtienen que m¨¢s de la mitad de las universidades p¨²blicas espa?olas registran casos de acoso¡±y algunas ni los registran ni tienen protocolos de actuaci¨®n. En 2019 y 2020, la Plataforma 11F ha presentado al Govern de les Illes Balears una Hoja de ruta para eliminar la brecha de g¨¦nero en el ¨¢mbito de las ciencias STEM (siglas en ingl¨¦s, Science, Technology, Engineering and Mathematics) y se ha reunido con la c¨²pula de la UIB para debatir las propuestas. Ojal¨¢ este activismo cient¨ªfico llegue alg¨²n d¨ªa a buen puerto.
Por ¨²ltimo, quisiera citar las palabras de la pionera ocean¨®grafa espa?ola, feminista, antirracista, la destacada doctora ?ngeles Alvari?o en una carta dirigida a la Ministra de Comercio y al Presidente de Estados Unidos en 1977: ¡°Esto es una mafia (¡) lo que aqu¨ª sufrimos las mujeres es mucho m¨¢s que discriminaci¨®n sexista. Aqu¨ª hay discriminaci¨®n racial, falta de humanidad, mucha arrogancia y abuso de poder¡± en la mayor agencia internacional de investigaciones marinas, el National Oceanic and Atmospheric Agency (NOAA), en Estados Unidos, tal y como recogi¨® Xos¨¦ Fraga V¨¢zquez.
Alvari?o nunca consigui¨® su merecido ascenso despu¨¦s de m¨¢s de 30 a?os como investigadora y hoy, muchas mujeres siguen luchando para evitar que estas situaciones trunquen y mermen carreras cient¨ªficas, porque el avance de la ciencia debe ser ¨¦tico y para ello deber¨¢n tomarse las medidas que sean necesarias.
Marina Sanz-Mart¨ªn es doctora en Ciencias de mar, trabaja para el Centro Oceanogr¨¢fico de Baleares del Instituto Espa?ol de Oceanograf¨ªa (IEO-COB) y pertenece a la Plataforma 11F de Mujeres Cient¨ªficas de Baleares.
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