Invasi¨®n en el golfo de C¨¢diz
Una planta americana, cuya proliferaci¨®n en Espa?a coincide con la construcci¨®n de la base naval de Rota, altera el sistema dunar de la costa atl¨¢ntica
Cuando la base naval de Rota comenz¨® a convertirse en una de las principales instalaciones militares del Sur de Europa, fruto del Pacto de Madrid, firmado por los Gobiernos del dictador Francisco Franco y de Estados Unidos en 1953, se registr¨® tambi¨¦n la llegada a la zona de una rastrera indeseada de p¨¢lidas hojas verdes gris¨¢ceas y flores amarillas: la Oenothera drummondii. Esta planta, propia de la costa norteamericana y climas tropicales, gracias a una extraordinaria capacidad de adaptaci¨®n y con la sorpresiva ayuda de liebres y conejos, que hacen de inesperados sembradores, ha colon...
Cuando la base naval de Rota comenz¨® a convertirse en una de las principales instalaciones militares del Sur de Europa, fruto del Pacto de Madrid, firmado por los Gobiernos del dictador Francisco Franco y de Estados Unidos en 1953, se registr¨® tambi¨¦n la llegada a la zona de una rastrera indeseada de p¨¢lidas hojas verdes gris¨¢ceas y flores amarillas: la Oenothera drummondii. Esta planta, propia de la costa norteamericana y climas tropicales, gracias a una extraordinaria capacidad de adaptaci¨®n y con la sorpresiva ayuda de liebres y conejos, que hacen de inesperados sembradores, ha colonizado el litoral atl¨¢ntico, especialmente el golfo de C¨¢diz y zonas del Pa¨ªs Vasco, hasta el punto de alterar el sistema dunar y el ecosistema que de ¨¦l depende. ¡°Es un problema grave y hay que actuar ya¡±, afirma Juan Bautista Gallego-Fern¨¢ndez, investigador del grupo de Ecolog¨ªa Funcional de Ecosistemas Terrestres y Acu¨¢ticos de la Universidad de Sevilla.
El origen de la invasi¨®n no se conoce con precisi¨®n, pero la hip¨®tesis de que llegara con la flota americana a Rota se fundamenta en que, en Australia, donde tambi¨¦n es invasora, al igual que en Sud¨¢frica, China e Israel, su colonizaci¨®n coincidi¨® con la actividad de buques carboneros norteamericanos que soltaban su lastre en esa costa.
Hace 25 a?os, una compa?era de Gallego-Fern¨¢ndez le mostr¨® un ejemplar de esta planta, que entonces era a¨²n minoritaria. La especie llam¨® la atenci¨®n del investigador y, finalmente, emprendi¨® un estudio con la colaboraci¨®n del instituto mexicano de ecolog¨ªa Inecol y de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico, que ha culminado el pasado a?o y se ha publicado en Plant Physiology and Biocheistry, seg¨²n ha difundido la Universidad de Sevilla y la Fundaci¨®n Descubre. La conclusi¨®n es que esta planta, singular hace unas d¨¦cadas, ha llegado a invadir el este y el sureste del golfo de C¨¢diz, con especial presencia en las costas gaditanas de Chiclana y Chipiona as¨ª como en el litoral de Huelva. En esta ¨²ltima provincia, en la zona del Espig¨®n Juan Carlos I, se han llegado a observar m¨¢s de tres millones de ejemplares.
En la zona del Espig¨®n Juan Carlos I de Huelva se han llegado a observar m¨¢s de tres millones de ejemplares
La invasi¨®n de la Oenothera drummondii cuenta con armas eficientes. Pese a ser propia de climas h¨²medos tropicales, se ha adaptado bien a la sequ¨ªa del sur de Espa?a con estrategias como aprovechar las escasas precipitaciones y altos niveles de radiaci¨®n solar mejor que algunas plantas aut¨®ctonas, como la Achillea mar¨ªtima, perder las hojas durante el verano para recuperarlas en oto?o, disponer de un 0,6% de semillas capaces de sobrevivir flotando en el agua del mar hasta que el viento y las mareas las arrastran a la arena o una alta capacidad de fotos¨ªntesis, entre otras habilidades.
Pero la m¨¢s singular de las t¨¢cticas invasoras ha sido inesperada y la ha encontrado en animales locales. La planta, que tiene por s¨ª una capacidad de extensi¨®n limitada, sirve de alimento a conejos y liebres, que ingieren las semillas y las defecan en condiciones ¨®ptimas para su reproducci¨®n. Entre el 63% y el 73% de estos frutos excretados pueden germinar. Esta colaboraci¨®n ha facilitado la conquista.
¡°La planta ha ocupado el espacio de otras nativas y ha alterado la diversidad, reduciendo el n¨²mero de especies singulares y facilitando la presencia de otras vulgares¡±, explica Gallego-Fern¨¢ndez, que a?ade que la proliferaci¨®n de la Oenothera drummondii tambi¨¦n modifica los microorganismos del suelo y termina afectando no solo a la cubierta vegetal sino tambi¨¦n a la fauna y flora propia de los fr¨¢giles ecosistemas dunares espa?oles.
Por si fuera poco, all¨ª donde llega, esta planta invasora ocupa la mayor parte del espacio de la zona de la duna con cubierta vegetal y, al ser rastrera, altera los movimientos naturales que origina el viento sobre la arena. La especie aut¨®ctona Ammophila arenaria o carrizo crece en terrenos arenosos gracias a un sistema de ra¨ªz muy profundo que ayuda a fijar las dunas litorales, que crecen en altura por la presencia de este obst¨¢culo. Lo mismo sucede con la Otanthus maritimus, una planta rizomatosa con tallos que alcanzan hasta medio metro de altura.
Las investigaciones de Gallego-Fern¨¢ndez demostraron que la presencia de estas plantas propias del Atl¨¢ntico europeo se reduce significativamente ante la invasi¨®n de la Oenothera drummondii y que otras especies nativas son eliminadas. Sin estos ejemplares propios, las dunas pierden altura y se convierten en suaves mont¨ªculos arenosos, desprotegiendo as¨ª las ¨¢reas situadas detr¨¢s y, seg¨²n explica el cient¨ªfico, ¡°reduciendo un tipo de h¨¢bitat exclusivo para especies nativas muy abundantes y con un papel muy relevante en la din¨¢mica sedimentaria¡±.
¡°El cambio en la estructura y composici¨®n de la comunidad podr¨ªa tener un efecto domin¨® en la biodiversidad de las dunas costeras y debe ser cuidadosamente monitoreado y mitigado¡±, concluye el investigador de la Universidad de Sevilla.
Consumada la invasi¨®n, Gallego-Fern¨¢ndez cree que es el momento de organizar las defensas. ¡°No se puede perder de vista a esta planta¡±, advierte. Para controlar su expansi¨®n propone establecer un sistema de alerta y contener d¨®nde est¨¢. La vigilancia del personal del Parque Nacional de Do?ana, con una franja litoral situada justo entre las zonas ya colonizadas, ha permitido erradicarla en los pocos lugares donde fue localizada. Adem¨¢s, sugiere la introducci¨®n de especies de plantas le?osas propias que resistan y limiten la expansi¨®n de la planta americana.
De los 7.880 kil¨®metros de costa de Espa?a, seg¨²n una publicaci¨®n del Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica y el Reto Demogr¨¢fico, un 45% cuenta con sistemas dunares. A la presencia de plantas invasoras hay que a?adir amenazas que ya vienen sufriendo, como las extracciones de arenas y agua fre¨¢tica, los usos agr¨ªcolas, ganaderos y forestales, las urbanizaciones y obras y las actividades recreativas no autorizadas.
Seg¨²n una investigaci¨®n publicada en Ibis por Miguel ?ngel G¨®mez-Serrano, del departamento de Microbiolog¨ªa y Ecolog¨ªa de la Universidad de Valencia, la presencia de personas, y en especial cuando van acompa?adas de perros, tiene un fuerte impacto en la fauna de las dunas. El estudio detecta que los caminantes, al cruzar la playa a trav¨¦s de estas zonas, asustan al 47% de las aves que est¨¢n incubando en el ¨¢rea, mientras que solo ahuyentan al 13% cuando lo hacen en los caminos autorizados. Cuando van acompa?ados de sus mascotas, el comportamiento de las aves cambia dr¨¢sticamente y el 94% huye.
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