La cazadora que reescribi¨® la prehistoria
Diversos estudios muestran que las mujeres interven¨ªan en actividades adjudicadas a los hombres hasta ahora pero tambi¨¦n ejerc¨ªan otras espec¨ªficas
El hallazgo de los restos de una mujer de hace 8.000 a?os con todo un arsenal para cazar ha dado un buen revolc¨®n a la arqueolog¨ªa. Que una chica de 17 a 19 a?os cazara grandes animales con lanzas (venablos) en los Andes viene a cuestionar la imagen de que la caza era cosa de hombres y las mujeres, en todo caso, se encargaban de limpiar y preparar las piezas. Otros trabajos recientes muestran que ese supuesto reparto de tareas no era tan universal ni tan antiguo c...
El hallazgo de los restos de una mujer de hace 8.000 a?os con todo un arsenal para cazar ha dado un buen revolc¨®n a la arqueolog¨ªa. Que una chica de 17 a 19 a?os cazara grandes animales con lanzas (venablos) en los Andes viene a cuestionar la imagen de que la caza era cosa de hombres y las mujeres, en todo caso, se encargaban de limpiar y preparar las piezas. Otros trabajos recientes muestran que ese supuesto reparto de tareas no era tan universal ni tan antiguo como se pensaba. De hecho, muchos cient¨ªficos apuntan que es un fen¨®meno m¨¢s reciente.
¡°Nuestro estudio se limitaba a Am¨¦rica y nos gustar¨ªa saber si se ha observado un patr¨®n similar en otras partes¡±, dice el principal autor del estudio de la cazadora, el antrop¨®logo de la Universidad de California Davis Randy Haas. ¡°Hay algunas pruebas de que la divisi¨®n sexual del trabajo tambi¨¦n fue mucho menos pronunciada o estuvo ausente en el Paleol¨ªtico Medio europeo¡±, a?ade, y menciona los trabajos de Mary Stiner y Steve Kuhn. Estos arque¨®logos sostienen que la dieta de aquellos tiempos, la era de los neandertales (hace entre 150.000 y 40.000 a?os), era muy reducida, destacando la carne, y no confeccionaban la ropa a medida. As¨ª que no habr¨ªa mucho margen para la divisi¨®n del trabajo.
Kuhn cuenta en un correo que ¡°la divisi¨®n del trabajo por g¨¦nero es m¨¢s un producto de las normas sociales que de la biolog¨ªa o la psicolog¨ªa¡±. Y pone el ejemplo del hecho de la maternidad, argumento biol¨®gico de los que sostienen que el reparto diferencial de tareas es algo casi natural. ¡°La maternidad puede inclinar la balanza en una direcci¨®n, pero no cierra por completo ninguna v¨ªa¡±, dice y lo razona: ¡°Tenemos que recordar que ser un buen cazador o un buen recolector depende de adquirir muchos conocimientos y alcanzar un alto nivel de habilidad. Ser¨ªa dif¨ªcil y peligroso para las mujeres participar en la caza de animales grandes cuando se encuentran en las ¨²ltimas etapas de la gestaci¨®n o cuando tienen beb¨¦s lactantes. Tendr¨ªa sentido que estas mujeres desarrollaran otras habilidades, como las relacionadas con la recolecci¨®n o el procesamiento de alimentos vegetales. Por supuesto, cuando pasaba la edad de tener hijos o no los ten¨ªan por alguna otra raz¨®n, las mujeres pod¨ªan convertirse en cazadoras h¨¢biles y de hecho lo hicieron¡±.
La divisi¨®n del trabajo por g¨¦nero es m¨¢s un producto de las normas sociales que de la biolog¨ªa o la psicolog¨ªaSteven L. Kuhn, antrop¨®logo de la Universidad de Arizona (EE UU)
Entre los antecesores de los neandertales no hab¨ªa divisi¨®n del trabajo por sexos. Al menos eso es lo que indica el estudio de sus dientes desgastados. ¡°Los [homininos] de la Sima de los Huesos [en Atapuerca] ya usaban los dientes como herramienta hace 400.000 a?os¡±, dice la investigadora del Instituto Catal¨¢n de Paleoecolog¨ªa Humana y Evoluci¨®n Social (IPHES) Marina Lozano. ¡°Los dientes dan una enorme cantidad de informaci¨®n, nos dicen su edad, lo que hab¨ªan comido o algunas de las patolog¨ªas que sufr¨ªan. Pero los usaban, los usamos, para otras cosas aparte de su funci¨®n biol¨®gica y se desgastan seg¨²n el uso que les demos y el tipo de desgaste indica una tarea concreta", detalla Lozano. En los dientes de los restos hallados en la Sima de los Huesos todos ten¨ªan el mismo tipo de desgaste, ¡°es decir todo el grupo hac¨ªa lo mismo¡±, concluye.
¡°En los neandertales todos iban a cazar en grupo, otra cosa es lo que hac¨ªan despu¨¦s¡±, comenta la cient¨ªfica del grupo de investigaci¨®n EvoAdapta de la Universidad de Cantabria Almudena Estalrrich. En uno de sus trabajos, tambi¨¦n con dientes desgastados, concluye que hace unos 50.000 a?os ya hab¨ªa cierta especializaci¨®n de las tareas. Tras analizar la dentadura de decenas de neandertales, en particular sus incisivos, de tres yacimientos distintos en Espa?a, Francia y B¨¦lgica observaron que todos ten¨ªan marcas, pero su n¨²mero, intensidad y forma eran diferentes. "En los dientes de las mujeres, hab¨ªa m¨¢s estr¨ªas y m¨¢s largas. Hac¨ªan algo distinto a los hombres¡±, sostiene.
La directora del Centro Nacional de Investigaci¨®n sobre la Evoluci¨®n Humana (Cenieh) Mar¨ªa Martin¨®n-Torres mantiene que la divisi¨®n de roles en el trabajo ha sido com¨²n a lo largo de la historia del ser humano. Pero no necesariamente por raz¨®n del g¨¦nero, ¡°sino por capacidades necesarias para el desempe?o de determinadas tareas que pueden ser f¨ªsicamente m¨¢s exigentes y que pueden limitar la participaci¨®n de algunas mujeres pero tambi¨¦n de ni?os, ancianos y algunos hombres que puedan estar f¨ªsicamente menos preparados¡±, detalla. En cuanto a las conclusiones del estudio de la cazadora de Haas, Martin¨®n-Torres recuerda que ¡°la caza en nuestra especie es una caza de tipo social, es decir, se organiza y desarrolla en grupo, e implica el dise?o de la estrategia, la b¨²squeda de pistas, el rastreo, en la creaci¨®n de se?uelos¡ la caza no es solo m¨²sculo, tambi¨¦n es cerebro¡±.
¡°La prehistoria se ha representado en t¨¦rminos heroicos, masculinos, siempre con hombres j¨®venes y sesgada¡±, afirma el paleoantrop¨®logo y director cient¨ªfico del Museo de la Evoluci¨®n Humana en Burgos Juan Luis Arsuaga. El tambi¨¦n codirector de la Fundaci¨®n Atapuerca recuerda que la caza cuerpo a cuerpo dej¨® paso a la tecnolog¨ªa, a las armas arrojadizas con las que se mataba a distancia. ¡°Esa caza, en la que se persegu¨ªa a un uro durante un mes est¨¢ ah¨ª, pero a los ni?os hab¨ªa que darles de comer todos los d¨ªas¡±.
Arsuaga introduce uno de los aspectos que m¨¢s han distorsionado el estudio del pasado: hacerlo con los ojos del presente, idealizando unas tareas y trivializando otras. ¡°Lo que realmente cuenta para el grupo es el n¨²mero de calor¨ªas¡±, concreta. Para Martin¨®n-Torres ¡°lo principal no es tanto atacar o no el posible estereotipo de si una labor es femenina o masculina, sino destacar que quiz¨¢ el estereotipo est¨¦ tambi¨¦n en considerar que la recolecci¨®n o la caza de presas peque?as es una labor menor frente a la caza de grandes presas¡±. Recientes estudios ya analizan la dieta en t¨¦rminos de coste. ¡°En ese sentido la caza de grandes presas requiere mucho tiempo de inversi¨®n, de b¨²squeda, pero en t¨¦rminos de retorno se ha dedicado much¨ªsima energ¨ªa y tiempo a una actividad cuya tasa de ¨¦xito es muy impredecible¡±, completa la directora del Cenieh.
Muchos cient¨ªficos sostienen que fue con el avance de los sapiens y, sobre todo, con su revoluci¨®n neol¨ªtica y sus transformaciones, cuando se agudiz¨® la divisi¨®n del trabajo por g¨¦nero. Por un lado, la introducci¨®n de la agricultura transform¨® de forma radical la obtenci¨®n de los alimentos, relegando cada vez m¨¢s a la caza. En 2017, un estudio con decenas de restos ¨®seos de mujeres europeas comprob¨® que los huesos de sus brazos se fueron modificando con el avance agr¨ªcola.
La sedentarizaci¨®n facilitada por la agricultura gener¨® tambi¨¦n la aparici¨®n de n¨²cleos de poblaci¨®n y con ellos floreci¨® la divisi¨®n por g¨¦nero del trabajo. Lozano tuvo la ocasi¨®n de analizar con microscopio electr¨®nico de barrido los dientes de un centenar de enterrados bajo el suelo de Castell¨®n Alto, un poblado de la cultura de El Argar, que prosper¨® en el sureste ib¨¦rico hace unos 4.000 a?os.
El desgaste de los dientes ha permitido comprobar que en las primeras ciudades ya hab¨ªa una marcada divisi¨®n del trabajo por g¨¦nero
¡°De entre todos los dientes, encontramos los de una mujer de edad avanzada, con muy pocos ya, que presentaban un desgaste y unos surcos muy grandes. Le faltaban trozos de esmalte y ten¨ªa unas estr¨ªas provocadas por una tarea muy repetitiva, como sujetar con fuerza y estirar¡±, explica Lozano. Ese patr¨®n de desgaste pudo ser provocado, dice por una labor textil, en el hilado de un material vegetal o animal, como lana o lino, que son abrasivos. ¡°Lo m¨¢s revelador es que encontramos el mismo desgaste en otras cuatro dentaduras, todas de mujeres¡±.
La prehistoriadora Maryl¨¨ne Patou-Mathis acaba de publicar en Francia el libro L¡¯Homme Prehistorique Est Aussi une Femme. Une Histoire de l¡¯Invisibilite des Femmes (el hombre prehist¨®rico tambi¨¦n es una mujer. Una historia de la invisibilidad de las mujeres). En un correo electr¨®nico explica como se acentu¨® la divisi¨®n del trabajo: ¡°Hace unos 6.000 a?os antes de Cristo se produjo un cambio en la organizaci¨®n social¡±. Fue un per¨ªodo marcado por una explosi¨®n demogr¨¢fica local vinculada a la abundancia de alimentos y la sedentarizaci¨®n y la aparici¨®n de la acumulaci¨®n y la riqueza. Para Patou-Mathis, ¡°estos cambios habr¨ªan remodelado las relaciones sociales, haciendo surgir ¨¦lites y castas, incluida la de los guerreros, y dando como resultado una divisi¨®n de tareas m¨¢s marcada por g¨¦nero¡±, a?ade.
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