Las mujeres protagonizaron la revoluci¨®n agraria de la prehistoria
La fortaleza de sus brazos, superior a la de las remeras de ¨¦lite, sugiere su rol central en las tareas agr¨ªcolas
Las mujeres de la prehistoria ten¨ªan unos brazos que ni las atletas del club de remo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). El estudio de los huesos de restos de f¨¦minas de hace m¨¢s de 6.000 a?os muestra una relaci¨®n entre el h¨²mero de los brazos y la tibia de las piernas que solo se explica por una intensiva carga de trabajo en las extremidades superiores. Fue por entonces cuando las comunidades europeas comenzaron su transici¨®n a la agricultura. Aquella gran revoluci¨®n habr¨ªa tenido entonces un mayor protagonismo femenino oscurecido hasta ahora.
Hasta la llegada del Neol¨ªtico, las poblaciones humanas depend¨ªan fundamentalmente de la caza y la recolecci¨®n. Estudios de los huesos hab¨ªan demostrado que, al menos en los hombres, se hab¨ªa ido produciendo un declive de la resistencia, de la fuerza de la tibia, el principal sost¨¦n ¨®seo de las piernas. La explicaci¨®n m¨¢s l¨®gica es que, al sustituir las largas caminatas propias de las jornadas de caza por labores agrarias, siempre m¨¢s sedentarias, los huesos de las extremidades inferiores soportar¨ªan menos carga de trabajo y se habr¨ªan ido adaptando. Pero, ?qu¨¦ sucedi¨® con la osamenta de las mujeres?
Para averiguarlo, investigadoras de las universidades de Cambridge y Viena (Austria) han estudiado la morfolog¨ªa y propiedades ¨®seas de decenas de mujeres que vivieron y murieron en diversas ¨¦pocas de los ¨²ltimos 6.150 a?os en comunidades de Europa central. Para poder sacar toda la informaci¨®n a aquellos huesos, los compararon con los de mujeres de hoy. En particular, los cotejaron con tres grupos de deportistas: futbolistas semiprofesionales, triatletas que han competido en campeonatos del mundo y remeras de clubes de ¨¦lite. Es f¨¢cil imaginar que cada deporte exige un esfuerzo diferente del aparato musculoesquel¨¦tico. Como grupo de control, tambi¨¦n analizaron los huesos de mujeres activas pero no deportistas.
Los huesos de los brazos de las mujeres neol¨ªticas eran hasta un 30% m¨¢s fuertes que los de una mujer activa actual
"Comprobamos que, durante los primeros 5.500 a?os de la agricultura, las mujeres prehist¨®ricas ten¨ªan unos huesos de los brazos m¨¢s fuertes que los de la mayor¨ªa de las mujeres de hoy, incluso m¨¢s que los de las remeras", dice la investigadora de Cambridge y principal autora del estudio, Alison Macintosh. En concreto, encontraron que aquellas mujeres ten¨ªan, de media, los h¨²meros de los brazos un 30% m¨¢s fuertes que los de las activas de hoy y hasta un 16% m¨¢s que las remeras. Para hacerse una idea, el remo es un deporte que exige mucho esfuerzo a los m¨²sculos del tronco y los huesos de los brazos. Las remeras del estudio entrenan m¨¢s de 20 horas semanales, recorriendo unos 200 km a la semana desde hace al menos siete a?os.
Macintosh ya hab¨ªa publicado en 2014 otro trabajo que pon¨ªa en paralelo el avance de la agricultura en Europa con los cambios en los huesos de los hombres. All¨ª, confirmaba que la parte central de la tibia (di¨¢fisis) se fue haciendo m¨¢s recta y ocupando un ¨¢rea total menor a medida que se hac¨ªan m¨¢s sedentarios. En las mujeres, cuya respuesta esquel¨¦tica a las presiones continuadas es menos marcada, el nuevo trabajo, publicado en Science Advances muestra que la relaci¨®n de carga entre extremidades inferiores y superiores ha ido cambiando, ganando relevancia los brazos sobre las piernas.
Una posible explicaci¨®n a esta fuerza de los brazos podr¨ªa estar en la molienda del grano. "No podemos decir concretamente qu¨¦ pr¨¢cticas estuvieron provocando la carga ¨®sea que hemos encontrado. Sin embargo, una de las principales actividades en los primeros tiempos de la agricultura era convertir el grano en harina y esa tarea fue probablemente cosa de mujeres", apunta Macintosh. A¨²n hoy, en las sociedades agrarias tradicionales es una actividad central.
La antrop¨®loga del University College de Londres Mar¨ªa Martin¨®n recuerda que "los huesos son tejidos vivos que responden y se adaptan al tipo de actividad o est¨ªmulo a los que los sometemos". Para la investigadora espa?ola, no relacionada con el estudio, "esos cambios se pueden utilizar para inferir el estilo de vida o la actividad f¨ªsica de una poblaci¨®n". Por eso considera relevante esta investigaci¨®n: "Durante mucho tiempo hemos subestimado probablemente la actividad f¨ªsica y carga biomec¨¢nica de las actividades desarrolladas por las mujeres en la prehistoria, sobre todo en el periodo en el que adoptamos una cultura basada en la agricultura y la domesticaci¨®n".
"Los huesos son tejidos vivos que responden y se adaptan al tipo de actividad o est¨ªmulo a los que los sometemos"
De hecho, otro de los resultados de la investigaci¨®n de Alison Macintosh y sus colegas es que, adem¨¢s de la mayor fortaleza en los brazos, entre las mujeres de los primeros milenios de la agricultura existe una gran variedad de morfolog¨ªas ¨®seas entre las distintas muestras, lo que reflejar¨ªa el desempe?o de variadas tareas agr¨ªcolas. Algunas las recuerda Martin¨®n: "Plantar y recolectar cosechas, procesamiento del alimento como el molido del grano, el cuidado de los animales, acarreamiento de agua y alimento para el ganado, tratamiento de pieles...? En otras palabras, las actividades f¨ªsicas realizadas por las mujeres en este periodo han sido cruciales para el ¨¦xito de uno de los mayores hitos en la evoluci¨®n y ¨¦xito demogr¨¢fico del Homo sapiens, como fue la adopci¨®n de una cultura agr¨ªcola y ganadera".
Quedar¨ªan dos importantes inc¨®gnitas por despejar. Por un lado, si este fortalecimiento de los brazos femeninos tambi¨¦n se produjo en otras regiones del planeta a medida que se expand¨ªa la agricultura. Por el otro, si, como sucedi¨® con las mujeres, los brazos de los hombres tambi¨¦n se fortalecieron, es decir, si su papel en la revoluci¨®n agr¨ªcola fue tan relevante como en los tiempos de la caza y la recolecci¨®n. El grupo de Macintosh ya piensa analizar el h¨²mero de los hombres centroeuropeos de hace miles de a?os.
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