Grandes palabras de poca ayuda
Libertad, desigualdad y confusi¨®n interesada. La sem¨¢ntica de la covid
La palabra m¨¢s pronunciada ayer martes fue ojal¨¢. El presidente Pedro S¨¢nchez present¨® un plan de vacunaci¨®n ambicioso, esperanzador y, sobre todo, comprometido con un calendario preciso y comprobable. O refutable con la misma precisi¨®n. Eso son agallas, porque sabes que al m¨ªnimo incumplimiento del calendario te va a caer la del pulpo, no hablemos ya de la que podr¨ªa liar una calamida...
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La palabra m¨¢s pronunciada ayer martes fue ojal¨¢. El presidente Pedro S¨¢nchez present¨® un plan de vacunaci¨®n ambicioso, esperanzador y, sobre todo, comprometido con un calendario preciso y comprobable. O refutable con la misma precisi¨®n. Eso son agallas, porque sabes que al m¨ªnimo incumplimiento del calendario te va a caer la del pulpo, no hablemos ya de la que podr¨ªa liar una calamidad imprevista, como un atasco en el cuello de botella de la cadena de producci¨®n de las vacunas. Parece evidente que, si el presidente y sus asesores han decidido mojarse en ese pantano de arenas movedizas, deben contar con un mont¨®n de garant¨ªas de que el plan se cumpla y la inmunidad de reba?o se alcance en las postrimer¨ªas de agosto. ¡°Ojal¨¢¡±, dijeron los expertos preguntados. Ojal¨¢. La gran palabra del d¨ªa.
Hay otras grandes palabras que han rebrotado en la crisis pand¨¦mica con intenciones mucho m¨¢s turbias. Libertad, por poner un ejemplo tonto. Los partidos pol¨ªticos m¨¢s vulnerables a la presi¨®n empresarial han utilizado este noble concepto para enredar las cosas. La libertad es seguramente la aspiraci¨®n humana m¨¢s elemental, como puede certificar cualquier persona a la que le haya tocado vivir bajo una dictadura, o en las orillas de ese para¨ªso donde moran las familias desahogadas y las grandes fortunas.
La libertad para quitarse la mascarilla y formar aglomeraciones desaconsejadas por la epidemiolog¨ªa
Pero la libertad por la que clama la derecha madrile?a, por citar otro ejemplo tonto, no es esa libertad de llevar una vida digna, educar a los hijos y acceder al sistema laboral de una manera equitativa, sino la de salir a los bares, ir de compras y ocupar la calle con sus coches alemanes de gama alta. La libertad para quitarse la mascarilla y formar aglomeraciones desaconsejadas por la epidemiolog¨ªa. Siempre me acuerdo de lo que el cardi¨®logo Valent¨ªn Fuster dec¨ªa en otro contexto: ¡°La gente dice que tomar medidas contra las grasas saturadas recorta su libertad; yo les respondo que tambi¨¦n la recortan los sem¨¢foros¡±. Fuster, en su etapa de presidente de la Asociaci¨®n Mundial de Cardiolog¨ªa, llevaba a gala haber logrado que McDonald¡¯s se convirtiera en el mayor vendedor de ensalada del planeta. Los adolescentes granujientos perder¨ªan libertad, seguramente, pero se han ahorrado un mont¨®n de infartos que les habr¨ªan amargado la vida.
Otra gran palabra est¨¢ siendo desigualdad. Pero no me refiero a que la pandemia haya revelado de forma deslumbrante las inaceptables diferencias que deterioran la salud de las clases empobrecidas y las etnias minoritarias, sino a los intentos denodados de revestir el t¨¦rmino de un brillo que le es ajeno. El rechazo a los pasaportes vacunales, por ejemplo, se basa en gran medida en este truco lexicogr¨¢fico: como las vacunas van poni¨¦ndose por criterios de riesgo y edad, habr¨¢ ciudadanos que podr¨¢n viajar en verano y otros que no, y eso generar¨ªa desigualdad. Vale. Pero ?qu¨¦ desigualdad? ?La que favorece a los mayores porque les permite recuperar los viajes del Imserso? O sea, como yo no puedo viajar, pues los viejos tampoco. Qu¨¦ finura intelectual.
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