El coste de la moral
Europa ha sido ineficaz con las vacunas. Costar¨¢ tres billones
En comparaci¨®n con la gran potencia que quiere ser, la Uni¨®n Europea se ha revelado como una mera provincia del mundo durante la crisis pand¨¦mica. Mientras el 38% de los estadounidenses y ¨Dpeor a¨²n¡ª el 58% de los brit¨¢nicos han recibido la vacuna, Europa pedalea en el pelot¨®n de cola con un anodino 14%. Los europeos sabemos que somos unos privilegiados en el gran marco de las cosas, pues hay muchos pa¨ªses que no disponen a¨²n de una sola dosis, con la posible excepci¨®n de alg¨²n s¨¢trapa marrullero, pero ir cuatro veces por detr¨¢s de un Reino Unido que acaba de abandonarnos en la aventura de la Historia revela con balcones a la calle que los de overseas (allende el mar), como nos llaman los brit¨¢nicos, tenemos que repensar sobre la moral y la eficacia.
Las razones del retardo europeo van estando bastante claras. El subcontinente est¨¢ organizado mayormente en n¨²cleos de gran densidad de poblaci¨®n, donde la relaci¨®n cercana es casi obligatoria, y ha fracasado repetidamente en detectar, trazar y contener sus brotes, como han hecho China y otros pa¨ªses asi¨¢ticos en cuyo r¨¦gimen, desde luego, pocos querr¨ªamos inspirarnos. La poblaci¨®n est¨¢ muy envejecida, y eso la hace m¨¢s vulnerable al SARS-CoV-2.
Respecto a las vacunas, Bruselas se ha comportado como uno m¨¢s de los clientes en la cola de la industria farmac¨¦utica, en lugar de financiarla desde el principio y asumir algunos de sus riesgos, como el desastre que supone para una empresa que su f¨¢rmaco no funcione o, todav¨ªa peor, que tenga efectos secundarios imprevistos. No basta llenarse la boca sobre la necesidad de que el sector p¨²blico y la industria colaboren. Hay que construir los puentes precisos para que eso ocurra. Eso nos habr¨ªa ahorrado de paso un broncazo entre la presidenta Ursula von der Leyen y la multinacional AstraZeneca, que ha servido sobre todo para mosquear a la poblaci¨®n sobre una vacuna que tiene todos los papeles en regla.
En comparaci¨®n con la gran potencia que quiere ser, la Uni¨®n Europea se ha revelado como una mera provincia del mundo durante la crisis pand¨¦mica
Es cierto que el estilo europeo de hacer pol¨ªtica exhibe una moralidad m¨¢s presentable que la de sus socios anglosajones. Europa no se ha garantizado las dosis de vacuna, sino que ha acudido con candor al mercado farmac¨¦utico global. Tambi¨¦n ha donado parte del f¨¢rmaco a los pa¨ªses en desarrollo, a diferencia de Estados Unidos y el Reino Unido, que han optado por vacunar cuanto antes a su poblaci¨®n. Aqu¨ª la decisi¨®n de Bruselas no solo se gu¨ªa por la ¨¦tica, sino tambi¨¦n por la ciencia, pues la pandemia no acabar¨¢ mientras no hayamos vacunado al planeta.
Pero las consecuencias sobre la econom¨ªa europea del aparato saur¨®psido que rige sus destinos, o deber¨ªa regirlos, son vastas. Seg¨²n los datos de The Economist, la econom¨ªa norteamericana ser¨¢ en 2022 un 6% mayor que en 2019, en la era prepand¨¦mica, mientras la riqueza europea seguir¨¢ estancada. Sumando el coste de la crisis financiera de 2008 y la derivada de la pandemia, Europa perder¨¢ tres billones de euros. Es el coste de la moral. O quiz¨¢ de la torpeza.
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