La inteligencia de las aves: ?saben los p¨¢jaros entender (y aprovechar) la magia?
Cuando los trucos y la ciencia se juntan, surgen cient¨ªficos que enga?an aves y aves que utilizan t¨¦cnicas propias de los magos
Comienza el show. Una mujer con las mangas levantadas y una baraja de cartas en la mano aparece en escena dispuesta a entretener. Elige a un joven valiente como voluntario y, ofreci¨¦ndole el mazo, le pide que elija una carta, que la firme y la devuelva. Entonces comienza el verdadero espect¨¢culo. La maga baraja sucesivamente el mazo con una sola mano, mostrando distintos estilos que cautivan a la audiencia. ¡°Ahora la carta est¨¢ perdida en el mazo, pero si doy unos golpecitos encima puedo hacer que suba¡±, dice la maga. Sin embargo, no funciona. Ella se muestra confundida: ¡°Vaya, es que a veces ...
Comienza el show. Una mujer con las mangas levantadas y una baraja de cartas en la mano aparece en escena dispuesta a entretener. Elige a un joven valiente como voluntario y, ofreci¨¦ndole el mazo, le pide que elija una carta, que la firme y la devuelva. Entonces comienza el verdadero espect¨¢culo. La maga baraja sucesivamente el mazo con una sola mano, mostrando distintos estilos que cautivan a la audiencia. ¡°Ahora la carta est¨¢ perdida en el mazo, pero si doy unos golpecitos encima puedo hacer que suba¡±, dice la maga. Sin embargo, no funciona. Ella se muestra confundida: ¡°Vaya, es que a veces la carta salta demasiado alto¡±. De pronto, se lleva la mano detr¨¢s de la oreja, saca una carta enrollada y se la da al joven. Este la despliega para comprobar con asombro que la carta tiene su firma.
Evidentemente, en alg¨²n momento durante la actuaci¨®n, la maga ha enrollado la carta y se la ha guardado detr¨¢s de la oreja, pero el voluntario no ha sido consciente. Esto lo ha logrado desviando su atenci¨®n, ofreci¨¦ndole algo m¨¢s llamativo en lo que concentrarse, como el alarde de destreza barajando. Esta estrategia resulta tan exitosa que los magos la utilizan en un sinf¨ªn de trucos. En el fondo, no deja de ser un enga?o, una triqui?uela para conseguir su objetivo final, que no es otro que divertir a una audiencia.
Los cient¨ªficos consideran que entre las aves hay aut¨¦nticos expertos en el arte del enga?o, pero el objetivo no es l¨²dico
Ahora nos transportamos a un escenario radicalmente diferente. Un perro ha salido de paseo y corretea libre por la marisma. De pronto, algo le llama su atenci¨®n. Se trata de un ave, en concreto de un chorlito que parece haber sufrido un accidente, ya que mueve un ala como si la tuviera rota. El perro corre a toda velocidad ansioso por enganchar al p¨¢jaro, pero cuando ya est¨¢ a punto de lograrlo, el chorlito emprende el vuelo sin dificultad. El truco ha funcionado y el nido del chorlito, con el que el perro se hubiese topado de no ser por la distracci¨®n, est¨¢ intacto. En este caso, el objetivo del enga?o no es l¨²dico, pero la estrategia es la misma.
En otras ocasiones, los magos hacen movimientos muy r¨¢pidos para que resulte imposible seguir bien la trayectoria de un objeto. Un ejemplo es el t¨ªpico truco de los tres vasos colocados boca abajo. Los espectadores fijamos la mirada en el vaso que esconde la moneda mientras los mueve, pero cuando el mago levanta los vasos, esta no est¨¢ en el que pens¨¢bamos. Resulta que, en alg¨²n momento sin que se note, ha cambiado la moneda de vaso. La chara californiana, un ave de la familia de los c¨®rvidos, guarda comida en diferentes escondites usando t¨¢cticas similares para evitar que se la roben. Cuando hay otros individuos observando, cambia la localizaci¨®n de los tesoros en m¨²ltiples ocasiones, haciendo que sea muy dif¨ªcil para sus observadores rastrear d¨®nde ha terminado finalmente la comida.
Otro recurso muy utilizado por los magos es el enmascaramiento, es decir, ocultar informaci¨®n visual como en las cajas con falso fondo. En muchos casos las sorpresas las esconden entre los dedos u otros recovecos y, de pronto, aparecen un mont¨®n de bolas rojas de la nada. Resulta que los cuervos tambi¨¦n tienen sus bolsillos secretos. Cuando les est¨¢n observando, hacen como que esconden un ¨ªtem de comida en el suelo, pero en realidad se lo guardan dentro de una bolsa que tienen en la garganta que les permite almacenar comida.
P¨¢jaros trileros
Por estos ejemplos y muchos otros, los cient¨ªficos consideran que entre las aves hay aut¨¦nticos expertos en el arte del enga?o. Eso s¨ª, como hemos comentado antes, se diferencian de los magos en su prop¨®sito final. Tras un show, el p¨²blico aplaude y vitorea, fascinado por haber sido enga?ado. La magia nunca habr¨ªa podido evolucionar en nuestra especie si no tuvi¨¦ramos la habilidad para diferenciar entre una mentira benigna y otra maliciosa. Por tanto, no solo importa el truco sino tambi¨¦n la reacci¨®n que provoca.
Por internet corren numerosos v¨ªdeos en los que distintos animales reaccionan de manera divertida a trucos realizados por un humano. Sin embargo, no podemos asumir solo por estos v¨ªdeos que los animales se hayan verdaderamente sorprendido, es necesario que exista evidencia cient¨ªfica. Sabemos que hay bastantes especies que juegan y la magia es una forma de juego social. Sin embargo, de momento no hay evidencias de que los animales incorporen el enga?o en sus actividades l¨²dicas.
No obstante, estos v¨ªdeos s¨ª que han despertado el inter¨¦s de algunos expertos del comportamiento animal. En la Universidad de Cambridge, hay un grupo de investigaci¨®n que incluye la magia en su metodolog¨ªa. Seg¨²n estos cient¨ªficos, ¡°estudiar si los animales pueden ser enga?ados por los mismos trucos que enga?an a los humanos, aporta informaci¨®n sobre nuestras similitudes cognitivas en aspectos como la atenci¨®n, la percepci¨®n y los viajes mentales en el tiempo¡±.
En un v¨ªdeo, se puede ver a Elias Garc¨ªa-Pelegrin, doctor en psicobiolog¨ªa del grupo de Cambridge, realizando distintos trucos ante un expectante arrendajo euroasi¨¢tico. Primero, le muestra un gusanito sujeto por los dedos de su mano izquierda. Seguidamente, con la otra mano, hace el gesto de coger el gusanito, pero en realidad, se lo guarda en el pu?o izquierdo. El arrendajo, que ha sido entrenado para se?alar donde espera encontrar la comida, toca con el pico la mano izquierda. Este famoso truco, en el que normalmente los humanos caemos, no surte efecto en un ave que, al fin y al cabo, nunca ha manipulado un objeto con manos.
En otro truco, Garc¨ªa-Pelegrin extiende ambas palmas boca arriba. Sobre una de ellas, reposa el deseado gusanito. Con destreza, el cient¨ªfico-mago se pasa el alimento de una mano a otra y cierra los pu?os. El movimiento es tan r¨¢pido que nos resulta imposible a los humanos detectar el cambio de posici¨®n del gusano, por lo que pensamos que sigue en la misma mano. Los resultados del estudio indicaron que aqu¨ª los arrendajos son tan f¨¢ciles de confundir como nosotros, por lo que sus capacidades perceptivas en este caso podr¨ªan ser similares.
Una vez que conozcamos los puntos ciegos en la cognici¨®n de otros animales y si pueden ser o no enga?ados, el siguiente paso ser¨¢ investigar c¨®mo responden ante la magia. Por fin, las an¨¦cdotas de los v¨ªdeos se convertir¨¢n en datos con los que sacar conclusiones. Seguiremos atentos a lo que esta mezcla tan llamativa de magia, ciencia y comportamiento animal nos pueda traer.
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