El cambio clim¨¢tico y el ruido ajeno silencian los sonidos del mar
Un estudio muestra los da?os fisiol¨®gicos y de comportamiento que la modificaci¨®n de la ac¨²stica natural provoca en los animales marinos
En la ¨¦poca preindustrial mares y oc¨¦anos sonaban de otra forma, los ruidos proven¨ªan de las voces de la fauna, de la flora y de fen¨®menos naturales como el desprendimiento de un iceberg, el ruido de terremotos o de volcanes submarinos. Ya hab¨ªa alguna contribuci¨®n de fuentes humanas, pero nada rese?able. Ese mapa sonoro ya no existe y est¨¢ cambiando cada vez a mayor velocidad, v¨ªctima de ¡°la disminuci¨®n masiva de los animales que producen sonido, el aumento de los ruidos provocados por la actividad humana y los impactos geof¨ªsicos debido al cambio clim¨¢tico como el derretimiento del hielo marino o el incremento de las tormentas u olas de calor¡±, se?ala un estudio publicado en la revista cient¨ªfica Science que ha evaluado de forma sistem¨¢tica 10.000 art¨ªculos realizados en los ¨²ltimos 40 a?os, de los que 538 reportaban evaluaciones rigurosas.
¡°La importancia de la salud ac¨²stica del oc¨¦ano se ha subestimado y no ha alcanzado el nivel de reconocimiento que otros vectores relacionados con la actividad humana como la sobrepesca¡±, explica Carlos Duarte, bi¨®logo marino en la Universidad King Abdullah of Science and Technology (KAUST) y cient¨ªfico principal de la investigaci¨®n. Con este estudio se demuestra que las consecuencias son muy graves y no solo en los grandes mam¨ªferos marinos, tambi¨¦n en el zooplancton o en las medusas. El efecto del ruido afecta a su capacidad auditiva e introduce cambios fisiol¨®gicos y de comportamiento, adem¨¢s de acciones de evasi¨®n y desplazamiento de las especies, aunque no est¨¢ tan claro que aumente su mortalidad o influya en el asentamiento de las larvas.
El calentamiento global ha incrementado el n¨²mero de ciclones y de olas de calor que degradan los h¨¢bitats y pueden alterar ese mapa sonoro. ¡°Cuando los arrecifes mueren por el aumento de las temperaturas hemos constatado en la Gran Barrera de Coral (Australia) que el sonido disminuye un 75%¡±, explica Duarte. Ese bullicio lo produce la fauna que vive en los arrecifes, que gu¨ªa a las larvas de peces, que flotan y van circulando por las corrientes marinas, para encontrar su h¨¢bitat. Con otro problema: el ruido que les llega puede estar enmascarado por el sonido de la actividad humana, ¡°as¨ª que peque?os peces y crust¨¢ceos que antes eran capaces de encontrar su hogar, se pierden y mueren¡±.
En el ?rtico el cambio clim¨¢tico est¨¢ produciendo estragos por la p¨¦rdida de la cobertura de hielo. El aumento de temperatura propicia que lleguen ballenas de climas m¨¢s templados que compiten por el espacio ac¨²stico con especies ¨¢rticas como las belugas. ¡°Es como ocurre en un bar donde hay muchos grupos hablando a la vez que se comunican con frecuencias similares y la gente empieza a subir el volumen y, al final, es imposible oir a alguien¡±, describe Duarte. ¡°En el mar, primero se levanta la voz, lo que requiere energ¨ªa, pero luego se callan¡±, a?ade. Las belugas, asustadas por los cambios, permanecen en zonas cubiertas de hielo y, en ocasiones, no consiguen salir a respirar y mueren o se frustran sus migraciones. Estas aguas, libres de hielo, tambi¨¦n abren la puerta a la imparable navegaci¨®n. En los ¨²ltimos 50 a?os, el transporte mar¨ªtimo ha incrementado por 32 el ruido de baja frecuencia.
Entre el 85 y 94% de los estudios analizados encontraron que los ruidos subproducto de las actividades humanas provocan impactos negativos en los animales marinos, cifra que se sit¨²a en el 82% en los dedicados a peces e invertebrados. Los mayores problemas los producen los buques, los sonares, los dispositivos ac¨²sticos de disuasi¨®n (instalados, por ejemplo, en granjas de acuicultura), infraestructuras de construcci¨®n y las exploraciones s¨ªsmicas de petr¨®leo y gas. Estas ¨²ltimas se realizan con unos compresores gigantescos, que generan un ca?onazo de aire comprimido para conseguir un perfil del fondo de hasta cinco kil¨®metros por debajo del lecho marino. Todo ello en un mar m¨¢s c¨¢lido en el que el sonido viaja a mayor velocidad debido a los cambios en temperatura y salinidad. ¡°En latitudes altas est¨¢ cambiando al haber m¨¢s agua dulce por el deshielo¡±, advierten los cient¨ªficos.
Comunicaci¨®n perdida
Hace dos a?os, cuando Duarte se encontraba en California escuchando los sonidos que se produc¨ªan en el mar a 2.000 metros de profundidad, observ¨® que el predominante era la lluvia. ¡°Me di cuenta de que desde el punto de vista ac¨²stico, el sistema est¨¢ conectado con la superficie y detecta perfectamente lo que hacemos los humanos all¨ª arriba¡±, relata. Ese ruido antropog¨¦nico (provocado por el hombre) afecta negativamente a los animales, enmascarando la comunicaci¨®n entre los ejemplares, al superponerse con la banda de frecuencia que ellos escuchan. Un efecto que se reproduce en ¡°zonas cada vez m¨¢s amplias del oc¨¦ano¡± y puede significar que los animales pierdan su cohesi¨®n social o alguna presa, adem¨¢s de que pueden morir a manos de sus depredadores.
La buena noticia es que los animales tienen una gran capacidad de recuperaci¨®n y, al menos, el ruido es una fuente que se puede evitar o disminuir. Otra cuesti¨®n es el cambio clim¨¢tico. La pandemina ha permitido comprobar que ¡°confinar a alrededor del 58% de la poblaci¨®n mundial provoc¨® una expansi¨®n inusual de mam¨ªferos marinos y tiburones¡±. Al ser una circunstancia extraordinaria, los animales hacen frente normalmente al ruido intenso evit¨¢ndolo. Pero esta estrategia acarrea problemas, porque puede ser que tengan que abandonar importantes zonas de alimentaci¨®n o hay especies que est¨¢n muy apegadas a un lugar y no les es posible huir. Como le ocurre al delf¨ªn de Maui, en peligro cr¨ªtico de extinci¨®n. Otros se vuelven tolerantes e incluso aprovechan las sobras de las capturas de los barcos para alimentarse. Pero ¡°incluso los que se pueden mover quedan excluidos de parte de su h¨¢bitat, el alimento disminuye y probablemente tiene que ver con el desnutrimiento que vemos en animales como ballenas y peces con un bajo ¨ªndice de masa corporal¡±, concreta Duarte.
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