Dentro de la pesadilla de fuego que abrasa Estados Unidos
El gigantesco incendio ¡®Bootleg¡¯ ha obligado a improvisar un campamento de bomberos en Paisley casi tan grande como una ciudad. Emplazamientos como estos, de diferentes tama?os, se levantan todos los d¨ªas en el oeste del pa¨ªs, donde hasta la mitad de esta semana hab¨ªa 30 fuegos activos. Nuevo cap¨ªtulo de la serie de EL PA?S sobre los puntos cr¨ªticos de la crisis clim¨¢tica
La radio de Chris Crowl escupe malas noticias. Este experto en combustibles de 43 a?os es uno de los veteranos que trabajan en la extinci¨®n de Bootleg, el incendio forestal activo m¨¢s grande de Estados Unidos. Est¨¢ parado sobre una blanda capa de 30 cent¨ªmetros de ceniza de pino y tierra floja. Minutos antes no dudaba en mostrar su optimismo. ¡°Esto empieza a lucir mucho mejor¡±, dec¨ªa a los periodistas. Pero el fuego traiciona. Una voz informa desde el otro lado que el aire ha dado impulso a las llamas al noreste del gigantesco bosque nacional de Fremont-Winema, en el Estado de Oreg¨®n. Es el ¨²ltimo d¨ªa de Crowl en la zona tras dos semanas de trabajo ininterrumpido. Resignado, saca del bolsillo trasero de su nomex, el pantal¨®n a prueba de fuego, una cajetilla y prende un cigarrillo. Un gesto temerario solo permitido a alguien que lleva 21 a?os apagando incendios. ¡°Ah¨ª vamos de nuevo¡±, dice.
Bootleg se inici¨® el 6 de julio con la ca¨ªda de un rayo. Las primeras llamas fueron avistadas por un t¨¦cnico forestal cerca del manantial Bootleg, lo que dio nombre al que se ha convertido en el tercer fuego m¨¢s grande de la historia del Estado. La conflagraci¨®n ha destruido en m¨¢s de 20 d¨ªas casi 170.000 hect¨¢reas, una cifra que puede decir poco hasta que comienza a ponerse en perspectiva. El guardabosques Scott Babinowich afirma que hace algunas semanas la extensi¨®n del ¨¢rea destruida era similar a la superficie de Londres, una comparaci¨®n acertada ya que Oreg¨®n es m¨¢s grande que el Reino Unido. El fuego sigui¨® extendi¨¦ndose y el funcionario, quien fue trasladado desde Carolina del Norte al oeste por la emergencia, tuvo que echar mano de otro dato geogr¨¢fico. Bootleg ha asolado el equivalente a cerca del 60% del territorio de Rhode Island, el Estado m¨¢s peque?o de Estados Unidos.
¡°Est¨¢bamos esperando que algo as¨ª sucediera¡±, dice Crowl, originario de Klamath Falls, una ciudad cercana al siniestro en el sur de Oreg¨®n. El experto detalla los elementos que crearon ¡°la tormenta perfecta¡± y han generado un infierno de tales dimensiones. Las temperaturas r¨¦cord registradas en el oeste del pa¨ªs y la peor sequ¨ªa en la regi¨®n desde 1977 han afectado los niveles de humedad de la vegetaci¨®n. El arbusto manzanita, nativo de Norteam¨¦rica, debe tener com¨²nmente niveles de humedad del 150%, pero las mediciones de hace algunos meses registraban alrededor del 99%. Otros matorrales deb¨ªan tener el 120% y ten¨ªan solo el 50%. Las condiciones extremas han debilitado a los pinos, lo que ha disparado la presencia de un escarabajo nativo que se ha convertido en una plaga.
¡°Ha sido incre¨ªble. Nunca hab¨ªa visto un incendio que se extendiera tanto y tan r¨¢pido¡±, afirma Crowl, que en 2018 estuvo lidiando con otro fuego apenas a unos kil¨®metros de donde est¨¢ ahora. Las llamas reinician un perverso ciclo. ¡°A esta tierra la llamamos hidrof¨®bica¡±, dice tomando un pu?ado de algo que tiene la textura del talco. ¡°No absorbe el agua, no retiene humedad, lo que hace que la recuperaci¨®n tarde mucho m¨¢s porque no hay tierra aqu¨ª, ha sido abrasada. Tomar¨¢ a?os¡±, a?ade. Lo primero que volver¨¢n son hect¨¢reas y hect¨¢reas de arbustos, que servir¨¢n nuevamente de combustible para el fuego en un mundo con temperaturas cada vez m¨¢s altas.
El campamento de Paisley
El d¨ªa comienza a las 5.30 en el campamento de Paisley, inexistente hace apenas unas semanas. La emergencia oblig¨® al Gobierno federal a alquilar a un ranchero un terreno junto al cementerio en un min¨²sculo pueblo de menos de 400 personas. En cuesti¨®n de horas se levant¨® una peque?a ciudad que alberg¨® a 1.400 personas de las 2.200 que llegaron a formar parte de la mano de obra para sofocar Bootleg. La actividad del d¨ªa se inicia a las 6.00 con la voz del comandante saliendo de un altavoz. Las noticias m¨¢s importantes las da el meteor¨®logo, quien adelanta junto al experto en combustibles lo que encontrar¨¢n sobre el terreno los cientos de bomberos y operarios de maquinaria pesada que escuchan el informe. En esta jornada hay optimismo y el ambiente se nota relajado. El humo de los incendios del norte de California, como Dixie, ha ayudado a bloquear el sol, lo que permite que los combustibles no se calienten tanto. Y para las pr¨®ximas horas hay pron¨®stico de lluvia ligera.
Ciudades como esta, de diferentes tama?os, se levantan todos los d¨ªas en todo el oeste de Estados Unidos, una regi¨®n donde hasta la mitad de esta semana hab¨ªa 48 incendios activos en siete Estados. El de Paisley es el m¨¢s grande de los cinco que rodean los cerca de 1.000 kil¨®metros de per¨ªmetro que tiene Bootleg, un fuego al que toma m¨¢s de dos horas cruzar de oeste a este. El campamento tiene lavander¨ªa, donde diariamente se lavan en promedio 450 kilos de ropa de los bomberos. La jefa, Kelly, trabaja para Granny¡¯s, una empresa contratada por el Gobierno. En el oeste da servicios en la temporada de incendios; en el este, en la de huracanes. ¡°Me gustan m¨¢s los campamentos de incendios. Son m¨¢s estructurados, hacen comunidad y hasta conoces el nombre de la gente¡±, cuenta. Kelly comparte instalaciones con un taller mec¨¢nico especializado en arreglar motosierras, una gran cocina en un tr¨¢iler, ba?os para hombres y mujeres y hasta un centro de reciclaje, ¨²nico en su tipo, que separa todos los d¨ªas las toneladas de basura que dejan los miles de bomberos.
La temporada de incendios ha creado una econom¨ªa en s¨ª. Aqu¨ª los bomberos veteranos cruzan su camino en estos campamentos con principiantes que se han puesto el casco y tomado el hacha por necesidad. ¡°Otro d¨ªa, otro cheque. Esto es solo un trabajo¡±, dice Javier Mena, de 36 a?os. Originario de Salem, la capital del Estado, e hijo de mexicanos, se dedica a la construcci¨®n, pero ahora vuelve por tercera vez a combatir un fuego. El motivo: 4.000 d¨®lares (3.362 euros) por 14 d¨ªas de trabajo. Las largas jornadas de 16 horas hacen que compense para los bomberos privados como ¨¦l. ¡°Hay d¨ªas de 20 horas. En ocasiones al tercer d¨ªa de trabajo ya estamos cobrando horas extras¡±, cuenta despu¨¦s de desayunar, la primera de las tres comidas que recibir¨¢ gratis y que le proveer¨¢n de 6.000 calor¨ªas de energ¨ªa. Ahora es subjefe en una de las cuadrillas que auxilian a extinguir las brasas que quedan sobre el terreno. Calcula que este verano podr¨¢ hacerse hasta 25.000 d¨®lares con la temporada de incendios. Sus jefes, se?ala, ingresar¨¢n el doble. ¡°Ya con 15.000 est¨¢s listo para lo que queda del a?o: puedes poner un puesto de comida, construir algo o hasta darte alg¨²n lujo¡±, afirma. ¡°Este a?o ha sido bueno porque empezamos m¨¢s temprano¡±, a?ade.
?C¨®mo se apaga un incendio de este tama?o? El fuego es un mosaico, quemando manchones de bosque dentro de la enorme extensi¨®n. El trabajo de centenares de cuadrillas es hacer lo que aqu¨ª llaman hotline (l¨ªnea caliente), rodear el fuego con un camino que sirva de contenci¨®n. Generalmente basta con un canal de algo m¨¢s de 30 cent¨ªmetros y 15 de profundidad, pero la violencia de las llamas de Bootleg hizo que algunas cuadrillas trazaran dentro del bosque verdaderas avenidas de varios metros de ancho para frenar el avance. ¡°As¨ª la lumbre no se brinca y se consume. Cuando pasa la lumbre comienzas a mapear. Donde est¨¢ caliente hay que echar agua o puede ser en seco, mezclando tierra fr¨ªa con caliente¡±, explica Mario Salda?a, de 22 a?os. Javier Ortiz, de 35 a?os, a?ade: ¡°Cuando estamos en la l¨ªnea hay veces que literalmente llueve lumbre. Toda la brasa que cae en lo verde hay que apagarla inmediatamente¡±. Ambos forman parte de las cuadrillas que trabajan el turno de noche.
Bootleg ayudar¨¢ a la econom¨ªa de algunas familias, pero su aparici¨®n ha preocupado a los expertos. ¡°T¨¦cnicamente estamos en el inicio de la temporada de incendios en Oreg¨®n y ahora tenemos uno que lleva 22 d¨ªas. El pico de la temporada de incendios es la tercera semana de agosto. Este puede ser un verano muy largo¡±, dice Babinowich. Estados Unidos tiene 370.000 bomberos de carrera. A estas alturas de 2021 han sido desplegados 21.500 bomberos, m¨¢s que en el peor momento de 2020, un a?o con mucha actividad y donde se quemaron m¨¢s de cuatro millones de hect¨¢reas, la mayor destrucci¨®n en una d¨¦cada. Este a?o los pron¨®sticos son sombr¨ªos, pero de momento se han quemado menos hect¨¢reas que el promedio de los ¨²ltimos 10 a?os.
2021 tiene a todos con la guardia en alto. La agencia nacional que coordina los trabajos de combate a los fuegos forestales, ubicada en el Estado de Idaho, decret¨® la segunda semana de julio el nivel 5 de alerta. Es lo m¨¢s pronto que se ha llegado al m¨¢ximo en la escala en la ¨²ltima d¨¦cada. Esto obliga a todos aquellos que tengan alg¨²n tipo de entrenamiento a estar disponibles para ser movilizados. Actualmente hay 21.500 bomberos combatiendo 86 fuegos en 13 Estados. En la lucha contra Bootleg ya no hay helic¨®pteros y aviones involucrados. Todas las aeronaves fueron trasladadas a Montana, un Estado que registra 20 incendios activos.
Claire Long lleg¨® recientemente al campamento de Paisley. Pertenece a un cuerpo de bomberos de Nuevo Hampshire, al este del pa¨ªs, y suma 12 a?os seguidos trabajando en la temporada de incendios a pesar de estar ya jubilada. A inicios de julio estaba al norte de California, donde se luchaba contra Lava, un incendio que ya ha sido controlado. Despu¨¦s de tres d¨ªas de descanso ha vuelto a la rotaci¨®n, lista para ser enviada de nuevo a cualquier frente. ¡°Antes ten¨ªas una o dos semanas para volver a casa para descansar un poco, pero ahora ya no hay esa oportunidad. No se puede dejar que ninguna llama se extinga sola. Cualquier fuego puede ser un peligro potencial de un incendio colosal¡±, dice de buen humor. Su cubrebocas tiene bordada una sonrisa de caricatura.
Las mujeres son minor¨ªa en el campamento, pero cada vez se abren paso con m¨¢s fuerza en un entorno tradicionalmente rebosante de testosterona. Sof¨ªa Bautista, de 21 a?os, est¨¢ entren¨¢ndose para ser jefa de una cuadrilla de 20 bomberos. ¡°Definitivamente estoy saliendo de mi zona de confort y aprendiendo a mandar en un equipo nuevo donde no conozco a nadie¡±, se?ala. Comenz¨® en esto hace dos a?os gracias a un novio que hac¨ªa lo mismo. ¡°Pensaba que esto era muy dif¨ªcil, que deb¨ªas tomar muchas clases y ex¨¢menes, pero solo tom¨¦ un curso de tres d¨ªas y pas¨¦ una prueba al final. Desde entonces soy bombera¡±, indica junto a una de las camionetas de la compa?¨ªa que la emplea. Lo que m¨¢s trabajo le cuesta es caminar los 10 kil¨®metros que puede hacer un bombero al d¨ªa con los 20 kilos de equipo sobre los hombros. A pesar de su corta carrera cuenta con ocho incendios de experiencia. Fuera de la temporada trabaja en una cafeter¨ªa. ¡°Siempre que vuelvo se siente raro. Debo conectar nuevamente con la gente y aprender a ser sociable. Es dif¨ªcil volver a la sociedad despu¨¦s de pasar un tiempo aqu¨ª¡±, dice.
Sof¨ªa descansa en una de las cientos de tiendas de campa?a que dan al campamento un aire de festival de m¨²sica. Junto a estas hay cinco grandes remolques, que es donde duermen quienes se hacen cargo del turno de noche. Cada caja acomoda 42 literas que ayudan a los bomberos a tener horas de descanso durante el d¨ªa, aislando los ruidos del campamento y creando oscuridad casi total en un ambiente de temperatura controlada. El ¨²nico obst¨¢culo para el descanso es el wifi que se ofrece gratuitamente en un sitio con escasa cobertura. Las autoridades creen que el servicio ayuda a descargar la tensi¨®n. Es una forma de abstraerse del mundo por unas horas ante de volver al infierno llamado Bootleg.
La destrucci¨®n
El silencio reina donde pas¨® el fuego. En las zonas devastadas por las llamas no hay cantos de p¨¢jaros. El viento es silencioso, pues ya no hay ramas ni copas que mecer. La escena es apocal¨ªptica. Domina un gris monocrom¨¢tico. Decenas de miles de troncos han quedado de pie chamuscados despu¨¦s de que la lumbre los consumiera por dentro. Esto sigue llamando la atenci¨®n del bombero Javier Ortiz. Los pinos parecen muertos, pero de noche se nota la luz de la brasa que irradia desde dentro. ¡°Es mucho m¨¢s peligroso trabajar de noche porque no puedes ver los ¨¢rboles que est¨¢n a punto de caerse. Puede haber dos o tres inclinados como en una secuencia de domin¨®¡±, explica.
A 80 kil¨®metros de ah¨ª, en el pueblo de Bly, la actividad de Bootleg es la menor de las preocupaciones. ¡°El fuego no es el problema. El problema son los desplazados¡±, dice Leda Hunter, quien administra desde hace tres semanas un centro de donaciones para los afectados. Se ha instalado en una escuela preescolar donde ofrece comida, materiales y ropa a quien los necesite. La ma?ana del martes arriba un hombre robusto de larga barba y sombrero de vaquero. Con las manos sucias de tierra carga dos grandes bolsas de comida para sus perros. En una destartalada camioneta hay dos, pero tiene varios m¨¢s en casa. Las autoridades ordenaron la evacuaci¨®n de 3.000 personas en el peor momento del incidente. ?l, como muchos, no abandon¨® su casa ni siquiera cuando las llamas se acercaron. ¡°No me iba a ir sin mis animales¡±, dice.
A pesar de la enorme devastaci¨®n de zonas boscosas, Bootleg tuvo poco impacto en zonas residenciales. El fuego consumi¨® 157 estructuras, algunas casas, remolques, graneros y el tipo de construcciones que se levantan en los vastos ranchos de la zona. Hunter afirma que 112 personas quedaron sin casa en la regi¨®n, una serie de min¨²sculos poblados rurales de granjeros blancos que no dudan en mostrar su ideolog¨ªa pol¨ªtica colgando carteles de Trump 2024, Fuck Biden (que se joda Biden), adem¨¢s de letreros de apoyo a los bomberos en las verjas de los ranchos.
Tina Clark, de 62 a?os, es una de las personas que perdi¨® su casa. Entra por primera vez a la tienda de Hunter. Viste con una gorra rosa y una sudadera de camuflaje. Busca un poco de comida y unas carpas para cubrir sus pertenencias. El incendio la ha obligado a ponerse en movimiento. Saldr¨¢ en su camioneta rumbo al norte junto a su esposo. ¡°Tenemos madera cortada y estamos listos para el invierno¡±, dice. ¡°Tenemos m¨¢s de 60 a?os y estamos listos para reconstruir. ?A estas alturas de la vida qu¨¦ m¨¢s vamos a hacer?¡±, se pregunta con una media sonrisa. Una oportunidad para volver a comenzar. Al menos hasta que un nuevo fuego vuelva a aparecer en sus vidas.
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