Historia de un sainete medioambiental a las puertas de Do?ana: ¡°Todo tiene un planteamiento diab¨®lico¡±
El pueblo de Trebujena, de izquierdas y sin problemas de paro, lleva a?os contemplando el lento pero constante avance de un proyecto de macrourbanizaci¨®n heredero de la Espa?a del ladrillazo frente al parque nacional
Los apenas seis kil¨®metros que van desde la ¨²ltima casa de Trebujena a la orilla gaditana del Guadalquivir son un paisaje mutante. El mural que recuerda que el pueblo fue orgullosa localizaci¨®n de la pel¨ªcula El imperio del sol (1987) cede el protagonismo a sinuosas colinas festoneadas de cortijos, cultivos de vides y girasoles. Hasta que, de repente, el horizonte vira a llano, a veces estepario, a otras salpicado de peque?as marismas recuperadas, donde los flamencos se pasean ufanos ante la casi nula presencia humana....
Los apenas seis kil¨®metros que van desde la ¨²ltima casa de Trebujena a la orilla gaditana del Guadalquivir son un paisaje mutante. El mural que recuerda que el pueblo fue orgullosa localizaci¨®n de la pel¨ªcula El imperio del sol (1987) cede el protagonismo a sinuosas colinas festoneadas de cortijos, cultivos de vides y girasoles. Hasta que, de repente, el horizonte vira a llano, a veces estepario, a otras salpicado de peque?as marismas recuperadas, donde los flamencos se pasean ufanos ante la casi nula presencia humana. Al otro lado del r¨ªo, se asoma Do?ana. Por si queda alguna duda, Juan Manuel Manego, hostelero del ¨²nico restaurante de la zona, vecino y acuicultor, lo aclara: ¡°Esto es el para¨ªso¡±.
Aunque quiz¨¢s no lo ser¨ªa tanto si llegase a prosperar la macrourbanizaci¨®n que pretende enladrillar hasta 2.000 hect¨¢reas de ese paisaje de antiguas marismas colmatadas con un campo de golf, un hotel y 300 villas de lujo. ¡°Como taberna podr¨ªa venirnos bien, pero es un impacto ecol¨®gico muy grande. No se va a hacer¡±, zanja Manego. El acuicultor, al igual que el resto de 7.000 vecinos de la localidad, lleva ya 20 a?os escuchando hablar de esos belgas que prometieron la Luna con la promoci¨®n del proyecto y ¡°que, de vez en cuando, se dejan ver por el pueblo¡±. Por eso ni se sorprende del ruido que ahora zarandea las soflamas pol¨ªticas de Madrid a C¨¢diz, a cuentas de un proyecto urban¨ªstico zombi que lleva dando vueltas por los despachos desde hace dos d¨¦cadas y que se ha convertido en este momento en un arma arrojadiza ante las inminentes elecciones municipales.
El ¨²ltimo cap¨ªtulo de este sainete medioambiental lo ha escrito este mi¨¦rcoles la Confederaci¨®n del Guadalquivir al advertir que vetar¨¢ el proyecto, pese a que la Junta de Andaluc¨ªa emiti¨® una declaraci¨®n ambiental estrat¨¦gica favorable el pasado 12 de abril. Pero el primero lo redact¨® el promotor urban¨ªstico belga Bernard Devos ¡ªconstructor de otro complejo tur¨ªstico en Benalup¡ª, cuando en 2003 se encaprich¨® de una antigua marisma desecada en los a?os sesenta, sin uso desde que se comprob¨® que su salinidad la hac¨ªa inviable para el cultivo. ¡°Se generaron expectativas e incluso se pagaron licencias¡±, rememora Juan Mart¨ªn, bi¨®logo, vecino de Trebujena y presidente de la asociaci¨®n por la defensa de las salinas y marismas Salarte, en referencia a los 1,8 millones de euros en tasas que ya ha abonado la promotora.
La promesa de Devos, empe?ado en construir una urbanizaci¨®n tres veces m¨¢s grande que el propio pueblo en una zona sin protecci¨®n espec¨ªfica, cal¨® r¨¢pido en un ayuntamiento gobernado durante d¨¦cadas por Izquierda Unida y en el que la derecha poco tiene que hacer. ¡°Fue un movimiento pol¨ªtico muy a lo Jes¨²s Gil [excalcalde de Marbella], de mucha especulaci¨®n y colegueo¡±, denuncia Pepe N¨²?ez Cabral, presidente de la asociaci¨®n ecologista R¨ªo Limpio. En estos 20 a?os, el proyecto ha conocido tres alcaldes ¡ªtodos de IU¡ª y ha ido mutando para sortear desde cambios legislativos a la propia crisis de su promotor e incluso su fallecimiento, ocurrido hace dos a?os. ¡°Mi padre lo ide¨®, pero luego lo vendi¨®¡±, asegura Carol Devos, hija del ide¨®logo, empe?ada en dejar claro que ella no tiene vinculaci¨®n alguna con los negocios de su padre. De hecho, hoy es la empresa Costa Guadalquivir, S. L., manejada por otros empresarios belgas, la que figura como impulsora. EL PA?S se ha puesto en contacto con uno de sus gestores, pero no ha recibido respuesta.
Trebujena no fue el ¨²nico consistorio que se dej¨® cautivar por los cantos de sirena de la Espa?a del ladrillazo de los a?os 2000. La costa gaditana, incorporada m¨¢s tarde al turismo que la del Sol, est¨¢ salpicada de proyectos de macrourbanizaciones en entornos paradisiacos con m¨¢s o menos protecci¨®n, atascados desde hace a?os en tr¨¢mites burocr¨¢ticos que se resuelven con lentitud. Es el caso de Tarifa, Barbate o la propia Trebujena, donde alegan que est¨¢n obligados a dar tr¨¢mite al expediente para cumplir con la ley. ¡°Se equivocaron en un principio al autorizarlo. Ahora, en Trebujena han aprendido y creo que conf¨ªan en que sea la Junta o el Gobierno quien lo pare¡±, apunta Mart¨ªn. El actual alcalde, Ram¨®n Gal¨¢n, lo confirma: ¡°Es extempor¨¢neo, estamos a favor de otros proyectos, como la regeneraci¨®n de las salinas que estamos haciendo con la Junta de Andaluc¨ªa¡±.
Pero N¨²?ez Cabral no se f¨ªa: ¡°No todos los tr¨¢mites que ha hecho el Ayuntamiento son de oficio¡±. Y pone el ejemplo de c¨®mo el consistorio reformul¨® su informe de demanda de suministro de agua a futuro, rechazado en un primer momento y finalmente aprobado por el Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana (CAZG) en octubre de 2022. Para ese entonces, adem¨¢s, el predecesor del actual alcalde en el municipio, Jorge Rodr¨ªguez, ya era presidente de dicho consorcio, tras renunciar a su cargo de regidor. ¡°?l [por Gal¨¢n] junto con Jorge [Rodr¨ªguez] han movido los informes necesarios para levantar las dificultades planteadas por los t¨¦cnicos¡±, ha denunciado este mi¨¦rcoles en una rueda de prensa el portavoz del PSOE de Trebujena, Miguel Guerra.
Mientras, los vecinos del pueblo ni quieren o¨ªr hablar de la macrourbanizaci¨®n, algunos por desidia y otros por desprecio. En una localidad con una tasa de paro por debajo del 20% (buena parte de ella estacional) y que se dedica desde hace a?os mayoritariamente al sector sanitario, pocos son los que cierran filas con el proyecto. ¡°A la mayor¨ªa no nos interesa. En un pueblo de izquierdas esto no pega. Es algo que defiende los intereses de los empresarios¡±, denuncia la t¨¦cnica de radiodiagn¨®stico Rosa Olivera, mientras pasea a sus perros. A pocos pasos, un vecino que prefiere no dar su nombre, no lo tiene tan claro: ¡°Quiero bienestar, pero que no perjudique a la naturaleza. Vivo en una de esas colinas y la puesta de sol sobre las marismas es espectacular, por eso sali¨® en la pel¨ªcula¡±.
Conscientes de que no era tarea sencilla sacar adelante su proyecto, los promotores han ido adaptando la macrourbanizaci¨®n, hasta el extremo de ceder la zona que estaba afectada por ser de dominio p¨²blico terrestre al estar cerca del r¨ªo para un proyecto de renaturalizaci¨®n de las marismas en el que la Junta de Andaluc¨ªa est¨¢ invirtiendo dos millones de euros. Este mi¨¦rcoles las excavadoras trabajaban ya en la zona, ajenas a la polvareda pol¨ªtica que se viv¨ªa en el pueblo. ¡°La idea es que funcione tan bien como otra reinundaci¨®n de una marisma cercana que se hizo con el apoyo de WWF y que ya est¨¢ llena de vida, aunque nosotros decimos de broma que es como si la Administraci¨®n le estuviese construyendo el jard¨ªn al campo de golf¡±, explica con sarcasmo N¨²?ez Cabral.
¡°Todo tiene un planteamiento diab¨®lico¡±, denuncia Mart¨ªn, preocupado por esa capacidad de los promotores de readaptar el proyecto a todas las trabas que surgen. Ni las m¨¢s de 500 especies ¡ªmuchas en riesgo de desaparecer¡ª que est¨¢n documentadas en la zona, ni la cercan¨ªa de Do?ana, ni la proximidad de la malograda urbanizaci¨®n Mart¨ªn Miguel en Sanl¨²car, que exhibe entre el abandono las hieles del ladrillazo, parecen doblegar a los empresarios belgas. ¡°Son personas con pasta que no tienen prisa y buscan conseguirlo y, al final, podemos encontrarnos con que lo logren y sea legal, como pas¨® con el Algarrobico [en Almer¨ªa]¡±, denuncia el bi¨®logo indignado.
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