T¨² decides. S¨¢cale todo el jugo a la vida
Una de las claves de la libertad es la capacidad de decidir. Matthew Kelly muestra en este libro c¨®mo usarla para hallar el camino de la verdadera felicidad
PRIMERA PARTE
?QU? ESPERAS DE LA VIDA?
TODO ES ELECCI?N
Todo es elecci¨®n.
?sa es la verdad m¨¢s grande de la vida y tambi¨¦n su lecci¨®n m¨¢s dura. Es una gran verdad porque nos recuerda el poder que tenemos. No el poder sobre otros, sino el poder a menudo desaprovechado para ser nosotros mismos y vivir la vida que hemos imaginado.
Es una dura lecci¨®n porque nos hace darnos cuenta de que hemos elegido la vida que estamos viviendo en este mismo momento. Tal vez nos d¨¦ miedo pensar que hemos elegido vivir nuestra vida exactamente tal y como es el d¨ªa de hoy. Nos da miedo porque puede no gustarnos lo que encontremos cuando miremos a nuestras vidas actuales. Pero tambi¨¦n es una verdad liberadora, porque en este preciso instante podemos empezar a elegir aquello que nos vamos a encontrar cuando miremos a nuestra vida en los d¨ªas por vivir que se extienden ante nosotros.
?Qu¨¦ ver¨¢s cuando mires tu vida dentro de diez a?os? ?Qu¨¦ elegir¨¢s?
La vida est¨¢ hecha de elecciones.
Has elegido vivir este d¨ªa. Has elegido leer este libro. Has elegido vivir en una determinada ciudad. Has elegido creer en determinadas ideas. Has elegido a las personas a las que llamas amigos.
Eliges la comida que comes, la ropa que llevas y los pensamientos que piensas. Eliges estar tranquilo o inquieto, eliges ser agradecido o desagradecido.
El amor es una elecci¨®n. La ira es una elecci¨®n. El miedo es una elecci¨®n. El valor es una elecci¨®n.
T¨² eliges.
A veces elegimos la mejor versi¨®n de nosotros mismos, y a veces elegimos una versi¨®n de segunda categor¨ªa.
Todo es elecci¨®n y nuestras elecciones resuenan como un eco a lo largo de toda nuestra vida..., y a lo largo de la historia..., y una y otra vez sin cesar durante toda la eternidad.
La mayor¨ªa de la gente nunca llega a aceptar por completo esta verdad. Se pasan la vida justificando sus flaquezas, quej¨¢ndose de su suerte en la vida o culpando a otros por sus flaquezas y por su suerte en la vida.
Puedes alegar que est¨¢s obligado a vivir en una determinada ciudad o a conducir un determinado autom¨®vil, pero no es cierto. Y si lo es, es cierto s¨®lo de manera temporal y debido a una elecci¨®n que hiciste en el pasado.
Elegimos, y al hacerlo, construimos nuestras vidas.
Algunos podr¨ªan decir que no elegimos nuestras circunstancias, pero te sorprender¨ªa hasta qu¨¦ punto el control que tenemos sobre las circunstancias de nuestras vidas es mayor de lo que la mayor¨ªa de hombres y mujeres admitir¨ªa jam¨¢s. E incluso si las circunstancias nos vienen impuestas, elegimos la forma en la que respondemos ante esas circunstancias.
Otros podr¨ªan alegar que ellos no eligieron el pa¨ªs en el que han nacido o qui¨¦nes iban a ser sus padres, pero ?c¨®mo sabemos que no hemos elegido esas cosas? Todos estamos dotados de libre albedr¨ªo. ?No ten¨ªamos ese libre albedr¨ªo antes de nacer? Tal vez un d¨ªa nos demos cuenta de que hemos elegido mucho m¨¢s de lo que hab¨ªamos siquiera imaginado.
Espero que ese d¨ªa sea hoy.
Porque el d¨ªa que aceptemos que hemos elegido elegir nuestras elecciones es el d¨ªa en el que romperemos las cadenas del victimismo y seremos libres para luchar por la vida para la que hemos nacido.
Aprende a dominar los factores del momento de la decisi¨®n y vivir¨¢s una vida fuera de lo com¨²n.
?SABES REALMENTE LO QUE QUIERES?
Hace algunos a?os me encontraba frente a una clase de alumnos de ¨²ltimo a?o de instituto de Cape May, en la costa de Nueva Jersey, Estados Unidos. Me hab¨ªan invitado a hablar sobre la vida despu¨¦s de la graduaci¨®n, pero me pareci¨® m¨¢s interesante saber qu¨¦ ten¨ªan que decir los alumnos antes que contarles aquello que sus profesores pensaban que necesitaban o¨ªr.
Lo primero que les pregunt¨¦ fue cu¨¢nto tiempo faltaba para que se graduaran. En un estallido de emoci¨®n y energ¨ªa, respondieron al un¨ªsono: ?Once d¨ªas?.
Lo que yo deseaba realmente era entrar en el infinito territorio de las esperanzas y los sue?os que estos j¨®venes hombres y mujeres atesoraban para su futuro. Aquella ma?ana hab¨ªa ochenta y cuatro estudiantes frente a m¨ª, ochenta y cuatro j¨®venes que representaban el futuro. Sent¨ªa curiosidad. Quer¨ªa saber cu¨¢les eran sus aspiraciones. Quer¨ªa que me invitaran al interior de sus corazones y sus mentes.
Me invit¨¦ yo mismo pregunt¨¢ndoles: ??Qu¨¦ esper¨¢is de la vida??.
Durante unos momentos rein¨® el silencio. Despu¨¦s, cuando comprendieron que mi pregunta no era ret¨®rica, un joven exclam¨®: ?Yo quiero ser rico?. Le pregunt¨¦ por qu¨¦ quer¨ªa ser rico. ?Para poder hacer lo que se me antoje?, respondi¨®. Le pregunt¨¦ cu¨¢nto ser¨ªa suficiente. ?Un mill¨®n de d¨®lares?, dijo, y recuerdo que me pregunt¨¦ cu¨¢ntas personas pensar¨ªan que un mill¨®n de d¨®lares cambiar¨ªa sus vidas.
A continuaci¨®n repet¨ª la pregunta.
Una joven dijo que quer¨ªa ser m¨¦dico y le pregunt¨¦ por qu¨¦. ?Para ayudar a la gente, aliviar el sufrimiento y ganar mucho dinero?, respondi¨®. Le dese¨¦ que tuviera buena suerte y que fuera capaz de mantener sus motivos en ese orden con el paso de los a?os.
Volv¨ª a preguntar: ??Qu¨¦ m¨¢s esper¨¢is de la vida??.
Un joven situado al final de la clase exclam¨®: ?Yo quiero una esposa guapa?. Sus amigos soltaron unas risitas y le pregunt¨¦ si ya hab¨ªa logrado encontrarla. Me respondi¨® que no y le dije que le entend¨ªa muy bien porque yo tampoco lo hab¨ªa logrado.
Despu¨¦s le pregunt¨¦ si sab¨ªa lo que estaba buscando en una mujer. Dijo que s¨ª. Entonces le expliqu¨¦ que el mejor modo de atraer a una determinada clase de persona era convertirse en esa misma clase de persona.
Volv¨ª a preguntar: ??Qu¨¦ m¨¢s esper¨¢is de la vida??.
En esta ocasi¨®n un joven con voz firme y segura dijo: ?Presidente. Quiero ser presidente de los Estados Unidos de Am¨¦rica?.
Entonces le pregunt¨¦ c¨®mo pensaba lograr su objetivo, y describi¨® ante m¨ª y ante sus compa?eros un plan que inclu¨ªa estudiar Comercio Internacional y Ciencias Pol¨ªticas en la universidad, ir a la Facultad de Derecho, participar en campa?as pol¨ªticas locales, acceder a los programas de internado de verano en Capitol Hill, una temporada en el ej¨¦rcito estadounidense y numerosos servicios a la comunidad.
Era evidente que ese sue?o no se le hab¨ªa ocurrido durante la sesi¨®n de lluvia de ideas a la que estaba sometiendo a esos j¨®venes alumnos de instituto. No se trataba de ninguna quimera ni de los vanos sue?os que cruzan nuestra mente mientras dormimos; al contrario, era ese tipo de enso?aci¨®n a la que nos entregamos durante el d¨ªa que genera una vida con sentido y conforma nuestro futuro. Tal vez un d¨ªa se convierta en el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos de Am¨¦rica.
Le dese¨¦ que tuviera ¨¦xito en sus esfuerzos. El ambiente hab¨ªa cambiado: las j¨®venes mentes que ten¨ªa ante m¨ª hab¨ªan sido arrastradas a un nivel m¨¢s profundo de reflexi¨®n sobre sus aspiraciones al darse cuenta de que uno de sus compa?eros ya hab¨ªa dedicado gran parte de su tiempo a meditar sobre esa misma pregunta. As¨ª que lo pregunt¨¦ otra vez: ??Qu¨¦ esper¨¢is de la vida??.
?Felicidad... Quiero ser feliz?, dijo un chico.
??Y c¨®mo vas a encontrar o alcanzar esa felicidad??, le respond¨ª. No lo sab¨ªa. Le pregunt¨¦ si pod¨ªa describirla, pero no era capaz de hacerlo. Le asegur¨¦ que su deseo de felicidad era natural y normal, y que hablar¨ªamos sobre ello en una fase posterior del debate?, pero eso aparece un poco m¨¢s tarde en este libro.
Una vez m¨¢s hice la pregunta: ??Qu¨¦ esper¨¢is de la vida??.
Una joven respondi¨®: ?Un hombre con el que compartir mi vida?. Le pregunt¨¦, como hab¨ªa hecho con el chico de antes, si hab¨ªa logrado encontrarlo. No era t¨ªmida y me respondi¨® pregunt¨¢ndome a su vez: ??Cu¨¢ndo sabr¨¦ que le he encontrado? ?C¨®mo sabr¨¦ que es el elegido??.
?Espera al hombre que te haga desear ser mejor persona, al hombre que te inspire porque siempre est¨¢ esforz¨¢ndose para ser mejor. Lo importante no es su apariencia ni c¨®mo te mira, aunque tampoco quiero decir que esas cosas no deban tenerse en cuenta. No se trata de que te haga regalos; demasiado a menudo los regalos son s¨®lo excusas y disculpas para no entregar el ¨²nico regalo verdadero: nosotros mismos. Cuando te preguntes si realmente ¨¦l es el elegido, piensa en esto: mereces que te valoren. ?Que te valoren! No s¨®lo que te amen. ?Que te valoren!?
Sostuvimos la mirada por unos momentos, sus ojos comenzaron a llenarse de l¨¢grimas y supe que lo hab¨ªa comprendido.
Se hab¨ªa hecho un profundo silencio en la sala cuando repet¨ª de nuevo la pregunta: ??Qu¨¦ m¨¢s esper¨¢is de la vida??.
Tras unos breves instantes de ese silencio que emana de la multitud que empieza a necesitar una nueva recarga de informaci¨®n, una joven dijo: ?Yo quiero viajar?.
La anim¨¦ a viajar tan pronto como pudiera cuando fuera adulta, explic¨¢ndole que ?viajar abre nuestras mentes a las diferentes culturas, filosof¨ªas y visiones del mundo. Viajar abre nuestros corazones a las gentes que viven en otros pa¨ªses y a sus diferentes tradiciones y credos. Viajar disuelve las manchas de los prejuicios que infectan nuestros corazones y sociedades. El dinero que se gasta en viajes es dinero bien invertido en una educaci¨®n que nunca obtendr¨¢s en un libro o en un aula?.
Y volv¨ª a preguntar: ??Qu¨¦ esper¨¢is de la vida??. Pero la multitud permaneci¨® callada, agotada e inm¨®vil.
Estaba sorprendido. Decepcionado. Sent¨ªa una punzada de dolor en mi interior.
En menos de veinte minutos, a ochenta y cuatro estudiantes de ¨²ltimo a?o de instituto se les hab¨ªan agotado las esperanzas, sue?os, planes y ambiciones para el futuro. Si eso no era totalmente cierto, entonces, fuera lo que fuera lo que no hab¨ªan compartido, o bien no merec¨ªa la pena ser compartido o bien no ten¨ªan la confianza suficiente para compartirlo. Siete estudiantes hab¨ªan sido capaces de resumir los sue?os de los ochenta y cuatro. ?Estaba todav¨ªa en la tierra de los infinitos sue?os y oportunidades?
Si les hubiera pedido que me dijeran qu¨¦ fallaba en el sistema educativo, el debate podr¨ªa haber durado horas. Si les hubiera preguntado por su acontecimiento deportivo o su serie favorita, el debate podr¨ªa haber durado todo el d¨ªa. ?Hemos llegado a interesarnos m¨¢s por los deportes para espectadores y las series de televisi¨®n que por nuestro propio futuro?
Siempre me asombra que los hombres y las mujeres recorran la Tierra maravill¨¢ndose ante las monta?as m¨¢s altas, los oc¨¦anos m¨¢s profundos, las arenas m¨¢s blancas, las islas m¨¢s ex¨®ticas, las m¨¢s enigm¨¢ticas aves del aire y peces del mar..., y en todo ese tiempo nunca se detengan a maravillarse ante s¨ª mismos y a hacer efectivo su infinito potencial como seres humanos.
Nunca antes tantas personas hab¨ªan tenido acceso a la educaci¨®n, pero no puedo evitar tener la sensaci¨®n de que la experiencia educativa moderna no nos est¨¢ preparando de manera adecuada para asistir al rico banquete de la vida. Sin duda, los j¨®venes de hoy dominan el uso de la tecnolog¨ªa y son capaces de resolver complejos problemas cient¨ªficos y matem¨¢ticos, pero ?a qui¨¦n y para qu¨¦ les sirven si no saben pensar por s¨ª mismos? ?Si no han entendido el significado y el prop¨®sito de sus propias vidas? ?Si no saben qui¨¦nes son como individuos?
Esa pregunta improvisada, ??Qu¨¦ esper¨¢is de la vida??, ha pasado a formar parte habitual de los di¨¢logos que entablo con amigos, colegas, seres queridos y hasta con desconocidos en los aviones. La utilizo como una herramienta para ayudarme a comprender a los dem¨¢s y tambi¨¦n para comprenderme mejor a m¨ª mismo.
En su mayor parte, las respuestas que da la gente son vagas y generales, nada meditadas. Casi todo el mundo parece sorprenderse ante la pregunta. A veces me han acusado de ser demasiado profundo, y s¨®lo en ocasiones excepcionales alguien dice: ?Quiero estas cosas..., por estas razones..., y as¨ª es como pretendo conseguirlas...?. Sin excepci¨®n, ¨¦sas son las personas que est¨¢n viviendo la vida con pasi¨®n y entusiasmo. Casi nunca se quejan, no hablan mal de los dem¨¢s y jam¨¢s les oyes hablar de la felicidad como de alg¨²n hecho futuro relacionado con la jubilaci¨®n, el matrimonio, un ascenso o una fortuna llovida del cielo.
Entonces, ?qu¨¦ es lo que tienen ellos que no tiene la mayor¨ªa? Que saben lo que quieren. ?Y t¨²? ?T¨² sabes lo que quieres?
La mayor¨ªa de la gente puede decirte con exactitud lo que no quiere, pero muy pocos tienen las ideas tan claras sobre lo que s¨ª quieren.
Si no sabes lo que esperas de la vida, todo parecer¨¢ un obst¨¢culo o un lastre. Sin embargo, una de las grandes lecciones de la historia es que el mundo entero se abre ante aquellos que saben lo que quieren o hacia d¨®nde se dirigen. No lo dudes, si no sabes hacia d¨®nde te diriges, est¨¢s perdido.
No digas: ?Soy demasiado viejo?.
No digas: ?Soy demasiado joven?.
Tiger Woods ten¨ªa tres a?os cuando hizo nueve hoyos en cuarenta y ocho golpes en el recorrido del campo de golf de su ciudad natal, Cypress, en California.
Julie Andrews ten¨ªa ocho a?os cuando logr¨® alcanzar el impresionante registro vocal de cuatro octavas.
Mozart ten¨ªa ocho a?os cuando compuso su primera sinfon¨ªa.
Charles Dickens ten¨ªa doce a?os cuando dej¨® el colegio para trabajar en una f¨¢brica pegando etiquetas en botes de bet¨²n porque su padre hab¨ªa sido encarcelado por deudas.
Anne Frank ten¨ªa trece a?os cuando comenz¨® su diario.
Ralph Waldo Emerson ten¨ªa catorce a?os cuando se matricul¨® en Harvard.
Paul McCartney ten¨ªa quince a?os cuando John Lennon le invit¨® a unirse a su grupo.
Bill Gates ten¨ªa diecinueve a?os cuando cofund¨® Microsoft.
Plat¨®n ten¨ªa veinte a?os cuando se convirti¨® en disc¨ªpulo de S¨®crates.
Joe DiMaggio ten¨ªa veintis¨¦is a?os cuando bate¨® cincuenta y seis hits consecutivos.
Henry David Thoreau ten¨ªa veintisiete a?os cuando se traslad¨® a la orilla del Walden Pond, construy¨® una casa, plant¨® un jard¨ªn y comenz¨® un experimento de dos a?os basado en la sencillez y la autosuficiencia.
Ralph Lauren ten¨ªa veintinueve a?os cuando cre¨® Polo.
William Shakespeare ten¨ªa treinta y un a?os cuando escribi¨® Romeo y Julieta.
Bill Gates ten¨ªa treinta y un a?os cuando se convirti¨® en multimillonario.
Thomas Jefferson ten¨ªa treinta y tres a?os cuando redact¨® la Declaraci¨®n de Independencia.
Coco Chanel ten¨ªa treinta y ocho a?os cuando present¨® su perfume Chanel n.? 5.
La Madre Teresa ten¨ªa cuarenta a?os cuando fund¨® las Misioneras de la Caridad.
Jack Nicklaus ten¨ªa cuarenta y seis a?os cuando gan¨® el Master de Augusta completando la ronda final en sesenta y cinco golpes, y los ¨²ltimos nueve hoyos en treinta.
Henry Ford ten¨ªa cincuenta a?os cuando introdujo en su f¨¢brica la primera cadena de montaje.
Ray Kroc era un vendedor de m¨¢quinas de batidos de cincuenta y dos a?os cuando compr¨® Mac y Dick McDonald e inaugur¨® oficialmente McDonald's.
Pablo Picasso ten¨ªa cincuenta y cinco a?os cuando pint¨® el Guernica.
Dom P¨¦rignon ten¨ªa sesenta a?os cuando invent¨® el champ¨¢n.
Oscar Hammerstein II ten¨ªa sesenta y cuatro a?os cuando escribi¨® la letra de Sonrisas y l¨¢grimas.
Winston Churchill ten¨ªa sesenta y cinco a?os cuando fue nombrado primer ministro de Gran Breta?a.
Nelson Mandela ten¨ªa setenta y un a?os cuando fue liberado de la prisi¨®n sudafricana en la que estaba recluido. Cuatro a?os m¨¢s tarde fue elegido presidente de Sud¨¢frica.
Miguel ?ngel ten¨ªa setenta y dos a?os cuando dise?¨® la c¨²pula de la bas¨ªlica de San Pedro de Roma.
Auguste Rodin ten¨ªa setenta y seis a?os cuando finalmente contrajo matrimonio con Rose Beuret, a la que conoci¨® cuando el escultor contaba s¨®lo con veintitr¨¦s a?os.
Benjamin Franklin ten¨ªa setenta y nueve a?os cuando invent¨® las gafas bifocales.
Frank Lloyd Wright ten¨ªa noventa y un a?os cuando concluy¨® su trabajo para el Museo Guggenheim.
Dimitrion Yordanidis ten¨ªa noventa y ocho a?os cuando corri¨® el marat¨®n de Atenas en siete horas y treinta y tres minutos.
Ichijirou Araya ten¨ªa cien a?os cuando escal¨® el monte Fuji.
Tengas diecis¨¦is o sesenta a?os, el resto de tu vida est¨¢ siempre delante de ti. No puedes cambiar ni un solo momento de tu pasado, pero puedes cambiar todo tu futuro. Ahora es tu momento.
Pr¨®ximo fragmento: 'Beberse la vida. Los a?os de Ava Gardner en Espa?a' de Marcos Ord¨®?ez
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