Pamuk construye una encendida defensa del papel de la literatura en su discurso tras el Nobel
La intervenci¨®n en la Academia sueca del escritor turco dista del alegato pol¨ªtico lanzado por Harold Pinter el a?o pasado
El escritor turco Orhan Pamuk ha hecho hoy en la Real Academia Sueca una encendida defensa del valor y del papel de la escritura en el tradicional discurso del premiado con el Nobel de Literatura. El discurso de Pamuk, con numerosas referencias a su padre, por el que ha confesado sentir aut¨¦ntica devoci¨®n, ha estado muy alejado del duro alegato pol¨ªtico que Harold Pinter firm¨® el a?o pasado.
El autor de Nieve ha construido una reflexi¨®n sobre aspectos como la condici¨®n de escritor, sus miedos, su tarea y el proceso creativo, a partir de un objeto: la maleta llena con sus propios manuscritos que su padre le dio dos a?os antes de morirse. Ese objeto ha dado nombre al discurso, La maleta de mi padre, Babamin bavulu en turco, idioma en el que ha le¨ªdo el texto el autor, que a diferencia de Pinter y la austr¨ªaca Elfriede Jelinek, ganadora en 2004, s¨ª ha acudido a Estocolmo. En torno a sus propias dudas sobre si abrir o no la maleta y sus miedos ante lo que pod¨ªa encontrarse, Pamuk ha ido desgranando ideas, y descifrando preguntas, as¨ª como analizando la relaci¨®n con su progenitor -un escritor frustrado con una amplia cultura- y con su pa¨ªs, aunque sin entrar en cuestiones pol¨ªticas.
Descubrir al otro
Para Pamuk, la literatura se puede definir como "lo que una persona crea cuando se encierra en una habitaci¨®n, se sienta junto a una mesa y se retira en una esquina para expresar sus sentimientos". El escritor es alguien que dedica su vida a descubrir al otro ser que habita en su interior y trata de traducirlo en palabras para crear otro nuevo mundo y otro nuevo ser, "del mismo modo que alguien construye un puente piedra a piedra". Pamuk lo ha definido como conocer las heridas que llevamos dentro y explorarlas pacientemente, "poseerlas y hacerlas una parte consciente de nuestros esp¨ªritus y escritura".
El precursor de esta forma de entender la escritura es para ¨¦l el escritor y pensador renacentista franc¨¦s Michel de Montaigne, a cuya obra le introdujo su padre. M¨¢s que en la inspiraci¨®n, "que nunca se sabe de d¨®nde viene", el secreto del autor descansa en su "obstinaci¨®n, su paciencia". No obstante, ha reconocido que es necesario algo de esperanza y de confianza, y que es la inspiraci¨®n la que las proporciona.
Fe en la Humanidad
Pamuk ha dicho escribir por "necesidad innata", por no conocer otra forma de ganarse la vida, por enfado contra el mundo, por pasi¨®n, por h¨¢bito, por la gloria y para ser feliz, entre otras razones. Sus reflexiones sobre la literatura se han ido entrelazando con otras sobre la vida del padre, por quien Pamuk reconoce su devoci¨®n y deuda, y ¨¦stas han ido generando a su vez nuevas consideraciones. Aunque la esencia es el escritor indagando en su interior, no estamos solos, sino "en compa?¨ªa de las palabras de aquellos que vinieron antes, de las historias de otras gentes, de los libros de otras gentes", en definitiva, la tradici¨®n. De ah¨ª que Pamuk considere la literatura como la m¨¢s valiosa creaci¨®n de la humanidad "en su intento por entenderse a s¨ª misma".
Otra de las reglas "eternas" de la literatura es, en palabras suyas, "contar las historias propias como si fueran las de otros, y contar las historias de otros como si fueran propias". Su concepci¨®n de la literatura est¨¢ plagada de optimismo: cuando el escritor se encierra en su interior est¨¢ poniendo, consciente o inconscientemente, una gran fe en la Humanidad, porque ¨¦l cree que todos los seres humanos se parecen y, por tanto, deben llevar dentro de s¨ª heridas similares y se comprenden.
Estambul, centro del mundo
Adem¨¢s, Pamuk ha confesado su conflictiva relaci¨®n con su pa¨ªs, las dificultades para ser artista, el provincianismo, c¨®mo de joven se sent¨ªa lejos del "centro" del mundo, de Occidente, y c¨®mo ahora experimenta todo lo contrario. Estambul, su ciudad natal, es ahora el centro del mundo, porque los ¨²ltimos 33 a?os ha narrado sus calles, gentes, d¨ªas y noches, de modo que "este mundo que he hecho con mis manos, que s¨®lo existe en mi cabeza, es m¨¢s real que la ciudad en la que vivo".
Pamuk ha cerrado su discurso con un emotivo recuerdo: el apoyo de su padre cuando le dio a leer su primer libro, Cevded y sus hijos, c¨®mo confi¨® en ¨¦l y le dijo que alg¨²n d¨ªa ganar¨ªa el Nobel. Ahora que lo ha logrado, el autor turco ha expresado su deseo de que su padre, fallecido en 2002, hubiera podido estar entre los asistentes.
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