Enrique VIII, un rey sanguinario... ?y rom¨¢ntico?
Una carta guardada durante cinco siglos en el Vaticano muestra la pasi¨®n del monarca por Ana Bolena
Famoso por casarse seis veces y tratar a sus esposas con una crueldad sanguinaria, el rey Enrique VIII de Inglaterra tambi¨¦n ten¨ªa su lado rom¨¢ntico, seg¨²n una ins¨®lita y apasionada carta de amor escrita a su segunda mujer, Ana Bolena. La misiva, celosamente guardada en el Vaticano casi cinco siglos, volver¨¢ este abril a Reino Unido y se mostrar¨¢ por primera vez al p¨²blico en una exposici¨®n de la londinense Biblioteca Brit¨¢nica (British Library) titulada Enrique VIII: Hombre y monarca, que mostrar¨¢ correspondencia, documentos oficiales clave y libros de la biblioteca personal del rey
Mujeriego empedernido y cruel hasta la m¨¦dula, Enrique VIII (1491-1547), segundo representante de la Casa Tudor, se obsesion¨® con la bella y elegante Ana Bolena (1501-1536), marquesa de Pembroke y dama de la aristocracia inglesa. Tanto suspiraba el monarca por Ana, que anul¨® su matrimonio con su primera esposa, Catalina de Arag¨®n (1485-1536), hija de los Reyes Cat¨®licos, un repudio que rechaz¨® la Iglesia Cat¨®lica y que desemboc¨® en un cisma anglicano. La exposici¨®n examinar¨¢ las profundas transformaciones, personales y pol¨ªticas, intelectuales y religiosas, que sucedieron bajo el reinado de Enrique VIII. Las motivaciones del soberano que cambi¨® el rumbo de Inglaterra ser¨¢n analizadas a partir del amplio fondo documental sobre el rey almacenado en la British Library.
Conocedora de la reputaci¨®n de playboy que acompa?aba al Rey, la joven dama no quer¨ªa ser una simple amante y le dio calabazas neg¨¢ndole favores sexuales hasta que la llevase al altar. Aunque pod¨ªa haber desenvainado la espada para cumplir sus ardientes deseos, el monarca absoluto opt¨® por el papel y la pluma y declar¨® sus ambiciones sentimentales en varias cartas amorosas, entre ellas la que exhibir¨¢ la British Library.
La carta que conquist¨® a Bolena
En la misiva, escrita en franc¨¦s -Ana se hab¨ªa educado en la corte de Francia- a comienzos del mes de enero de 1528, el Rey expresa su "intenci¨®n inalterable" de casarse con la dama y promete "rezar una vez al d¨ªa" para lograr ese objetivo. "Las demostraciones de tu afecto -se?ala- son tales y las hermosas palabras de tu carta est¨¢n escritas con tanta cordialidad, que realmente me obligan a honrarte, amarte y servirte para siempre". "Por consiguiente, te aseguro que mi coraz¨®n estar¨¢ dedicado a ti solamente", afirma el monarca, que escribe la nota con "la mano del secretario que en coraz¨®n, cuerpo y voluntad es tu sirviente m¨¢s leal y confiado".
Con la inocencia de un adolescente perdidamente enamorado, Enrique VIII firma la carta, supuestamente robada en su momento por un esp¨ªa del Vaticano, con la frase "H pretende a A. B. Ning¨²n otro Rey", junto a las iniciales de su amada encerradas en un coraz¨®n. En opini¨®n de David Starkey, historiador y comisario de la exposici¨®n, que podr¨¢ visitarse desde el 23 de abril hasta el 6 de septiembre, la misiva, "m¨¢s que cualquier otra cosa", proyecta luz sobre un rinc¨®n de "la mente del Rey".
Para Starkey, "Enrique no es s¨®lo el rey m¨¢s conocido de Inglaterra, por sus esposas, su silueta y su car¨¢cter sanguinario". "Es uno de nuestros soberanos m¨¢s importantes", pues "cre¨® una iglesia nacional y una pol¨ªtica insular y xen¨®f¨®ba que determin¨® el desarrollo de Inglaterra durante los siguientes 500 a?os".
El recorrido se completar¨¢ con tapices, esculturas, armaduras, joyas y esculturas procedentes de otros museos. Entre la lista de objetos expuestos se contar¨¢ el Salterio de Enrique VIII (libro de oraciones del monarca, que incluye miniaturas del rey representado como David matando a Goliat), un retrato de juventud, de autor desconocido (datada en 1513), el contrato matrimonial con Catalina de Arag¨®n, de 1504, que sellaba la alianza angloespa?ola, prestado temporalmente por el Archivo General de Simancas.
El amor se acab¨® a los tres a?os
Los devaneos epistolares de Enrique VIII dieron sus frutos y acab¨® cas¨¢ndose con Ana Bolena el 25 de enero de 1533, si bien la llama del amor se apag¨® despu¨¦s de tres a?os de convivencia. Pese al nacimiento de la princesa Isabel -futura reina Isabel I-, la relaci¨®n entre el Rey y su esposa se enfri¨® porque ella fue incapaz de darle un hijo var¨®n y, adem¨¢s, no era del agrado del pueblo, que la consideraba la ramera del Rey.
Falsamente acusada de traici¨®n, adulterio e incesto, la dama que anta?o hizo enloquecer a Enrique VIII fue decapitada el 19 de mayo de 1536 en la Torre de Londres. Antes de que rodara su cabeza por el cadalso, Ana Bolena a¨²n tuvo ¨¢nimo para gastarle una broma a su verdugo: "No te dar¨¦ mucho trabajo -dijo-, tengo el cuello muy fino".
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