Inocencia interrumpida
"Con Michael Jackson muere la grandilocuencia na?f. ?Sobrevivir¨¢ el pop?"
Ahora que el rey ha muerto, ?sobrevivir¨¢ el pop? El pop apol¨ªtico, prodigioso, enigm¨¢tico, el que emana del talento y de cierta injusticia divina. El pop previo a la iron¨ªa, a los focus groups, a Gran Hermano, a Perez y Paris Hilton; a las audiencias de rockeros con el Papa y a las reuniones con el G-8. Con Michael Jackson muere la grandilocuencia na?f, la hip¨¦rbole inocua, una manera de entender el pop prosopop¨¦yica y delirante, capaz de arquear cualquier ceja, pero incapaz de ofender a nadie.
Suena a mandamiento pop trilladito, que un talento desmesurado s¨®lo pod¨ªa acabar en tragedia (Joplin, Morrison, Cobain...), pero el propio Jackson parec¨ªa tenerlo bastante presente. Como en un acto de responsabilidad hacia los de su estirpe, se cas¨® con la hija de Elvis, coloc¨® una estatua de Marilyn en la intimidad de su rancho y arrambl¨® con los derechos de buena parte del archivo de los Beatles. En el desequilibrio de su genialidad, quiz¨¢ pensara que con semejante historial extramusical alguien le cerrar¨ªa la puerta al olimpo de la fama. O quiz¨¢ quisiera experimentar en vida algo de esa tr¨¢gica eternidad que, ahora fijo que s¨ª, un infarto acaba de impedirle disfrutar.
Dicen algunos que el declive fue evitable. Que empez¨® en 1984, cuando, rodando un anuncio para Pepsi, fue hospitalizado por quemaduras en el cuero cabelludo. Ah¨ª arranc¨®, aseguran, su mal disimulada obsesi¨®n por la cirug¨ªa pl¨¢stica. Pero quiz¨¢, en estricta terminolog¨ªa pop, el declive de Jackson no fuera m¨¢s que un tr¨¢mite para el destino inmortal al que estaba llamado. Las mutaciones, la constante transfiguraci¨®n iconogr¨¢fica con el tempo de una franquicia tipo James Bond, son una f¨¢bula digna del mejor Warhol. Nadie ha dado voluntaria e involuntariamente tanto por el entretenimiento universal.
Pobre Farrah Fawcett, menudo d¨ªa eligi¨® para morir.
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