La sobrina de Lorca agradece el testimonio de Emma Penella
Familiares del poeta y de Miguel Rosales reaccionan al testimonio de la actriz fallecida, que ofrece una nueva versi¨®n sobre su fusilamiento
La sobrina de Federico Garc¨ªa Lorca, Laura Garc¨ªa Lorca, se ha referido hoy a las palabras de la fallecida actriz Emma Penella acerca de la implicaci¨®n de su padre y de la familia Rosales, que escondi¨® a Lorca en su casa, en el fusilamiento del poeta. Laura Garc¨ªa Lorca ha dicho que "admira la lealtad, la dignidad y el esp¨ªritu valiente y generoso" de la actriz y se siente agradecida de que su testimonio sirva para librar de toda culpa a su t¨ªa Concha que, seg¨²n la tesis de diversos historiadores lorquianos, fue quien revel¨® el paradero del poeta. La sobrina del escritor ha a?adido que siempre tuvo a su t¨ªa como una "persona muy valiente" y hab¨ªa tenido la impresi¨®n de que lo que se hab¨ªa escrito sobre ella era "una calumnia".
Penella, cuyo testimonio completo saldr¨¢ a la luz en el libro Lorca, el ¨²ltimo paseo (editorial Almed), del investigador Gabriel del Pozo, era hija de Ram¨®n Ruiz Alonso, responsable de la detenci¨®n y el fusilamiento del poeta, seg¨²n la mayor parte de las fuentes. De acuerdo con el relato de Penella, fue Miguel, el hijo mayor de la familia Rosales qui¨¦n le dijo a su padre que Lorca se encontraba en su casa.
Luis Rosales Fouz, sobrino de Miguel Rosales, se ha mostrado sorprendido tras conocer la nueva versi¨®n. "No puedo negar que dentro de mi familia hab¨ªa sensibilidades distintas. Mi T¨ªo Miguel no era igual que Pepe o que mi padre. Toda mi familia se jug¨® la vida por tratar de ayudar a Garc¨ªa Lorca. Si hubieran pensado que corr¨ªa peligro no lo habr¨ªan llevado a casa de mi abuela que tuvo un comportamiento ejemplar", ha manifestado.
Penella dej¨® al historiador Gabriel Pozo una carta firmada en la que da fe de la autenticidad de sus declaraciones. La actriz pidi¨® que sus declaraciones no fueran publicadas hasta despu¨¦s de su muerte. Falleci¨® en agosto de 2007."Mi padre quiso que yo supiera toda la verdad antes de morir", explicaba la actriz, que conoci¨® en el transcurso de una fiesta la implicaci¨®n de su padre en el asesinato de Lorca: "?Qui¨¦n se habr¨¢ cre¨ªdo que es, si es la hija del que mat¨® a Garc¨ªa Lorca", dijo alguien a gritos tratando de humillarla. Al saberlo, su padre se aisl¨® en una habitaci¨®n. Nunca volvi¨® a mencionar el tema hasta que decidi¨® huir de Espa?a, y se sincer¨® con su hija.
"Al comenzar la guerra la situaci¨®n era muy confusa. Queipo de Llano estaba al corriente de lo que pasaba con Lorca. Llam¨® a Granada porque antes lo hab¨ªan llamado desde el Gobierno Civil para consultarle y orden¨® que dieran un gran susto al poeta para que confesara todo lo que sab¨ªa de Fernando de los R¨ªos y firmara una denuncia contra ¨¦l", explic¨® la actriz.
Por tanto, la detenci¨®n de Lorca habr¨ªa sido el ¨²ltimo intento de localizar a Fernando de los R¨ªos. "?l era el pez gordo que buscaban", declar¨®. ?Y c¨®mo sab¨ªan que Lorca estaba escondido en casa de los Rosales? La versi¨®n oficial mantiene que fue su propia hermana la que confes¨® en la Huerta de San Vicente, al venirse abajo en uno de los registros, y al tratar de proteger a don Federico, su padre.
Sin embargo, la versi¨®n de Ruiz Alonso en boca de Penella, suena muy distinta. "El mayor de los Rosales le dijo a mi padre en un desfile de falangistas que Lorca estaba en su casa. Le coment¨® que no estaba de acuerdo en que estuviera invitado y que ¨¦l procuraba no ir mucho porque quer¨ªa que se fuera". Tras esta conversaci¨®n, Ruiz Alonso inform¨® a los jefes de la CEDA (Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas) y decidieron "darle un escarmiento al ni?o mimado de Fernando de los R¨ªos".
El relato de Penella tambi¨¦n dista mucho de la versi¨®n oficial en lo relacionado con la detenci¨®n, que no se habr¨ªa producido en la casa de la calle de Angulo con un amplio despliegue de hombres armados. "Acudi¨® con el mayor de los Rosales. Mi padre no sac¨® a Lorca de la casa de los Rosales, fue entregado por el hijo mayor y se lo llevaron al Gobierno Civil sin esposar ni nada". Despu¨¦s se produjo el fusilamiento, que Penella achaca a la lucha por el poder entre la CEDA y Falange. De esta ¨²ltima eran miembros destacados los Rosales, a los que se quiso desprestigiar con la muerte del poeta. "Garc¨ªa Lorca no fue sino el despojo que dos perros rabiosos trataban de arrebatarse", explica Gabriel Pozo en el libro.
Cuando triunf¨® la sublevaci¨®n militar, los aplausos recibidos por Ruiz Alonso por deshacerse del poeta se convirtieron en rumores que aullaban como lobos. "Mi padre firm¨® la denuncia junto a otros pero ¨¦l dio la cara, despu¨¦s no se escondi¨®, era un hombre echado para adelante, con coraje. En la denuncia se afirmaba que Lorca era el secretario de Fernando de los R¨ªos y que era muy rojo".
Al acabar la guerra, Ruiz Alonso recibi¨® una llamada telef¨®nica inquietante. "En el extranjero hab¨ªan empezado las quejas por lo que hab¨ªa ocurrido con Lorca y el asunto irrit¨® a Franco. El caudillo quiso saber lo que hab¨ªa pasado y llam¨® a mi padre".
Desde entonces, nunca m¨¢s se habl¨® del tema. Se destruyeron todas las pruebas y cualquier rastro que pudiera aportar luz al asesinato de Lorca y Ruiz Alonso empez¨® a temer por su vida. "Es muy posible que la polic¨ªa lo tuviera controlado, quiz¨¢s tuvo miedo a que le hicieran algo si hablaba. Carg¨® con las culpas de todos, purg¨® su pena en vida, durante casi 40 a?os de abandono y soledad", contaba Emma Penella.
Al rompecabezas inacabado de la historia, Gabriel Pozo ha sumado nuevas piezas. Una de ellas es una fotograf¨ªa in¨¦dita en la que puede verse a la cuadrilla de enterradores que trabajaban en V¨ªznar. La fotograf¨ªa est¨¢ tomada en la finca Las Colonias, a pocos metros del barranco, donde Garc¨ªa Lorca pas¨® sus ¨²ltimas horas esperando a ser fusilado. Agachado, con una ni?a en los brazos, puede verse a Manolillo El Comunista, el joven que indic¨® a Gibson el lugar donde supuestamente enterr¨® con sus manos al poeta. "Manuel Castilla se?al¨® una fosa situada en el lugar en el que hoy se est¨¢ excavando. Sin embargo, despu¨¦s confes¨® a otros que no estuvo all¨ª el d¨ªa del fusilamiento y que a Gibson le se?al¨® el primer lugar que se le ocurri¨®", explica Pozo, convencido de que no van a encontrar los restos del poeta. Seg¨²n el investigador, la decisi¨®n de Franco de sepultar todo lo relacionado con el asesinato se llev¨® a cabo hasta sus ¨²ltimas consecuencias.
Agust¨ªn Pen¨®n dej¨® en sus apuntes una anotaci¨®n muy inquietante. Se trata de una conversaci¨®n que tuvo con Antonio Gallego y Bur¨ªn, alcalde de Granada durante la Guerra Civil y parte de la dictadura. El investigador escribi¨® en sus libretas: "El lugar de la tumba en V¨ªznar hab¨ªa sido cambiado por orden de las autoridades, que temiendo las consecuencias de aquel asesinato decidieron ocultarlo para impedir que pudiera convertirse en un arma propagand¨ªstica de enorme valor para el bando republicano".
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