Hechizo
No es la primera vez que, desde estas p¨¢ginas, se adjetiva como misterioso el car¨¢cter que Leonidas Kavakos otorga a muchas partituras. En este monogr¨¢fico de Mozart, dicho car¨¢cter cobr¨® realidad de nuevo en el Concierto para viol¨ªn n¨²mero 5 y en la Sinfon¨ªa 39. La n¨²mero 40 qued¨®, quiz¨¢, algo menos cubierta por el t¨¦rmino.
En el concierto para viol¨ªn, donde dirigi¨® y actu¨® como solista, jug¨® con sonoridades l¨ªmpidas aunque no brillantes, con din¨¢micas variad¨ªsimas pero siempre tendentes a la suavidad, con una transcripci¨®n de la melancol¨ªa mozartiana que parec¨ªa rozar el hechizamiento, con una peculiar forma de hacer cantar al viol¨ªn, y con un enfoque que iba m¨¢s all¨¢ de la dulzura para acercarse a una seductora timidez. La primera entrada del solista, con unos pocos y sorprendentes compases en adagio tras el allegro que, antes y despu¨¦s, configura todo el primer movimiento, demostr¨® ya una intensa y extra?a sensibilidad interpretativa. Entre otros muchos ejemplos de coordenadas similares, cabr¨ªa citar el Trio alla turca del Rond¨®, con el motivo crom¨¢tico ascendente y descendente: tuvo algo de pesadilla, algo como el silbido nocturno del viento, cuando, en apariencia, se trata de una m¨²sica alegre. Naturalmente, todo eso est¨¢ ya, como posibilidad, en la partitura, pero no siempre los int¨¦rpretes desvelan tales ¨¢ngulos. Huelga decir que la afinaci¨®n del solista y de la orquesta fue perfecta, as¨ª como el ajuste.
Camerata Salzburg
Leonidas Kavakos, director y solista. Obras de Mozart. Palau de la M¨²sica. Valencia, 27 de febrero de 2010.
Otra perita en dulce fue la Sinfon¨ªa n¨²mero 39, con ese adagio introductorio (que parece una obertura de ¨®pera por su expectante palpitaci¨®n) volcado sobre el dram¨¢tico allegro. Ya sin el viol¨ªn, el m¨²sico griego mostr¨® como director una gestualidad que parec¨ªa algo primaria, pero que tuvo unos resultados originales y delicados. A destacar la claridad y el color con que se escucharon los instrumentos de viento, todos ellos con intervenciones destacables. Al igual que sus compa?eros de la secci¨®n de cuerda, se dejaron guiar con total complacencia por Kavakos, al que siguieron no s¨®lo en los aspectos m¨¢s t¨¦cnicos, sino tambi¨¦n en la profunda intencionalidad expresiva. Algo menos conseguida en esas cotas de novedad y misterio, pero igualmente preciosa en el sonido, fue la versi¨®n de la n¨²mero 40. Quiz¨¢, en alg¨²n momento, hubo peque?os excesos de languidez. En conjunto la sesi¨®n arroj¨® luz nueva sobre un m¨²sico cuya creatividad, en Valencia, se hab¨ªa valorado hasta ahora ¨²nicamente como instrumentista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.