Perlas orientales
Hay, desde hace mucho tiempo, perlas orientales dedicadas al cultivo del repertorio occidental. La capacidad, no s¨®lo de asimilaci¨®n, sino de puesta al d¨ªa, a pesar de ra¨ªces tan distintas, resulta asombrosa. Los nombres de Seiji Ozawa, del Tokyo String Quartet, de Midori, del Bach Collegium Japan, entre muchos otros, bastar¨ªan para demostrarlo. Pero no es oro todo lo que reluce. Algunas de esas perlas, que circulan hoy por las m¨¢s prestigiosas salas de concierto, y que ganan importantes concursos, parecen producto de una combinaci¨®n fat¨ªdica. No es nueva, y en el caso del piano, se reduce a lo siguiente: velocidad m¨¢s marketing. Parece que es la receta del ¨¦xito. Valencia no ha sido una excepci¨®n. El 24 de enero degustamos el producto con Lang Lang. Y el pasado martes, con Yundi, m¨¢s conocido, quiz¨¢s, como Yundi Li.
CICLO DE C?MARA Y SOLISTAS INTERNACIONALES
Yundi (piano). Monogr¨¢fico de Chopin. Palau de la M¨²sica. Valencia, 30 de marzo de 2010.
El pianista present¨® un ambicioso monogr¨¢fico de Chopin, variadito, con nocturnos, mazurcas, polonesas (el op. 22 y el 53, nada menos) y la sonata n¨²mero 2. S¨®lo esta ¨²ltima requiere un tiempo de reflexi¨®n y de pr¨¢ctica anonadante. Hay demasiada m¨²sica ah¨ª. Y demasiado piano. Como para desbordar a cualquier int¨¦rprete. Se necesita, para ejecutarla, una mirada muy amplia y madura sobre el universo del compositor polaco. Los deditos son condici¨®n necesaria, pero no suficiente. Sobre el uso del pedal cabr¨ªa decir lo mismo. Luego -o, quiz¨¢s, antes- viene la pulsaci¨®n, con sus gamas infinitas, y el fraseo, rubato incluido.
Hubo roces. Bastantes. No gustan nunca, pero Rubinstein tambi¨¦n los ten¨ªa y, a pesar de ello, enamoraba. El pedal se utiliz¨® m¨¢s para encubrirlos y enfatizar que para colorear la m¨²sica. La velocidad, desde luego, a porrillo: se jugaba al "m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa". Como Lang Lang. Pero con menor nitidez. El ataque fue percusivo y despiadado, inconcebible para Chopin. Los dos primeros movimientos de la Sonata aparecieron llenos de ¨¢ngulos quebrados y espinosos. En los segmentos m¨¢s apacibles del recital mejoraban los resultados, pero sin sobrepasar nunca la mediocridad. Esa manera de tocar, aparatosa y circense, no ayuda nada a comprender la m¨²sica. Lo malo es que el p¨²blico se est¨¢ acostumbrando y, si esto sigue as¨ª, la imagen de los grandes compositores puede perderse en la niebla.
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